La Maravillosa Sra. Maisel: la vida no es túnel color de rosa

El humor es una forma de lucidez implacable, y la creadora de “La Maravillosa Sra. Maisel”, lo sabe: prejuicios, machismo y maternidad en la serie que termina el mes próximo.

Siempre hubo un dejo agridulce en “Gilmore Girls”, la comedia de los 2000 que fue un suceso y que narraba la historia de una madre soltera y su hija, en un pueblito encantador. La comedia está hecha siempre con jirones de drama hilvanados entre risas. Y este era el caso: había sonrisas y había lágrimas.


Lorelai Gilmore (Lauren Graham) tuvo a Rory (Alexis Bledel) a sus 16 años y la crió sola, distanciada de sus padres, un matrimonio de sólida posición social y de más sólidos pensamientos. Fueron siete temporadas más un regreso diez años después, para demostrar que la vida, la de las chicas Gilmore y la vida en general, tiene humor y también sonados desencantos.


Los creadores de ese clásico de la tevé, el matrimonio Amy Sherman-Palladino y Daniel Palladino, son la misma dupla que está detrás de “La maravillosa Sra. Maisel”, que el mes próximo dirá adiós definitivamente, seguramente convertida en un clásico también.


“La Maravillosa Sra. Maisel”, cuyos primeros episodios están disponibles en Amazon prime, tiene la velocidad de los diálogos que son marca registrada de los Palladino, y está plagada de referencias culturales e históricas. Pero sobre todo, desborda de situaciones que en otras manos serían cliché, y que aquí son de una sofisticada sutileza.


Amores, prejuicios, maternidad y machismo



Miriam “Midge” Maisel es lo que se conocía en la época como JAP (princesa judío americana), una mujer de una familia acomodada y quizás un poco caprichosa. Pero en este caso, la princesa es comediante y circula más allá de la 5ta. Avenida. Todo un ambiente que Amy Sherman-Palladino conoce a la perfección: no solo es de origen judío, sino que es hija de Don Sherman, un comediante que hizo stand up, durante los años 40, 50 y 60 en Nueva York.


Ella conocía el detrás de escena. Quizás por eso no le gustan los personajes heroicos y sin fisuras. Sus criaturas, desde la Sra. Maisel a sus padres, pasando por su ex marido y su representante, son seres que a primera vista pueden parecer estereotipados. Pero con el correr de los capítulos y de los aparentes gags, todo muestra el lado B, eso que hay dentro de cada cáscara, cierta oscuridad, la complejidad que se esconde detrás de cada escenografía y vestuarios de maravillosos colores pastel.


Como muestra bien vale el arranque de la quinta temporada, que transcurre en 1981 y muestra a la hija de Midge Maisel, una adolescente verborrágica pero algo traumatizada por la poca atención que le dio su madre durante su infancia. O su hijo Ethan, que ahora es un joven, que está trabajando en una plantación de lechugas en Israel, y recibe la visita inesperada de su madre, que viaja hasta allí en un helicóptero, como una diva de la comedia. Ya lo había dicho la maravillosa Maisel en uno de sus monólogos, en el escenario, algo más de dos décadas atrás: no nació para ser madre y sus hijos le importan menos de lo que está dispuesta a admitir. Todo está revestido de comedia, y de velocidad, pero la serie esparce esas cuotas agridulces que la transforman en algo mucho más eficiente que risas huecas.

La inesperada visita de Mrs Maisel a su hijo Ethan en un kibutz, en Israel.


Lo mismo ocurre con temas como el machismo y el difícil camino que debe emprender Midge para transformar su don para la comedia en un trabajo en el que se la reconozca. En la última temporada, cuando finalmente consigue y acepta un lugar como escritora para una famosa figura de la tevé norteamericana, debe abrirse a codazos un lugar en el masculino mundo de los redactores.


Aunque todo es ficción, la serie se permite la incorporación de un personaje real: el comediante Lenny Bruce. Figura imprescindible en la historia de la comedia americana, y pionero a la hora de pensar al monólogo cómico como un espacio fecundo para la incorrección política. El Lenny Bruce real -que murió de una sobredosis de morfina- usó su gracia para hablar de política, religión, sexualidad, drogas y racismo en épocas donde nadie lo hacía. En 1964, fue condenado en un juicio por obscenidad. Lenny tuvo un perdón póstumo, el primero en la historia del estado de Nueva York, por parte del entonces gobernador George Pataki, en 2003.

El actor que encarna a Lenny Bruce y el real.


Ahora, la adorable Sra. Maisel, que en la temporada cuatro se enamora de Bruce, es su heredera en la ficción: muestra un poco de la mugre que esconde el idealismo norteamericano de los 50, y se anticipa a algunos temas de hoy. Todo dicho a velocidad supersónica, con algunas dosis de humor, para hacer más soportable, menos endeble, su vida y la de todos.


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