Inteligencia emocional: 5 trucos para evitar ser explosivo en un mal momento

En cualquier momento de ira, tristeza o incluso felicidad extrema, ¿alguna vez has tenido que detenerte y pensar antes de actuar por impulso?

Si la respuesta fue sí, probablemente ya se esté practicando la inteligencia emocional en algunas situaciones de tu vida diaria.

Cuando hablamos de este tipo de acciones nos referimos a que estamos gestionando nuestras emociones e intentando buscar y poner nombre a nuestros propios sentimientos. Aunque es muy común, especialmente en las empresas, saber manejar las emociones también es importante para la vida personal.

¿Qué es la inteligencia emocional?


Es la capacidad de gestionar las emociones y está vinculada a los resultados de la vida, que no necesariamente tienen una conexión intelectual. La inteligencia emocional se puede dividir en cinco pilares:

Responsabilidad: comprender lo que está pasando en tu vida y, a partir de ahí, tomar tus decisiones.

Percepción de tus emociones: reconocer cada una de ellas, saber identificarlas y percibirlas, lo que conduce y reduce la impulsividad.

Gestión de las emociones: es importante gestionar nuestros sentimientos. Cuando esto sucede, también aprendemos a lidiar con nuestras propias emociones.

Enfoque: tener una meta para un determinado proyecto o sueño. Normalmente cuando es así, las tendencias o acciones de otras personas no te afectarán tanto y será más fácil afrontar determinadas situaciones.

Acción: tener actitudes, pero siempre pensando y utilizando la inteligencia, para actuar ante determinadas situaciones. Es importante racionalizar y aprender a salir o afrontar situaciones tristes, por ejemplo. Saber actuar facilita afrontar situaciones adversas.

¿En la práctica, cómo ser menos explosivo?


En situaciones laborales estresantes: Tomate un descanso, levantate y camina un rato. Cuando haya una situación estresante, intenta reinterpretarla para no actuar de forma impulsiva o grosera.

Preguntar y dar feedback: Es importante señalar qué procesos la persona puede mejorar o en qué puntos está cometiendo más errores. Tanto para el directivo como para el empleado, este intercambio es importante.

Haga preguntas abiertas: esto le da a la persona la oportunidad de expresarse mejor, reduce la ansiedad, acerca al jefe y al subordinado y demuestra interés mutuo entre ambos. Además, hacer las preguntas adecuadas mejora y ayuda en el desarrollo de soluciones

No te centres en los errores: quítate de la cabeza que el fracaso no existe: lo importante es ver los malos resultados e intentar aprender una lección de cada uno de ellos. Esto ayuda a mantener la automotivación.

Entrena tu inteligencia emocional: Los sentimientos y actitudes se pueden entrenar mucho. Así que no olvides crear y trabajar en esta habilidad. Intenta forzarte y aprovechar ciertas situaciones en las que, en el pasado, habrías actuado de otra manera.


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