Fin de año y elección vocacional: seis consejos para no entrar en pánico

La elección de un oficio o un camino profesional genera miedos e incertidumbres en los jóvenes y sus familias. Claves para un acompañamiento respetuoso y sin presiones. Habla una especialista.

La historia familiar está directamente relacionada a la forma de elegir y pensar de un joven

La elección de una carrera universitaria o un oficio es el gran tema para los estudiantes que egresan del colegio secundario. Tal es así que la presión que tienen los jóvenes a la hora de hacer frente a elecciones de estas características se torna cada vez más fuerte.

Sonia Amaro es profesora de psicología, especializada en orientación vocacional con acompañamiento a jóvenes y sus familias. En diálogo con RÍO NEGRO nos compartió tips para las familias y estudiantes que, en esta época del año, están atravesando esta situación.

El cierre del ciclo escolar para los egresados de nivel medio suele dar inicio a una etapa donde experimentan cambios muy profundos en su experiencia de vida. Es así que las vacaciones que muchos inician a partir de estos días vienen cargadas de incertidumbre, miedos y ansiedades que los adultos deben ayudar a acompañar.

Achicar las distancias y mostrar nuestras limitaciones les permite vernos como personas que también pueden equivocarse».

Sonia Amaro. Profesora de psicología, especializada en orientación vocacional con acompañamiento a jóvenes y sus familias

Sonia comenta que hay chicos que transitaron durante todo el año procesos de orientación vocacional y a último momento se asustan: “venían con una decisión tomada y entran en conflicto. Necesitan revisar y el pánico aparece”.

La profesional considera que esto ocurre, en gran medida, por la presión del entorno. “Habitualmente sucede y es emblemático que cuando el joven dice que está en el último año del nivel medio, aparece la pregunta del millón: ¿Y qué pensás hacer el año que viene?”. Amaro asegura que, por lo general, los jóvenes ensayan una respuesta para salir del paso y a veces repiten algo medianamente pensado pero de lo que no están seguros.

Sonia Amaro, en diálogo con RÍO NEGRO.

Actualmente se encuentra trabajando en orientación vocacional desde la perspectiva de la terapia vincular familiar, que habla de un fenómeno compartido por la generación actual: un cambio psíquico estructural que Claudia Messing -su formadora- denomina simetría. ¿Qué es? La paridad psíquica con el adulto. Los jóvenes se sienten iguales o pares con los adultos y desde ese lugar se posicionan frente al mundo.

“Los adolescentes abordan su vida desde un lugar interno de saber y poder. Es aquí cuando ellos consideran que no pueden equivocarse, tienen miedo al fracaso, al no poder. Aparecen en este fenómeno las frustraciones, la autoexigencia y la autosuficiencia”.

La historia familiar está directamente relacionada a la forma de elegir y pensar de un joven, que muchas veces lo hace tomando como referencia antecedentes de sus familias. “Las propias historias vocacionales y profesionales de los adultos se inmiscuyen en las formas de elegir, leer lo social y analizar lo que pasa”, reflexiona.


Seis consejos para esta etapa del año:


1- Escuchar sin presionar:

En el proceso de elección vocacional, muchos jóvenes se sienten presionados y atrapados entre sus deseos y las expectativas de su entorno.

Sonia Amaro destaca que el papel de los padres no es guiar la decisión, sino acompañarla desde una postura abierta y de escucha. “Lo primordial es acompañar los procesos de toma de decisiones, que requieren tiempo y esfuerzo, enfrentándose a lo desconocido,” explica.

Escuchar sin cuestionar o juzgar permite que los adolescentes se sientan comprendidos y apoyados. Amaro sugiere reservar momentos específicos para dialogar sobre estas inquietudes, de modo que ellos puedan expresarse sin miedo a ser criticados, y así, lograr un acompañamiento que no sea invasivo, sino respetuoso de sus tiempos y espacios.

2- No imponer expectativas:

Compartir con los hijos las experiencias vocacionales propias puede ser valioso, siempre y cuando no se haga desde la imposición. Amaro menciona que al contar nuestras historias, no debemos intentar dirigirlos hacia nuestras decisiones, sino compartir nuestras vivencias como una forma de acortar la brecha generacional.

Foto gentileza.

“Achicar las distancias y mostrar nuestras limitaciones les permite vernos como personas que también pueden equivocarse,” comenta.

Esto ayuda a que los jóvenes sientan que la perfección no es el objetivo y que están autorizados a explorar y equivocarse sin sentir que decepcionan a sus padres. Al mostrarse vulnerables, los padres pueden transmitir que no existe una elección única ni definitiva, sino un proceso que se va construyendo.

3- Las elecciones no son definitivas:

Elegir una carrera o un oficio con la idea de que es una decisión “para toda la vida” puede generar en los jóvenes una presión innecesaria y paralizante. Amaro menciona que esta expectativa es insostenible en el contexto actual, donde la adaptabilidad y el cambio son constantes.

“El mandato de elegir para siempre solo genera pánico a la decisión y miedo al error,” sostiene. Por eso, los padres deben hacer hincapié en que ninguna elección es definitiva y que siempre es posible cambiar de rumbo si las circunstancias o los intereses del joven lo requieren.

Este enfoque les permite a los adolescentes sentir que pueden explorar sin el peso de una decisión irreversible, alentando una relación más sana y flexible con el futuro.

4- Construir un vínculo de confianza:

El vínculo entre padres e hijos es una construcción diaria, y la confianza no se logra de un día para otro. Según la especialista, para que el adolescente sienta la libertad de hablar sobre sus inquietudes vocacionales, es necesario que exista una base sólida de respeto y confianza.

Gentileza.

“El diálogo constante y respetuoso es la clave para que los jóvenes se sientan cómodos de compartir sus pensamientos y preocupaciones,” explica.

Establecer esta confianza requiere un esfuerzo continuo de los padres, que deben mostrarse receptivos y dispuestos a escuchar sin prejuicios. Este tipo de vínculo facilita un ambiente en el cual el adolescente puede expresar sus dudas y miedos, sabiendo que cuenta con el apoyo y comprensión de su familia.

5- Acompañar sin invadir:

Sonia enfatiza el equilibrio entre estar presentes y dar espacio. “La complejidad del mundo actual y la vasta oferta educativa requieren padres que acompañen desde una distancia discreta,” asegura. Este acompañamiento ayuda a que los adolescentes sientan que pueden contar con sus padres sin sentir una presión excesiva que los limite en su proceso de exploración y autoconocimiento.

6- No transmitir propios miedos:

La incertidumbre de los padres puede trasladarse a los hijos, intensificando su propio miedo al fracaso. Se recomienda evitar proyectar nuestras inseguridades en ellos y en su proceso de elección. Al enseñarles a hablar abiertamente sobre los temores, es posible que se sientan más libres de explorar sus opciones y, a su vez, enfrenten menos presión al tomar decisiones importantes.


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