¿Qué veo? Pequeñas cosas hermosas: ocho sesiones de autoayuda

La crisis de la mediana edad llega a las series con preguntas que parecen más bien inocentes, entre hombres y mujeres que no entienden por qué la vida se ha vuelto tan compleja.

¿Cómo llegué hasta acá?
Quizás sea una pregunta de época, algo que define la crisis de la mediana edad en este siglo, una suerte de estupor ante lo que la vida devuelve, tan ingrata ella. Como sea, cada vez más, los personajes de las series, los que pasaron los 45, o los que se acercan a los 50, no entienden, no saben, qué hicieron para merecer lo que su existencia les ha puesto enfrente.


Cómo llegué hasta acá se pregunta el protagonista de “La nueva vida de Toby”, la serie de Star + que comienza teniéndolo justamente a él, Toby (Jesse Eisenberg), como una suerte de víctima de su ex mujer, que lo deja un fin de semana con sus dos hijos y no vuelve, para encaminarse después de ocho capítulos a una respuesta a esa pregunta: su mujer (Claire Danes) no la pasó nada bien. Ni con él, ni durante sus partos, ni después.


Cómo llegue hasta acá se pregunta también el personaje central de “Pequeñas cosas hermosas”, Clare Pierce (una excelente Kathryn Hahn), en plena crisis existencial, a sus 49 años, con un marido que acaba de echarla de la casa y una hija adolescente que parece odiarla sin remedio.

Kathryn Hahn sostienen la serie aúnen los momentos en los que tambalea.


En los dos casos son buenas series – aunque mejor la primera que la segunda-, pero el factor sorpresa de los protagonistas ante el terreno minado que atraviesan parece poco razonable.
En el caso de Toby, quizás pueda entenderse un poco más porque la historia está narrada por su mejor amiga y es lógico que, al menos en la primera parte del relato, oiga sólo la campana de él. Pero que él se haga la pregunta parece hablar más de ceguera y negación que de autoconmiseración.


Pequeñas cosas hermosas: del libro de autoayuda a la serie



En el de Clare y “Pequeñas cosas hermosas”, que también se emite por Star+ hay algo que suena desafinado.
Clare es una mujer de 49 años que en su juventud fue una promesa de la escritura. No pudo terminar la Universidad porque en ese momento su madre -que los había criado sola- murió de un cáncer fulminante, y tuvo que hacerse cargo de su hermano Lucas. Clare había conseguido un contrato para un libro, pero lo dejó ahí, flotando en el olvido. A la frustración de no poder mantener su vocación y sus sueños a salvo, la combatió con sexo duro, drogas fuertes, y trabajos poco rentables y nada satisfactorios. De a poco, Clare apagó sus ambiciones. Luego, quedó embarazada de muy joven, decidió tener a su hija, y se casó con el papá de la nena, que por su parte soñaba con ser músico de una banda y ahora enseña el trombón en un estudio de su casa.

Claire con su mamá, en uno de los viajes al pasado de la serie.


Para cuando empieza la serie, Clare está hecha un desastre. Arruina el tedioso trabajo que tiene, y el marido y la hija le dicen que se vaya de la casa. ¿Qué hizo Clare para semejante desplante? Le dio los 15 mil dólares que tenían ahorrados para la universidad de su hija a su hermano Lucas. Está mal lo que hizo, claramente, pero echarla de la casa primero, condenarla después a dormir en el sótano y que a ella le parezca de lo más normal, parece extraño.


Cuando todo parece oscurecerse para ella, aparece un viejo amigo y le ofrece un trabajo que ella acepta a regañadientes: convertirse en Sugar, la escritora secreta de una serie de columnas del estilo “consultorio personal” en una publicación online. Desde la sombra de su seudónimo, Clare contesta a sus lectores unas preguntas íntimas y personales. Y lo hace preguntándoselas –y, en los hechos, tratando de respondérselas– a sí misma.


Construida a partir de una serie de columnas de autoayuda escritas por Cheryl Strayed bajo el seudónimo “Sugar” y publicadas luego en el libro titulado “Tiny beatiful things”, la serie funciona bien la mayoría de las veces. En otras, cuando se compenetra demasiado en el tono de autoayuda, bordea el sentimentalismo menos interesante.


Hay algo en el tono de la serie que inmediatamente lleva a “This is Us”, la serie sobre la familia Pearson con la que los telespectadores lloraron a mares en cada episodio. Aquí, después del primero, o quizás del segundo episodio, los lazos familiares se vuelven el tornillo que ajustan cada vez un poco más la sensibilidad, y como «THis is Us», la serie va y viene del presente al pasado para armar ese rompecabezas. En el camino, lo que era gracia y humor se va volviendo más dramático y en algunos casos, un poco empalagoso o pretencioso.


Es que quizás, la pregunta no es ¿cómo llegué hasta acá? si no más bien en qué momento creí que todo esto -la vida- iba a resultar más sencillo.


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