Taylor Hawkins, el baterista que conquistó a Dave Grohl y le puso toda la onda a Foo Fighters
El baterista, fallecido este viernes por la noche en Bogotá, mientras giraba junto a los Foo Fighters, fue una figura decisiva en la estética de la banda, incluso más allá de lo musical. Congenió de inmediato con Dave Grohl, con quien forjó una profunda amistad. Su extroversión y carisma en cinco videoclips y un trailer, el de "Studio 666".
En un principio, Foo Fighters fue la banda de un solo hombre: Dave Grohl. Devastado por el suicido de Kurt Cobain, quien, además de terminar abruptamente con su propia vida, terminó con la de Nirvana, la banda que lideraba y que había redefinido, desde el grunge, el sonido desde lado más crudo del rock, el baterista, aunque decidido a continuar en la música, se recluyó para enteder qué es lo que había sucedido y cómo seguir adelante.
Tras la muerte de su compañero, ocurrida en abril de 1994, Grohl resolvió que debía transitar el duelo y que la mejor forma de hacerlo era con música. Encerrado en el estudio Lang, de Seattle, solo y rodeado de instrumentos, le tomó apenas seis días grabar las canciones que, el 4 de julio de 1995, editaría bajo el nombre de Foo Fighters.
Él solo había grabado todos los instrumentos y les había puesto las voces a las canciones, varias de ellas hits inoxidables hasta el día de hoy: “This is a call”, “I’ll stick around” y “Big Me” son buenos ejemplos de ello. Nadie más que Grohl está allí para hacerlas tronar feroces y veloces.
El fin de semana pasado, durante la estadía de Foo Fighters en Argentina para su presentación en Lollapalooza 2022, una niña fanática de la banda tocó su batería frente al Sheraton y Taylor Hawinks bajó a conocerla.
Mi hija desde que se enteró que venían los Foo Fighters empezó una campaña para conocerlos. Hoy llevamos su batería a tocar frente al Sheraton y miren quien salió ante su llamado. 😍 Dreams come true. pic.twitter.com/VpE8dTDY5g
— Julius (@Julius_GPC) March 23, 2022
El disco estuvo muy bien hecho así, pero sus canciones necesitaban de una banda si pretendían sacudirse en vivo. Y fue cuando aparecieron el guitarrista Pat Smears, un viejo amigo de los tiempos de Nirvana; y el bajista Nat Mendel. Decidido a liderar su nuevo proyecto desde el frente, abandonó su viejo puesto de baterista y sumó a William Goldsmith. Pero nunca funcionó, no la banda, sino Goldsmith.
Frustrado por su desempeño durante la grabación de “The Colour and the Shape” (1997), segundo disco de Foo Fighters, Grohl regrabó casi todas las baterías ejecutadas por Goldsmith. El inconformismo de Grohl sumado a lo intimidante que resultó ser su presencia para Goldsmith terminó con su inevitable y muy prematura salida. Al fin y al cabo, se trataba del baterista de «Nevermind”).
Las grabaciones del segundo trabajo de Foo Fighters, aunque el primero como banda, se completaron un baterista llamado para la ocasión tras la salida de Goldsmith: Taylor Hawkins. El carismático e hiperactivo baterista era parte de la banda de Alanis Morissette, una de las artistas más importantes del momento.
Sin embargo, aquel interinato con los Foo Fighters cambió su vida para siempre. Inmediatamente, Grohl supo que había encontrado en Hawkins exactamente lo que necesitaba. Y lo que necesitaba era algo más que un buen baterista. Necesitaba un socio más allá de la música, un tipo que sintonizara el humor, la ironía y el sarcasmo con los que el propio Grohl interpretaba el mundo. Si el bajista Nat Mendel y el guitarrista Chris Schiflett eran el lado «serio” de la banda; Grohl y Hawinks eran, en cambio, la extroversión permanente.
Hawkins había conseguido lo que parecía imposible hasta entonces: cautivar, como baterista, a un baterista como Dave Grohl. El ex Nirvana podía ya colgarse la guitarra y pasar tranquilo al frente porque a sus espaldas iba a estar Taylor Hawkins, su soporte rítmico y emotivo, siempre sonriente e hiperquinético.
Ingresado oficialmente tras la grabación de “The Colour and the Shape”, Hawkisn fue durante los siguientes 25 años una parte fundamental de los Foo Fighters, tanto arriba como abajo del escenario, donde sobresalió como actor cómico de los siempre divertidos videoclips de la banda. Porque si algo caracterizó a los músicos de Foo Fighters desde sus inicios, en 1995, fue que dieron vida a decenas de personajes de comedia. Basta con recordar el video de “Big Me”, el primero de la banda, aún con Goldsmith; “Learning to Fly” o “Walk”, donde parodian el filme “Un día de furia”. Acaso la cúspide de actoral haya sido “Studio 666”, el filme en clave de comedia de terror estrenado hace pocos días en los cines
Pero todo esto tuvo un abrupto e inesperado final en la noche bogotana del viernes, cuando los miembros de la banda encontraron inconsciente a Hawkins en su habitación, en medio de la gira sudamericana que los trajo a la Argentina hace exactamente una semana. Un final tan abrupto, inesperado y doloroso como el de aquel 4 de abril de 1994. ¿Qué será ahora de los Foo Fighters? ¿Y qué será de Dave Grohl? Solo el tiempo y un duelo por transitar tienen la respuesta.
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