Historia de un hit: «Maggie May», la prostituta que «salvó» a Rod Stewart

A comienzos de los ‘70, el carismático cantante británico criado en Escocia era ya toda una celebridad de la escena, pero a su carrera todavía le faltaba algo: un tema que pegara fuerte en las radios.

En 1971, Rod Stewart ya era un músico importante de la escena inglesa. Era todo un influencer de su tiempo. De hecho, era conocido como “Rod the Mod” por ser uno de los referentes de la estética mod de Londres. Desde mediados de los 60 venía grabando singles sin mayor trascendencia, había tocado en una banda junto a Peter Green y Mick Fleetwood antes de que estos formaran Fleetwood Mac; por un brevísimo lapso había sido cantante de The Kinks.


Fue parte de Jeff Beck Gruop, donde conoció a su entrañable amigo Ronnie Wood; hasta que en 1969 comenzó su carrera solista con “An Old Raincoat Won’t Ever Let You Down”, disco debut. Al mismo tiempo, ingresó a Faces, versión reformulada de The Small Faces, a la cual ingresó por sugerencia de Ronnie Wood, que ya era su guitarrista. Pero, en 1971, con una carrera solista de dos discos y otra paralela como frontman de los Faces, Rod Stewart tenía un problema: aún no tenía un hit. Y, como casi todo hit, llegó casi de casualidad.


A fines de 1970, mientras Rod Stewart trabajaba en las canciones para el que sería su tercer disco solista, “Every Picture Tells a Story”, escuchó a Martin Quittenton, uno de sus guitarristas tocar unos acordes que había escrito, le gustó como sonaban y le pidió que las siguiera tocando. Mientras, arriba de ese rasgueo, «Rod the Mod» comenzó a tararear e improvisar con la letra de “Maggie May”, una viejísima canción popular de la zona portuaria de Liverpool. A Rod le quedó dando vueltas la melodía de Quittenton y comenzó a pensar en una letra.

«Rod the Mod». Stewart era una celebrity de la escena inglesa, pero a su carrera le faltaba un tema que pegara en la radio y ese tema fue «Maggie May».


Inspirado en el origen de aquella vieja canción de marineros, Stewart recordó una historia propia con prostitutas ocurrida diez años atrás: en junio de 1961, un Rod de 16 años se coló junto a unos amigos, vía un caño de desagüe, en el festival de jazz de Beaulieu, en el sur de Inglaterra. Una vez dentro, hicieron dos cosas; fueron al puesto de cervezas y a visitar una prostituta de la que habían oído hablar. Pero las cosas, al menos para el adolescente y aún virgen Rod (porque sí, alguna vez Rod Stewart también fue virgen). La decepcionante performance con aquella experimentada prostituta quedó en su memoria, pero claramente no lo traumó ni le impidió luego ser un sex symbol de la industria del entretenimiento.


«Maggie May» con la Royal Philharmonic Orchestra



Pero volvamos a aquella experiencia y a “Maggie May”, que obviamente no era el nombre de aquella prostituta, tal como la recordó el propio Stewart muchos años después: “Esa tarde nos colamos en el festival a través de una gran tubería de desagüe y finalmente nos dirigimos a una tienda de cerveza. Allí conocí a una mujer mayor que era una especie de depredadora sexual. Una cosa llevó a la siguiente, y terminamos cerca, en un lugar apartado de césped. Yo era virgen y todo lo que podía pensar es: ‘Esto es Rod Stewart, será mejor que hagas una buena actuación aquí o tu reputación se arruinará en todo el norte de Londres’. Pero todo terminó en unos segundos. Su nombre no era Maggie May, pero la experiencia que tuve con ella influyó en la composición de la canción 10 años después”.

Ronnie Wood, antes de los Stones, y su entrañable amigo Rod.


Stewart no escribió nada porque la letra no era importante para él en ese momento, sólo la sensación porque, en palabras de Stewart, “como con cualquier canción que grabé, primero quería desarrollar una conexión emocional. Martin y yo seguimos trabajando hasta que ambos estuvimos satisfechos con lo que teníamos. Cuando terminamos, dije: “Bien, tenemos una línea suficiente para llevarla al estudio. Déjame reservar la batería y el bajo y lo produciremos todo allí”.


Versión unplugged de «Maggie May» (1993)



Y así fue. Grabaron una pista instrumental en los Morgan Sound Studios de Londres. Rod cantó líneas abstractas sobre la música para recordar más tarde la sensación que quería. Cuando terminaron se llevó esa cinta a su casa y escribió la letra. “Empecé a pensar en aquel día en el festival de jazz y se me ocurrió una canción sobre un chico joven que ha estado con una mujer mayor y las secuelas que pasan por su cabeza”, contó en una entrevista.
Pero “Maggie May” no iba a ser parte del disco hasta que se dieron cuenta de que les faltaba una canción. Sólo entonces fue tomada en consideración… hasta ahí porque fue el Lado B de un single cuyo Lado A era “Reason to Believe”.

Los buenos tiempos. Rod Stewrt junto a Patti Smith en alguna noche cualquiera de comienzos de los ’70.

En 2913, en una entrevista con Howard Stern, Rod Stewart habló de la recepción de su sello Mercury Records a la canción: “La compañía discográfica pensó que era una mierda. Teníamos ocho temas para ‘Every Picture Tells a Story’ y dijeron: ‘Bueno, necesitamos otra más. ¿Tienes algo guardado o algo?’ Dije: ‘Tengo una canción más. No la he terminado’. Y esa era ‘Maggie May’”.

La dudas de Stewart con “Maggie May”, según le dijo a Stern en aquella entrevista, se basaban en que la consideraba una “canción muy divagante sin estribillo que enganche, como se suele necesitar”. Pero enganchó.

Acaso por error (o no) un disc jockey de Nueva Jersey, obviando que se trataba de un Lado B, la puso en la radio y su éxito fue inmediato. Otros lo siguieron y fue tal el éxito que a la siguiente prensada de discos singles la discográfica invirtió el orden ubicando a «Maggie May» en el Lado A. Publicada en junio de 1971, el 30 de setiembre de ese año se convirtió en número 1 en Billboard, el primero de Rod Stewart.


La «Maggie May» de The Beatles

De la canción tradicional, Rod Stewart sólo tomó su nombre, «Maggie May», ya que ni la música ni la letra hacen referencia alguna a la canción original. En cambio, The Beatles sí la grabó, pero como «Maggie Mae», unos 39 segundos incluidos en el disco «Let it Be» en el tempo y tono en que, imaginamos, la cantaban aquellos marinos en los burdeles de Liverpool de comienzos del siglo XX.


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