Llega el verano: tomemos más agua y dejemos de hablar de los cuerpos ajenos
El verano no debería ser un tiempo para seguir reforzando estereotipos sino más bien para celebrar la diversidad de cuerpos, con plena libertad y sin necesidad de validaciones externas.
Por Federico Sacchi (*)
Con la llegada del verano, es común que aumenten las conversaciones en torno a la apariencia física de otras personas. Este tipo de comentarios, disfrazados muchas veces de “humor” o “preocupación por la salud”, perpetúan una cultura heteronormativa que valida algunos cuerpos y desestima otros, alimentando prejuicios que son el resultado de la hegemonía patriarcal. Pero, ¿por qué nos sentimos con el derecho de opinar sobre el cuerpo de los demás?
Es esencial detenernos a reflexionar sobre esta práctica: la crítica hacia los cuerpos ajenos no es un acto inocente, sino parte de una estructura más amplia de control social, ligada a la masculinidad hegemónica y la heteronorma que todavía predominan en nuestra sociedad.
La masculinidad tradicional y el control sobre los cuerpos
La masculinidad tradicional, esa que valida al «macho» fuerte, heterosexual y dominante, ha tenido históricamente el poder de establecer qué cuerpos son «deseables» y cuáles no. Bajo esta lógica, los cuerpos que no cumplen con los estándares normativos son invisibilizados, criticados o ridiculizados. Esta versión tóxica de masculinidad no solo impone roles estrictos de género, sino que también marca qué tipo de cuerpo es aceptable según las reglas patriarcales.
Pero, ¿quién decide lo que es aceptable? El sistema patriarcal impone una imagen rígida de lo que “debería” ser un cuerpo masculino y uno femenino, invisibilizando todos los cuerpos que existen, vinculada a ideales de poder y dominación. Los cuerpos masculinos, según este sistema, deben ser fuertes, atléticos y heterosexuales, mientras que los cuerpos femeninos se esperan delgados y sexualmente atractivos. Cualquier cuerpo que no se ajuste a estas normas es juzgado, invisibilizado o convertido en objeto de burla. Estos estándares no solo son reproducidos por los medios de comunicación y la cultura, sino también por los propios varones que, al adoptar la masculinidad hegemónica, se convierten en cómplices de la exclusión y la crítica hacia los cuerpos no normativos.
Los varones que replican esta masculinidad tradicional refuerzan estos mandatos y la heteronorma, juzgando a quienes no cumplen con los estereotipos del “macho fuerte” o que desafían la expectativa de heterosexualidad. Así, los cuerpos que no encajan –sean gordos, trans, con discapacidad o simplemente diferentes– son marginados y desvalorizados. Al perpetuar esta lógica de poder, la masculinidad hegemónica mantiene un sistema de control sobre los cuerpos, excluyendo la diversidad y reforzando la violencia simbólica y emocional tanto hacia los otros como hacia los propios varones, quienes también sufren las presiones de estos mandatos inalcanzables.
Cuerpos libres de etiquetas y juicios
El problema de opinar sobre los cuerpos ajenos no es solo estético. Cada comentario que critica, sugiere o «aconseja» sobre la apariencia física de alguien más refuerza un sistema violento que invisibiliza y margina a quienes no encajan en los estándares patriarcales: cuerpos gordos, cuerpos trans, cuerpos con discapacidades, y muchas otras corporalidades
Es momento de cambiar esta dinámica. ¿Por qué seguimos perpetuando comentarios que hieren e invalidan a otras personas? Estos juicios son una manifestación directa de la cultura patriarcal que busca controlar lo que es “correcto” o “deseable”. Al final del día, los cuerpos no necesitan ser validados por nadie, porque su valor es inherente.
Reconocer que todos los cuerpos son válidos, que no deben ser sujetos a juicios o etiquetas, es un acto revolucionario frente al machismo y la heteronorma. El verano no debería ser un tiempo para seguir reforzando estereotipos, sino para celebrar la diversidad de cuerpos, con plena libertad y sin necesidad de validaciones externas.
Romper con el machismo: masculinidades diversas y libres
Es crucial que los varones también rompan con la complicidad en este sistema. Bajo el mandato machista, no solo se perpetúa la violencia hacia los cuerpos ajenos, sino que también se les exige a los mismos varones cumplir con estándares irreales: ser fuertes, musculosos, siempre dominantes. Quien no cumpla con estos criterios es, a menudo, objeto de burlas y desprecio. Sin embargo, se puede ser varón sin ser un macho.
El desafío continuo está en construir masculinidades libres de machismo, donde los varones puedan ser vulnerables, diversos y auténticos, sin estar sujetos a los mandatos de la hegemonía patriarcal. Las masculinidades no sexistas abren la puerta a relaciones más respetuosas, inclusivas y libres de violencia, tanto hacia los demás como hacia uno mismo.
El agua y el respeto son esenciales este verano
Así como es fundamental hidratarnos durante el verano, también lo es cuidar nuestras palabras y nuestras actitudes. No necesitamos opinar sobre los cuerpos ajenos; todos los cuerpos son válidos, tal como son. Al romper con el machismo y la heteronorma, podemos empezar a construir una sociedad en la que las masculinidades sean libres, diversas y respetuosas.
Recordemos que ser varón no implica ser un macho. El desafío está en seguir trabajando por masculinidades que promuevan el respeto, la equidad y la libertad para todas las personas, sin importar su apariencia o identidad.
Federico Sacchi especialista en Masculinidades y Cambio Social, Facilitador de Procesos Colaborativos, Mediador y RRPP. Vive y trabaja en Neuquén.
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