Estrenos de cine: «Los que se quedan» y un retrato emotivo de la importancia de las conexiones humanas
Llega a los cines la última película de Alexander Payne. Un cuento de navidad que tiene humor y subraya la importancia de las relaciones humanas.
Emotiva y humorísticamente desgarradora, «Los que se quedan», la película que vuelve a reunir al cineasta Alexander Payne y al actor Paul Giamatti, esta vez en el genial rol de un antipático profesor de un colegio secundario que queda al cuidado de un grupo de alumnos durante Navidad, estrenará el jueves en salas locales para recuperar, sin moralismos ni exageraciones, la importancia de las conexiones humanas.
El director estadounidense -una de esas figuras que por las fuerzas del marketing y la pompa hollywoodense suele quedar relegado entre sus pares- regresa tras seis años de pausa para honrar el contrato de lectura que cultivó con el público a lo largo de su filmografía, uno anclado en una mirada empática y honesta sobre los mundos íntimos y las relaciones personales a la que no le hace falta recurrir a los golpes bajos para adquirir, mediante un cruce característico entre comedia y drama, su mejor dimensión.
Atraído por personajes rotos puestos a prueba por encrucijadas de la vida, con resultados con los que cualquiera puede identificarse, Payne es, sin dudas, uno de los grandes narradores del séptimo arte moderno. «La elección» (1999), «Las confesiones del Sr. Schmidt» (2002) y la hermosísima «Nebraska» (2013) son algunos de los ejemplos de esa destreza, que alcanzó la distinción de la Academia estadounidense con los premios a Mejor guion adaptado para «Los descendientes» (2011) y «Entre copas» (2004), donde Giamatti encarnaba a un maestro deprimido, con frustradas aspiraciones de escritor y sommelier aficionado, que se embarca junto a un amigo en un viaje por los viñedos californianos.
«Esa fue quizás la más feliz colaboración que haya tenido con un actor, y eso que tuve muchas. Creo que Paul es el más grande. Lo respeto mucho y me parece que él llegó a respetarme como director y le gusta mi sensibilidad. Cada toma que hace es creíble y novedosa. No hay nada que no pueda hacer», dijo el realizador a la prensa sobre este nuevo emprendimiento, a dos décadas de aquella primera experiencia.
El halago para el intérprete, que construyó su carrera fundamentalmente a base de papeles secundarios y fue reconocido con una nominación al Oscar por su trabajo en «El luchador» (2005), se verifica con claridad en «Los que se quedan», donde da vida a Paul Hunham, un docente de Historia antigua de la Academia Barton en la Nueva Inglaterra de 1970, cuando todavía eran comunes los institutos pupilos para varones.
Estricto y antisocial, Hunham se hace odiar tanto por sus alumnos como por sus colegas, que no tienen reparo en encajarle la indeseable responsabilidad de quedarse a cargo de los adolescentes que, por distintos motivos, no pueden irse con sus seres queridos durante el descanso por las Fiestas. Sin embargo, el grupito de estudiantes pronto se reduce a un solo integrante, Angus Tully -a cargo del joven Dominic Sessa, en su muy destacado debut cinematográfico-, un chico inteligentísimo que sufre de una complicada dinámica familiar.
El panorama se completa con la presencia de la jefa de cocina de la escuela, Mary Lamb (Da’Vine Joy Randolph), una mujer en pleno duelo por la muerte de su hijo en la guerra de Vietnam. Dejados a su suerte, el trío pasará, a los palazos y con mucho recelo, de las provocaciones y la desconfianza a aventurarse en una serie de escapadas, conversaciones y gestos que les permitirá redescubrirse -a sí mismos y entre ellos- y encontrar una compañía invaluable para amigarse con los rencores de su existencia en ese siempre delicado momento del año.
«Ya había mucha complejidad en el personaje por cómo fue escrito. Un buen guion te ayuda a estar en un lugar en el que puede pasar cualquier cosa, y tener un buen director que no te limite es muy importante. Es una película sobre estas tres personas que, de la manera más inesperada, crean un vínculo, encuentran un punto en común. También es una linda historia sobre el sacrificio, y espero que transmita esta sensación de humanidad vivida, que se sienta reconfortante», explicó Giamatti, que por este papel ya ganó en los Globos de Oro y los Critics’ Choice Awards, mientras espera repetir el triunfo en los premios del Sindicato de Actores, los Bafta británicos y los Oscar.
Las actuaciones de «Los que se quedan» -por lo que Randolph también se alzó, hasta ahora, en los mismos lauros que el protagonista- son quizás lo más notable y fundamental de esta trama ingeniosa, que sabe sacar risas mientras es lo suficientemente dura sin escarbar para forzar lágrimas. Y si bien encaja a la perfección con la sintonía navideña, bien podría desarrollarse con la misma eficacia en otros contextos y tiempos: ahí radica lo infalible de su núcleo, embellecido aún más con una confección sencilla y artesanal, alejada de la espectacularidad del cine de impacto que abunda hoy en día, en el que entran títulos que dominaron el 2023 como «Oppenheimer» o «Barbie».
En ese sentido, Payne, que para este filme empleó recursos vintage en la fotografía, el montaje y hasta en la música, agregó: «De alguna manera, siempre hice cintas ‘setentosas’. Me enfoco en relatos como este, en oposición a aquellos repletos de dispositivos, convenciones o estrategias. Me gusta tener un protagonista y una historia que se aproximen a la vida real más que a la vida de las películas. Ahora sé que hacer películas de época es lo más cercano a viajar en el tiempo, por eso esta experiencia fue hermosa», aseguró.
Acreedora de cinco nominaciones para los próximos galardones de la Academia de Hollywood, «Los que se quedan» llega, a contramano de todo panfleto y condescendencia, como un abrazo introspectivo y en modo pantalla grande para recordar que no hay mejor bálsamo para el dolor que la vulnerabilidad.
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