«Los delincuentes» es la candidata Argentina a los premios Oscars

La Academia de Cine Argentina eligió al filme de Rodrigo Moreno para representar al país, buscando un lugar en la terna de producciones extranjeras

La Academia de Cine argentino anunció la película que representará a la Argentina en la próxima entrega de los premios Oscar. Se trata de «Los delincuentes», quinto filme en solitario del realizador argentino Rodrigo Moreno, que tuvo una gran repercusión en Cannes.

En realidad, este es el primer paso para llegar la nominación como mejor producción extranjera y participar de la entrega prevista el 10 de marzo de 2024. Antes, hay que pasar dos escalones: el 21 de diciembre, la Academia de a conocer su lista preliminar de quince finalistas, un número que luego se reducirá a los cinco que formarán parte de la ceremonia de entrega de los premios. Los títulos nominados serán anunciados el 23 de enero de 2024.

Inspirada en «Apenas un delincuente» -de 1949, dirigida por Hugo Fregonese-, llegará a las salas nacionales el 26 de octubre.

Localizada entre Buenos Aires y las sierras de Córdoba, dividida en dos partes y de algo más de tres horas de extensión, «Los delincuentes» es probablemente el filme más ambicioso y logrado del realizador que tuvo explosiva repercusión con «El custodio» en 2006.

Se trata de una exigente apuesta que nunca se demora innecesariamente en los planos y donde las tres horas de duración corren con gracia y livianamente para una historia que habla, como muchos de los filmes de Moreno, del sueño de vivir liberado de la opresión de la rutina y las formas, legales o ilegales, que uno podría inventarse para escapar a la pesadilla del yugo diario.

No ajeno a este sueño es la idealización de la vida y lugares de otros, en este caso, el bucólico paisaje de las sierras cordobesas, allí donde se levanta un bosque de pinos sobre el río Talita, dejando atrás la belleza de Unión de los Ríos, en el sudoeste de la provincia mediterránea y donde concluyen las sierras de Comechingones que vienen de Mina Clavero y algo más arriba.

Con un elenco formidable, donde destacan por sobre un altísimo nivel general la composición de Esteban Bigliardi (mucho más flaco) y Margarita Molfino, pero acompañan a la par un seleccionado de notables actores de cuarenta y más años como el salteño Daniel Elía, Cecilia Rainero, Mariana Chaud, Germán De Silva (en dos papeles), Laura Paredes, Javier Zoro, Gabriela Saidón y Lalo Rotavería, entre otros, «Los delincuentes» nunca pierde la dulzura del humor y la cercanía del juego, pero no se trata, para nada, de un chiste.

El tesorero de un banco de la ciudad de Buenos Aires (Morán) decide robar la empresa financiera para la que trabaja con el objetivo de liberarse de la condición asalariada y vivir del ocio, para lo cual involucra, sin consultar, a un cajero, de nombre Román que, casi por obligación, acepta el juego.

Morán no tiene problemas de pagar los costos, y a los fines del goce hace el cálculo (tres años de cárcel y 20 sin trabajar, dice, palabras más, palabras menos en una parte del filme).

La situación no deja de evocar el caso Fendrich, de aspectos similares, aunque el filme no parece haber recurrido a este historia sino a un antecedente cinematográfico argentino, la película «Apenas un delincuente», de Hugo Fregonese de 1949, que le sirve de excusa, aunque Moreno propone una ética y una visión diferentes para su personaje Morán, que lleva el mismo nombre del de la cinta de Fregonese.

Recién comenzado el filme, Morán perpetra el robo (los sueldos que él y su socio cobrarían hasta el día de retirarse), luego viaja a las sierras de Córdoba y se entrega a la policía, siguiendo el plan pergeñado (que a grandes líneas sigue el recorrido del filme de Fregonese).

A partir de entonces, las presiones y el protagonismo recaen sobre Román (Bigliardi), que continúa trabajando en el banco y es el que resguarda el dinero del robo.

Por sugerencia de Morán, Román viaja a Córdoba y algo sucede. Lo que se cuenta en la segunda parte es lo que sucedió con Morán en Córdoba, y el desenlace del filme, que concluye con la histórica versión de «Adónde está la libertad», de Pappo’s Blues, vinilo que circula durante todo el filme y se hace oír sobre los títulos.

Moreno escapa a toda afectación, el suyo es, antes que nada, un deleite cinematográfico que se interesa en las formas de filmar la ciudad y el campo (las sierras) pero también de resaltar las situaciones y los momentos.

Nada está de más, los personajes hablan y se exponen sin tapujos y este filme de Moreno escapa a la brevedad austera, a veces hierática, que cultivó por muchos años en Nuevo Cine Argentino, de quien el realizador de «Reimon» y «Un mundo misterioso», es uno de los grandes nombres, algo que tangencialmente aparece en la última dedicatoria de la película, al realizador y docente fallecido recientemente Rafael Filipelli.


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