Estreno en Netflix: “La sociedad de la nieve”, los vivos y los muertos de la tragedia de los Andes
Roberto Canessa ha pasado dos tercios de su vida contando cómo enfrentó temperaturas bajo cero, dos avalanchas, escaló los Andes y comió carne humana para sobrevivir al terrible accidente aéreo que marcó su vida a los 19 años. Pero sigue sorprendiendo, ya que en el fondo se trata de un relato tan profunda e intrínsecamente humano como lo es el instinto de supervivencia. Por eso, para el uruguayo vale la pena contarla otra vez, y otra vez, y otra vez.
La tragedia – o el milagro – en los Andes regresa a la gran pantalla con “La sociedad de la nieve”, de Netflix, que se estrenó en diciembre en algunas salas de cine en varios países y que puede verse desde hoy en la plataforma de streaming Netflix.
“Todos tenemos nuestra cordillera”, dijo Canessa. “Y hay mucha gente que está trepando la montaña ahora. Hay que decirle que no se desanimen, que sigan adelante”.
Dirigida por el español J.A. Bayona (el mismo de “Jurassic World: El reino caído” y “Lo imposible”), “La sociedad de la nieve” se centra en la odisea que atravesaron los jóvenes integrantes de un equipo aficionado de rugby uruguayo cuando el avión en el que viajaban hacia Chile se estrelló en la Cordillera andina en 1972.
El título y la historia salen del libro homónimo del uruguayo Pablo Vierci, quien recoge los testimonios de los miembros de “la sociedad de la nieve”, ese hecho que mantuvo en vilo al mundo durante varias semanas, hasta que los intentos de rescate fueron aplazados por las condiciones meteorológicas. Casi nadie podía imaginar que el impacto había dejado sobrevivientes.
Vierci nunca olvidará cuando escuchó los 16 nombres. ¡Estaban vivos dos meses después de estrellarse en un avión en los Andes! Ahora, medio siglo más tarde, el filme sobre su increíble epopeya honra también a los 29 que murieron. “Faltaba contar la historia global”, dice Vierci, productor asociado de la película. “Tendimos a focalizarnos tanto en los sobrevivientes porque era tan desmesurado, tan épico lo que habían logrado, que quedaban en las sombras los otros 29, que además, en un caso bastante atípico, los 16 están vivos gracias a que hubo muertos”, señala Vierci, compañero de colegio y vecino de muchos de los que iban en ese fatídico vuelo 571.
Doce personas murieron el 13 de octubre en 1972 cuando el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar de Montevideo a Santiago al equipo y a sus amigos y familiares, cayó en el Valle de las Lágrimas en los Andes argentinos, muy cerca de la frontera chilena y a casi 4.000 m de altura. Otros 17 fallecieron luego en la montaña.
Para Canessa el nombre representa un pacto que nace cuando la vida desafía, “cuando la sociedad civilizada te deja de lado”.
“Cuando tenés un equipo de rugby, vas en un avión a Chile a jugar un partido y de repente estás en un accidente aéreo (…) Por supuesto que el ser humano enseguida piensa que lo van a venir a rescatar. Pero empiezan a pasar los días”, dice.
“Tenés que hacer tu propia agua, tenés que comerte a los muertos porque si no te vas a morir. Los muertos están ahí, al lado tuyo. Empezás a ver la muerte de otra persona, no con tristeza por él, sino con tristeza por ti, porque estás como en lista de espera”.
“Faltaba algo”
“Lo que nos pasó en los Andes es absurdo”, dice Canessa, uno de los 16 que vivió para contarlo.
El ahora cardiólogo recorrió la cordillera en la época junto a su amigo Fernando Parrado durante diez días hasta conseguir ayuda.
La impactante historia ya fue tema de la película mexicana “Supervivientes de los Andes” (1976), de René Cardona, y la producción de Hollywood “¡Viven!” (1993), de Frank Marshall, con Ethan Hawke y Josh Hamilton. E inspiró documentales, como “La sociedad de la nieve” (2007), del uruguayo Gonzalo Arijón.
Pero el film de Bayona, que empezó a idearse en 2016, es especial porque cumple “varias premisas imprescindibles”: tiene la anuencia de todos los sobrevivientes y los deudos, es hablado en español y muestra ese “no claudicar” que es parte de la idiosincrasia uruguaya, según Vierci.
No es cine catástrofe, ni película de aventuras, ni thriller. “Es una experiencia emocional inspiradora, en la cornisa entre la vida y la muerte, y no obstante esperanzadora”, resume el escritor de 73 años.
Bayona, que quería contar la historia en su lengua natal, sintió que “faltaba algo por contar”.
“Esta es una historia que se va a contar siempre desde el lugar de los vivos, de los que regresan, pero los que quedaron allí fueron fundamentales, y había muchas razones para que esta película se contara desde el lugar de los otros”, explicó en noviembre, cuando estuvo en el Festival de Cine de Mar del Plata.
Acompañado en la charla por las productoras Belén Atienza y Sandra Hermida, y los protagonistas Enzo Vogrincic, Agustín Pardella y Matías Recalt, el director explicó que al igual que en otros trabajos, buscó que “la historia fuera la excusa para contar algo más, trascender la anécdota”.
Aseguró que al igual que en “Lo Imposible”, su filme de 2012 con Naomi Watts e Ewan McGregor sobre el tsunami que golpeó al sudeste asiático en 2004, “la historia de estas personas fue muy impresionante, y la vivencia es realmente muy notoria, pero sin embargo hay que trascender esa historia para contar algo que sea universal”.
“Ahí es donde viene el trabajo de investigar, y ahí yo intento buscar un punto de acercamiento con los personajes, para entender qué hay de mí en esos personajes, o qué cosas tenemos en común que resolver y ahí empiezan las particularidades”, destacó.
En ese sentido, contó que a lo largo de los diez años que llevó el trabajo en la película -atravesados por contingencias operativas, meteorológicas y hasta sanitarias como la pandemia-, su obsesión “era el relato”, ya que entendía que en otras recreaciones de este hecho “estaba muy simplificado, y por ahí solo se hablaba de héroes”.
Su objetivo desde el primer momento fue que ninguno de los pasajeros del trágico vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya “se llevara el protagonismo absoluto por encima de los otros”.
“Fue lo más difícil encontrar el ángulo desde el que contar la historia. El reto era hacerlo desde un lugar que tuviera sentido”, recordó.
Bayona contó que varios guiones fueron a parar a la basura, hasta que “de poco a poco, de manera intuitiva, la película se fue desplazando hacia el foco que finalmente tomó”, con la narración a cargo de Numa Turcatti, uno de los rugbiers accidentados y el último en morir en la montaña.
Interpretado por Enzo Vogrincic, es el hilo conductor de “La sociedad de la nieve”. Para el uruguayo de 30 años el rol fue una oportunidad y un desafío.
“Una manera de vivir”
Para retratar el impacto de la cordillera, los actores aumentaron y perdieron peso, y pasaron horas sumergidos en la nieve. “Esta historia parecería que no hay manera de contarla si no pasa uno un poco por el sufrimiento”, explica Vogrincic.
El actor, que padeció hambre y frío constante durante la filmación e incluso grabó escenas con fiebre, describió como “tortura” el rodaje de las avalanchas.
Pero todo, dijo, “se agradecía” porque facilitaba la actuación y “la conexión con lo real, que te conmueve mucho”.
Para Canessa, “todas esas características hacen que sea una película prácticamente científica con el experimento de los pobres actores que los hicieron pasar las mismas penurias que nosotros”.
“Con la ventaja que al fin del día se iban (…) Era un trabajo, lo nuestro era una manera de vivir”.
“Es una versión súper light de lo que pasó en la cordillera. Lo pasamos mucho peor. Si yo tengo una película de cómo lo pasamos nosotros, la gente se para y se va del cine”, dijo, seguido de una carcajada.
La película, presentada en la clausura del festival de Venecia, entró en la lista corta para el Óscar a la Mejor película internacional representando a España. También es semifinalista en las categorías de efectos visuales, maquillaje y banda sonora.
Canessa, que luego de su expedición en la cordillera aprendió a llevar la vida paso a paso, recomienda verla con perspectiva: “Siéntate en el cine y déjate llevar para pensar qué harías tú si se te cae el avión en la vida”.
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