Frágiles: sectas y muerte en un pueblo del sur
En un lugar de la Argentina (que en las gacetillas dice que es la Patagonia, aunque el paisaje no se le parezca tanto), hay una secta. Y allí, dominados pero en aparente armonía, viven hombres y mujeres que siguen a un líder que les repite que “todos somos uno”. Y en ese lugar de aparente armonía, hay crímenes y secretos que nadie quiere que se vean.
La historia que cuenta “Frágiles”, una serie de ocho capítulos que puede verse en Flow, se mueve en dos tiempos. Uno, hacia el fin del milenio (1995), que narra los comienzos de la secta y otro, ya en estos días, en los que Olivia Grecco, una asistente de fiscal viaja desde España a la Argentina y más precisamente aLos Pinares, el pequeño pueblito del sur argentino en el que el comisario y las autoridades hacen la vista gorda para que la secta funcione a cambio de algunos favores.
Olivia Grecco tiene una misión compleja: acaba de aparecer, tras cinco años, Helena, la hija del presidente del Tribunal Supremo de España, de la que no se sabía nada desde que había viajado a la Argentina como mochilera.
Este es un punto inverosímil del guion porque aunque la buscaba Interpol y aunque el padre tiene un cargo importante, la justicia española solo manda a la asistente de la fiscalía a que se encuentre con Helena.
Lo cierto es que Helena (que ahora se hace llamar H), vive en la secta y sólo se presentó en la comisaría para lograr que Olivia vuelva al país y vuelva a la secta.
Olivia no recuerda casi nada de su pasado. Pero al comienzo del primer capítulo es fácil entender que Olivia es hija de una de las tres mujeres que cayó bajo el influjo del siniestro Camilo, que quedó embarazada de él, y que fue asesinada por él, después de lograr que su pequeña hija salga corriendo de esa secta y sea llevada a España adonde la crió su tía.
Olivia no recuerda nada – o no recuerda casi nada- pero los habitantes más grandes de esa comunidad mesiánica que se llama El Destino saben quién es ella. Sobre todo lo sabe Camilo (Ludovico Di Santo), que está encerrado, en un estado cercano al delirio, pero que aún así sigue tomando decisiones, y lo sabe también su hermano Eugenio (Luciano Cáceres), los principales líderes de l escalofriante culto que guarda secretos atroces.
Por fuera de algunas situaciones poco creíbles (como el viaje de Olivia en solitario para rescatar a la joven extraviada, pero también los manejos del comisario como si fuera el dueño del pueblo, sin que nadie diga nada, o incluso el ingreso a la secta para investigar con un celular que no tendrá señal como todo recurso), la serie tiene un trabajado y logrado sentido estético: la naturaleza, los lugares, los espacios, las luces y sombras suman más suspenso a una trama que se va complejizando a medida que avanzan los capítulos.
En ese sentido, los aportes del director de fotografía, Fernando Acatto, contribuyen a la ambientación sombría y al tono inquietante de este thriller.
El guion, elaborado por un equipo que forman Lucas Molteni, Nacho Viale, Diego Palacio, Juan E. Cordoni y Luciano Cocciardi, logra mantener el suspenso y hacerlo subir de tono a lo largo de los ocho episodios.
La historia va y viene de 1995 a la actualidad para ir ajustando las puntadas de una historia que necesita de ese pasado para entender el presente.
Sin adelantar más que lo necesario, ya en el primer capítulo aparece Sara, la mamá de una Olivia que en ese momento no tiene más de cuatro años. Sara es una de las cuatro mujeres elegidas por el líder, Camilo, para tener su descendencia dentro de la comunidad. A esa altura y poco antes de que comience el año 2.000, Sara decide que los dos niños que están en la casa, su hija Olivia, y un niño que evidentemente es hijo de alguna de las otras tres, escapen de ese lugar. Solo la niña lo logra.
La siguiente escena, aún en el primer capítulo, muestran a una Olivia de más de veinte años, viviendo en España, trabajando como asistenta del fiscal. La aparición de Helena la lleva a la Argentina y ella sabe que ese movimiento la devolverá a su tierra natal . No sabe todo lo que la espera. Pero de apoco y a lo largo de los 8 capítulos, irá desarmando el ovillo en el que se esconden no sólo algunos crímenes sino, y sobre todo, su propia historia.
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