Música para Volar en Neuquén: deconstruyendo Soda Stereo
El grupo rosarino vuelve a esta ciudad con su nuevo espectáculo “Soda Sinfónico” para dos shows en continuado, el viernes, en el Cine Teatro Español. Entrevistamos a Bruno Moreno, pianista y arreglador, quien revela el secreto para abordar una obra perfecta.
Música para Volar lo hizo otra vez. O, mejor aún, lo hará otra vez. El proyecto rosarino que interpreta la música de Soda Stereo regresa a Neuquén y, como cada vez que esto sucede -y sucede seguido-, agota la primera fecha y suma una segunda función. Porque, a la fecha original de este viernes a las 20, en el Cine Teatro Español, agregaron un segundo concierto el mismo día y en el mismo lugar, pero a las 22:30, para presentar su nuevo espectáculo: “Soda Sinfónico” con arreglos originales para orquesta sinfónica y coro polifónico dirigidos por Pablo Sobrino.
El grupo conformado por José Mateucci (batería y voz); Alexis Thompson (guitarra); Julieta Sciasci (bajo y voz); y Bruno Moreno (piano) estará acompañado en escena por más de 50 músicos, con orquesta y coro polifónico. Las entradas se pueden adquirir en locales Croma (Sarmiento 2 y Perito Moreno 151 de Neuquén) o de manera online a través de mpvolar.com.ar.
Bruno Moreno, además de ser el pianista de Música Para Volar, es el cerebro del proyecto musical, el encargado de todos los arreglos para orquesta de una obra perfecta. Pero ¿qué se puede hacer ante una obra perfecta? De eso y de cómo está hecho este espectáculo, entre otras cosas, habló el músico con Río Negro.
Sobre el concierto que darán este viernes en Neuquén, Moreno contó que éste fue pensado alrededor de un concepto que los ayudó a pensar una lista de temas posible y ese concepto es el de ritual, ya sea por una referencia en las letras o por las imágenes que usan en las puestas en escena. “Tiene esa unidad conceptual, el ritual como forma de encuentro a través de las canciones, en esa faceta ritual que siempre ha tenido la música, la de juntarnos a escuchar la música que nos gusta”.
En el brainstorming que desataron los “músicos para volar” por primera vez siguieron el resto de lo que decían las letras. Si hasta ahora el concepto que daba sentido a sus espectáculos iba detrás de lo sonoro, esta vez fue detrás de la lírica de Soda. Y comenzaron a pensar en lo ritual como hilo conductor. A veces esa búsqueda era literal, como el caso de “El rito”, pero en otras ocasiones se trataba de alguna frase o una imagen que los conectaban con esa idea de ritual. “En realidad”, confiesa Moreno, “las hacíamos dialogar nosotros mismos con nuestra imaginación, no era que las canciones hablarán explícitamente de rituales. Fue un juego conceptual que nos sirvió para organizarnos”.
Una vez escuche decir a un pintor que cuando alguien pinta un paisaje, ese cuadro le debe más a los cuadros anteriores que al paisaje mismo. En la música eso es clarísimo y no porque se copie, sino porque el lenguaje es así».
Bruno Moreno, pianista y arreglador de Música para Volar
Este camino para encontrar una lista diferente le permitió al grupo encontrarse con músicas poco visitadas, uno modo, en definitiva, de no repetirse. “Explorarnos mucho más el disco Dynamo, que casi no lo habíamos tocado y en este show tocamos tres o cuatro temas”, dice Moreno. “Es un disco que viene después de Canción Animal, nada menos, y ellos en vez de repetir la formula hacen algo totalmente distinto, capas y capas de guitarras distorsionadas como en ‘Primavera 0’ y ‘Remolinos’. Están muy finamente orquestadas, no son solo una bola de ruido, hay una especie de ingeniería musical. Para mí fue un desafío orquestar eso. Otro disco que no habíamos explorado mucho y que sí hicimos esta vez es el primer disco, ese Soda más bailable”.
Soda Stereo, música para (des)armar
Música para Volar es un proyecto que funciona por varios motivos. El más importante: la calidad musical de cada uno de sus integrantes y la química que hay entre ellos sobre el escenario. También porque saben qué hacer con semejante tesoro como lo es la música de Soda Stereo. Y la clave para que esto suceda está en Bruno Moreno, encargado de los arreglos para orquesta de la música de Soda.
“Cuando comencé a trabajar con los arreglos tenía miedo de que me quedara muy kitsch, que quedara algo berreta queriendo ser refinado”, confiesa. “Y me puse a pensar en cuál sería el método que me alejara de ese riesgo y así fue que me di cuenta de que en realidad no había nada que cambiar; entonces, me dediqué a desgrabar todo lo que escuchaba, me ponía los auriculares y empezaba a escribir todo lo que escuchaba, una y otra vez escuchaba las canciones y desgrababa todas las guitarras, todos los pedales, todo (risas). Cuando tuve ante mi toda desplegada esa galaxia de notas las empecé a orquestar: ‘esto ahora va para un clarinete, esto otro va para violines…’ Las pasaba por el cristal de la orquesta. Usaba esa orquestación como una forma de arreglo. El primer tema que hice fue ‘Puente’, un tema lleno de guitarras. Descubrí una forma de trabajar y así hice todos los espectáculos, siguiendo ese criterio, y me fascinó”.
Fue un proceso de años al que, en un momento, Moreno le agregó una variable: «Me di cuenta de que todas las músicas dialogan con músicas anteriores. Una vez escuche decir a un pintor que cuando alguien pinta un paisaje, ese cuadro le debe más a los cuadros anteriores que al paisaje mismo. En la música eso es clarísimo y no porque se copie, sino porque el lenguaje es así. Si incorporás la noción que un acorde, un ritmo, una sonoridad está dialogando con todas las demás. De repente el riff de ‘Primavera 0’ me lleva a Led Zeppelin, voy a buscar material de Led Zeppelin y lo incorporo a ‘Primavera 0’. Las citas están ahí, yo solo las voy a buscar. Puedo hacerlo desde la orquestación por caso y eso me generó un entusiasmo enorme. Tengo un acorde y me pregunto dónde me lleva, como una especie de hipervínculo”.
Bruno Moreno reniega de la palabra arreglar. “Es una palabra fea porque pareciera que uno viene a mejorar algo roto”, señala. Pero, ¿se pueden generar arreglos sin arreglar? Quizás, de lo que se trate sea de imaginar, dialogar y conectar. “La obra (de Soda Stereo) es perfecta y no necesita que la vengas a mejorar”, sostiene, pero, como todas, “es una obra que dialoga con muchas otras músicas y yo puedo establecer ese diálogo en mi imaginación y materializarlo en un arreglo. Si tengo esas dos cosas, soy feliz”.
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