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“Hackney Diamonds”, el disco que necesitábamos de los Stones (y no lo sabíamos)

La banda, que tiene la misma edad que el rock, este viernes editó su primer disco con canciones originales desde 2005, cuando publicó “A Bigger Bang”.

El arte no sirve para nada, lo sabemos. Hasta que nos envuelve y solo entonces sabemos qué tan necesario es el arte para nuestras vidas. Algo de eso sucede con “Hackney Diamonds”, el flamante disco de Los Rolling Stones publicado este viernes. Se trata del primer trabajo de la banda con canciones originales desde “A Bigger Bang”, editado en 2005.


¿Necesitábamos un nuevo disco de una banda cuyo integrante original más joven tiene… 76 años, una banda que se pasó 18 años sin grabar un disco con canciones propias, salvo un puñado de singles y cuyo líder es un adulto mayor de… 80 años? Sin obviar que, en el camino, perdió a su irreemplazable baterista. ¡Claro que no!
Hasta que ese disco que nadie espera ni necesita comienza y nos envuelve. Sólo entonces sabremos que sí, que lo necesitamos tanto como pocas cosas. Pero no cualquier disco, sino uno como “Hackney Diamonds”, una verdadera obra de arte que solo sabemos que necesitábamos cuando escuchamos el riff filoso de Keith Richards, todo un canon sobre cómo hacer rock en modo stone.


Pero no solo nosotros necesitábamos un disco como este de Los Rolling Stones. También ellos lo necesitaban. Nadie sabe que pasará en el futuro con esta banda, que, de sus cinco miembros originales solo quedan dos, más allá de que Ron Wood, ingresado en 1975, tenga su lugar bien ganado en la leyenda stone. Nadie sabe que pasará con el futuro de la banda decíamos porque, si algo sabemos, es que el tiempo es un evento relativo en la vida de Los Rolling Stones. Lo cierto era, porque ya no, que esta banda formada por Mick Jagger y Keith Richards un día de abril de 1962 se merecían irse con algo mejor que el olvidable, si acaso ya no olvidado, “A Bigger Bang”. En definitiva, el auténtico bigger bang, el gran estallido del rock sucedió aquel día de abril del 62 en la estación de Dartford.


“Hackney Diamonds”, nombre que remite a los vidrios rotos de las ventanillas de los autos del (ya no tan) peligros barrio londinense de Hackney, recorrió un largo y sinuoso camino que bien pudo tener un triste y solitario final. Comenzado en el ya lejano 2019, aquellas primeras sesiones con Don Was en la producción, no fueron productivas. Sin embargo, fue en ese tiempo que Charlie Watts grabó sus partes de batería incluidas en “Miss it Up” y “Live by the Sword”. En 2020, la pandemia interrumpió las sesiones y, antes de que pudieran retomar, en agosto de 2021, sobrevino la muerte de Watts.

En una entrevista con Los Angeles Times, en octubre de 2021, Jagger había contado que «Hackney Diamonds» estaría terminado desde hace tiempo si no hubiera sido por la pandemia de coronavirus. 


Cuando Jagger y Richards, pero, sobre todo Jagger, decidió que tenían que volver al trabajo y terminar el disco con Steve Jordan en la batería hizo dos cosas: le puso fecha y cambió de productor. El frontman decidió que el Día de San Valentín de 2023 sería el límite y que Andrew Watt, un “pibe” de 32 años pero con experiencia con artistas como Dua Lipa y Justin Bieber como con Ozzy Osbourne y Paul McCartney. Justamente, fue el bajista beatle quien le recomendó a Ronnie Wood que probaran con Watt.
Watt se hizo cargo de la grabación en Henson Recording Studios en Los Ángeles en noviembre de 2022. En total, la grabación principal duró unas cuatro semanas, seguidas de dos semanas de sobregrabaciones, y las voces de Jagger grabadas por separado, sólo después de que el trabajo de guitarra estuviera terminado.


Siempre, detrás de un gran disco, está el trabajo de un gran productor. O, dicho de otro modo, es imposible hacer un gran disco sin un gran productor detrás. Y eso fue Watt para “Hackney Diamonds”. Fue suya la idea de sumar a Elton John, Stevie Wonder y Paul McCartney; fue suya también la idea que los tres ocuparan un primerísimo segundo plano y, sobre todo, fue suya la idea de sumar a Bill Wymann. El bajista original de los Stones se sumó a la batería de Watts para “Live By The Sword” , reviviendo así la base stone. Una verdadera genialidad de Watt, el productor.

McCartney toca un bajo distorsionado en «Bite My Head Off» cabalgando al ritmo punk de la guitarra de Richards; Elton John aparece dos veces, en «Live by the Sword» con un piano al estilo Jerry Lee Lewis y en modo honky tonk en  «Get Close». Por su parte, Stevie Wonder toco piano y órgano Moog en la maravillosa  «Sweet Sounds of Heaven», de la que ya hablaremos.

“Luego de que Charlie (Watts) nos dejara, necesitábamos dejar una nueva huella con Steve (Jordan). Era importante reiniciar la banda”.

Keith Richards.


Las canciones mezclan los mismos ingredientes que los Stones han utilizado desde el principio: blues, rock, soul, country, gospel, pero son más ajustadas y con más garra que en cualquiera de los discos anteriores de la banda de finales de la era.

“El disco está grabado como un álbum de los Stones. No hay pistas de clic. No hay cuadrículas. No hay edición por ordenador. Esta mierda se interpreta en directo y se acelera y ralentiza. Está hecho al maldito ritmo de Mick Jagger, Keith Richards, Ronnie Wood y Steve Jordan. Y Charlie, cuando Charlie está en ello”, dijo Watt.


El primer single conocido fue “Angry”, todo un manual sonoro stone. No estaba mal, por supuesto, pero si de eso se iba a tratar el disco, no sería más que otro ladrillo en la pared. A las pocas semanas estrenaron “Sweet Sounds of Heaven” y, ¡Dios! sí que había algo grande por venir. Hecha de soul y gosspel, Jagger y Lady Gaga se elevan en una conmovedora plegaria con Stevie Wonder al piano… por si acaso hiciera falta algo más.
Y por si acaso este fuera el último disco de música original de Los Rolling Stones, Jagger y Richards lo cerraron pagando una extraña deuda consigo mismos: grabaron solo ellos, Mick en voces y armónica y Keith con una guitarra de los años 50, por primera vez en 61 años, el tema de Muddy Waters que les dio mucho más que un nombre: «Rollin’ Stone».


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