Esta noche vuelve “Westworld”: lo que tenés que saber

El drama de ciencia ficción “Westworld”, ambiciosa serie que a partir de la creciente autoconciencia y alzamiento de un grupo de androides en un futurista parque de atracciones trabaja temas como la inteligencia artificial, el libre albedrío o la creación y la perversión humanas, estrenará su segunda temporada desde hoy a las 22 por la señal premium HBO.

Creada por Jonathan Nolan (colaborador habitual en los guiones de su hermano Christopher) y Lisa Joy, la serie regresa un año y medio después de su primera entrega con 10 nuevos episodios caracterizados por su compleja narrativa compuesta por distintas líneas temporales, una trama en la que nada es lo que parece y las abundantes metáforas de contenido filosófico-moral.

Aunque tenía como antecedente la película del mismo nombre dirigida por Michael Crichton (1973), de la que toma su inspiración, “Westworld” consiguió ya en su primera temporada forjar una identidad propia gracias a su creativo guión y a la multitud de fanáticos que en redes sociales y blogs analizan cada uno de sus capítulos e intentan desentrañar sus múltiples incógnitas.

De aquella película protagonizada por un implacable Yul Brynner, que en Argentina se agenció el desafortunado título de “El mundo de los robots asesinos”, la serie retomó el concepto principal: en un parque de atracciones ambientado como el Lejano Oeste las personas adineradas pueden ir a liberar sus deseos de sangre y sexo, pero los androides encargados de dar realismo a la experiencia “despiertan”, se rebelan y empiezan a atacarlos.

Justamente, la segunda temporada de la serie retomará su intrincada trama, con misterios viejos y nuevos por resolver, donde finalizó la entrega anterior: en el momento en el que los androides, bautizados en el parque como “anfitriones”, reconocían su propia existencia y comenzaban la cacería de sus creadores.

Como un saludable síntoma de la época, en la que las ficciones presentan roles fuertes y emancipadores de mujeres como nunca antes, son los personajes femeninos, las anfitrionas Dolores y Maeve interpretadas por Evan Rachel Wood y Thandie Newton, las que lideran la arremetida de la nueva forma de vida sobre la Tierra.

El reparto de figuras se completa con Ed Harris, Jeffrey Wright, James Marsden, Tessa Thompson, Jimmi Simpson y el brasileño Rodrigo Santoro (“Lost”, “300”), entre otros.

En un excelente español producto de sus trabajos en “Leonera”, de Pablo Trapero, “Che” de Steven Soderbergh, y su protagónico reciente en “Un traductor”, de los cubanos Sebastián y Rodrigo Barriuso, Santoro conversó con Télam acerca de lo que encontrarán los televidentes en la nueva temporada, la relevancia de los temas que trabaja la serie y la evolución de su personaje Héctor –sanguinario anfitrión que acompaña a Maeve en la rebelión–.

P- Luego de una ambiciosa primera temporada, ¿cómo será la segunda?

Rodrigo Santoro- En líneas generales, puedo decir que cuando finalice la segunda temporada van a mirar la primera y se van a dar cuenta de que sólo era la punta del iceberg, que “Westworld” es más grande de lo que se imaginaban. En la segunda temporada se explora una cuestión que es muy interesante, que es que los anfitriones ahora tienen libertad.

P- ¿Qué van a hacer con esa libertad?

RS- Ya no están más presos en la narrativa que les asignaban en el parque en la primera temporada, y justamente la pregunta es esa: ¿qué van a hacer con esta libertad? Están entrando en una etapa de autorreconocimiento, están buscando su propia identidad. Es un momento existencial para los anfitriones, un momento de revolución.

P- La serie plantea grandes debates acerca de lo que nos hace humanos. ¿Qué reflexiones te ha generado a vos?

RS- Muchos. Me interesa el tema de la unión del hombre con la máquina, con la tecnología. Lo que el hombre ha creado y sus límites; la pregunta de si el hombre controla a la máquina o la máquina al hombre. Creo que ahora vivimos eso. Creo que estamos en un lugar muy delicado en ese sentido, porque estamos absolutamente involucrados con nuestros teléfonos, con nuestras computadoras, que son extensiones de nuestros cuerpos, de nuestras vidas. Esta relación es muy peligrosa.

P- ¿Cómo encaraste la creación de un personaje como Héctor?

RS- Él es un anfitrión, y me acuerdo que al principio le pregunté a los creadores de la serie acerca de su historia de fondo, sus antecedentes. “Dame alguna información, cualquiera, quién fue este hombre, de dónde ha venido”, y me dijeron que no había historia. Entonces, es un trabajo muy distinto de cualquier trabajo que haya hecho antes, porque trabajamos desde un punto cero. Además, tenemos los guiones con muy poca anticipación antes del rodaje, no tenemos mucho tiempo para convivir con el personaje y prepararnos. Pero eso, de una manera rara, funciona a nuestro favor, porque nos pone en una condición de presencia, muy conectados con lo que está pasando, con cada escena, con cada línea, con los actores con los que estamos trabajando.

P- Ahora que ha cambiado su situación, ¿qué podemos esperar para Héctor?

RS– Lo que está pasando con mi personaje es exactamente lo que me gusta. Sentía durante la primera temporada que Héctor era el resultado, un producto de la imaginación de alguien. Era un programa, un personaje que hablaba de una forma específica, que decía cosas, que caminaba de una cierta forma, era un personaje diseñado por un programador. Ahora lo que pasa es que está prácticamente libre de la narrativa creada para él, está “en control” de lo que está pasando. Es un viaje de humanización, rico en posibilidades y he tenido la oportunidad ahora de trabajar diferentes matices que en la primera temporada no podía.

P- ¿Cómo te llevás con las expectativas de los fans, sus teorías y necesidad de respuestas?

RS- Creo que a la gente le gusta un buen rompecabezas, buscar explicaciones, entender lo que está pasando. Esa característica es una de las más interesantes de una serie y “Westworld” genera una conexión inmediata con los espectadores por eso, pero creo que lo que más les gusta es el tema de la serie. Trata de la naturaleza humana, del hombre con su creación, con la tecnología.