«La sociedad de la nieve», el libro que inspiró el filme que ya se ve en Netflix

Con reflexiones sobre la condición humana, "La sociedad de la nieve" revive la tragedia de los Andes, ocurrida hace m¿as de 50 años.

Cincuenta y un años después de la tragedia aérea ocurrida en los Andes, cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya chocó contra el pico de una montaña mientras sobrevolaba la cordillera en dirección a Santiago de Chile y los sobrevivientes tuvieron que tomar todo tipo de decisiones para poder salvarse, el libro «La sociedad de la nieve», del escritor uruguayo y amigo de los sobrevivientes Pablo Vierci, llega a Netflix en una versión dirigida por el español Juan Antonio Bayona que ya se convirtió en candidata al Oscar.

La película que ya puede verse en la plataforma recrea una historia que, aunque conocida, vuelve a convocar espectadores por lo extremo de la experiencia. Los integrantes del Old Christians, un conjunto amateur de rugby uruguayo, viajaban junto a amigos y familiares en el Fairchild FH-227 que se estrelló en los Andes y juntos enfrentaron una odisea de 72 días con nieve, bajísimas temperaturas y escaso alimento mientras aguardaban ser rescatados. La situación alcanzó su punto más desgarrador cuando, con el fin de subsistir, se vieron obligados a alimentarse con los cuerpos de sus amigos fallecidos.

«La sociedad de la nieve», publicado originalmente en 2008 y reeditado ahora por Planeta, es el relato pormenorizado de Vierci, compañero de colegio de los sobrevivientes y de muchos de los que murieron, que recrea su mundo, los momentos previos al accidente, la experiencia en la montaña, la decisión de alimentarse de los cuerpos, las historias de los que no volvieron, la expedición en busca de ayuda, los días posteriores al rescate y lo que siguió a la tragedia.

El director, Bayona, junto a Pablo Vierci, autor del libro.

«La nueva edición llega cuando se cumplieron los 50 años y también para acompañar la película. Quise sumar una introducción que pusiera esto en perspectiva y además sumé el mail de Bayona que dio origen al proyecto de filmar la historia. Creo que ese mail que me envía dice mucho de cómo se dio el proceso. Ahí él dice que siente que el relato es la punta del iceberg de lo que realmente se vivió ahí y que, más allá de la experiencia de supervivencia en los Andes, lo entusiasma contar cómo es la experiencia del hombre frente a la muerte», analiza Vierci, en la antesala del estreno de la película en la plataforma que le dará masividad al film, que ya ganó el premio del público en el Festival de Cine de San Sebastián y fue elegida por España para ser la candidata oficial a Mejor Película Internacional en los Oscar.

Aquel correo, que Bayona le envió en 2011, intenta convencerlo de filmar la historia: «Hay algo que me obsesiona de sobremanera en su historia y es esa visión profundamente humana y optimista del hombre. Creo que el corazón desnudo del que habla Adolfo Strauch, donde el ser humano se entrega al otro no ha sido llevado realmente al cine. Creo que no hay mejor motivación a la hora de hacer una película que la de hablar de la dignidad a la que Roberto Canessa (uno de los sobrevivientes de la tragedia) se refiere cuando habla de la chance de vivir la vida de aquellos que no tuvieron la oportunidad de hacerlo».

En estos cincuenta años, la historia de la tragedia de los Andes ha sido reflejada desde la ficción desde distintas miradas. En 1974, se publicó «¡Viven!», del novelista, historiador y biógrafo británico Piers Paul Read, que se convirtió en bestseller y fue llevado al cine en 1993 con Ethan Hawke representando a Nando Parrado.

¿Por qué volver a hacer otra película después de semejante tanque de Hollywood? Faltaba otra dimensión de la historia: la más humana, un relato más ontológico que da cuenta de lo que este grupo de sobrevivientes dice sobre la condición humana.

El relato de Vierci calzaba perfecto para esos fines. En 2006, el autor ascendió hasta el glaciar en el Valle de las Lágrimas donde está sepultado el fuselaje del F571 junto a cuatro de los sobrevivientes y esa experiencia, presente en el prólogo de «La sociedad de la nieve», le permitió dar con el espíritu del libro que publicó por primera vez en 2008. «El mail de Bayona me sedujo, a mí y a los sobrevivientes, porque entendía ese corazón del libro. En aquel momento evaluábamos otras opciones para llevarlo al cine y las descartamos inmediatamente. Como uruguayos, enfrentamos algunos prejuicios como que hacer una superproducción era un suicidio en términos del negocio. Y Bayona se animó. No tuvimos que acomodarnos a un esquema de trabajo de bajo presupuesto sino que contamos con todos los recursos y eso está a la vista», cuenta Vierci, quien ofició de productor asociado del proyecto y que se ocupó de que el espíritu del libro se respetara y, a su vez, de trabajar de intermediario entre el director, los sobrevivientes, los familiares de los muertos.

«El desafío -recuerda el autor sobre los inicios del proyecto- era contar una historia donde todos estén en pie de igualdad, los sobrevivientes y los muertos. Y que, además, diera cuenta de los distintos tipos de heroísmo: los que dieron todo desde lo físico, los que no tienen la recompensa de sobrevivir pero que apostaron a ser parte de la sociedad de la nueve, los más espirituales…Había que lograr un relato coral que permitiera que el espectador asumiera los dilemas como propios».

¿Qué contar después de más de 50 años? «Siento que el relato de la tragedia es como una carrera de postas. Hoy podemos hacer una reflexión que parece obvia pero que era imposible hace unos años: hay vivos porque hay muertos. El pacto de entrega mutuo fue muy fuerte, es el ejemplo de solidaridad más fuerte que conozco. La película le pone nombre y rol a los que murieron porque la aventura de los sobrevivientes fue tan desmesurada que siento que ha opacado a los que murieron. Pero esto ha requerido tiempo y reposo», sostiene el autor e insiste con la idea detrás del proyecto: «Necesitamos este tipo de historias porque dicen algo de la condición humana en el plano de lo universal: el hombre no es el lobo del hombre. La tragedia de los Andes, en pleno siglo XX -el siglo de las matanzas y las guerras- nos dice lo contrario de las distopías e ilumina la condición humana».


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