Entrevista: Chango Spasiuk eligió Neuquén para estrenar «Eiké», una verdadera joya entre el chamamé y la «world music»

El músico misionero presentará el próximo jueves 4 de mayo, en el Cine Teatro Español, su último disco. Producido en plena pandemia reúne un seleccionado de virtuosos músicos africanos, europeos y latinoamericanos, entre ellos Gustavo Santaolalla.

¿Qué es Neuquén para Chango Spasiuk? Una caja de resonancia, eso siente Chango que es Neuquén para su obra. Un lugar de escucha atenta y generosa de su música. Lo dice cada vez que puede. Y responde con lo mejor de sí: su música. Por eso, Neuquén será el lugar donde estrene “Eiké”, su último disco editado hace apenas una semana, una joya de la música popular argentina enriquecida por un seleccionado de virtuosos músicos de África, Europa y Latinoamérica, quienes, en plena pandemia, acompañaron a Chango en esta aventura extrañamente solitaria. Porque, si algo caracterizó la soledad de Chango durante la estricta cuarentena de 2020 fue la compañía de estos músicos y sus músicas.


Chango Spasiuk llega el próximo jueves 4 de mayo para interpretar en vivo, en el Cine Teatro Español, un disco imposible de interpretar en vivo porque, como dirá entre risas el propio Chango en un diálogo con RÍO NEGRO, solo sería posible si tuviera el presupuesto de los Rolling Stones. Pero, sabe bien Chango, que nada es imposible si se rodea de buenos músicos. Por eso, “Eiké” será interpretado por un ensamble integrado por Pablo Farhat (violín), Diego Arolfo (voz y guitarra), Marcos Villalba (percusión, guitarra y voz), Eugenia Turovetzky (violoncello) y Enzo Demartini (acordeón y guitarra).
Y aunque no cuente con un presupuesto del tamaño de los Rolling Stones, sí cuenta con una reputación que le permite llegar acompañado también del guitarrista noruego Per Einar Watle (con quien, en 2019, grabó “Hielo Azul Tierra Roja”) y el arpista paraguayo Sixto Corbalán, ambos partícipes de Eiké; el vientista argentino-cubano Rodrigo Sosa y Andrés Pilar (Don Olimpio) en el piano.


“Eiké” es un disco que no habría sido posible sin la pandemia, sostiene Chango. “Quería aprovechar el encierro de la pandemia para hacer algo constructivo y en principio iba a ser un disco solo. Tengo en mi casa, un piano de cola, un acordeón, puedo leer poesía, puedo improvisar, ¿por qué no hacerlo?”. De toda esa idea, lo que quedó es la Improvisación para Juana, que fue lo primero que empezó a grabar. “El disco arranca con esa improvisación para piano. Y es entonces cuando me empiezo a preguntar si me escribo con músicos que conozco y admiro, algunos de ellos los vi en 2019 en mis últimas giras, por qué no intentarlo”. Lo hizo: les escribo y ellos le contestaron. “A medida que iba proponiendo una canción imaginaba a quien llamar y empecé por Gustavo Santaolalla y por Carlos Núñez, quien me había invitado a tocar a fines de 2019. Estuvimos charlando y tocando juntos, arranqué por ahí”.

Chango Spasiuk produjo Eiké en la intimidad de su casa durante la pandemia, en 2020. (Fotos: Yonathan Adamchuk)


Entusiasmado, Chango siguió por el marroquí Majid Bekkas (laúd), a quien había visto en Francia a principios de 2019; el senegalés Boubacar Cissoko (korá), a quien había visto en el norte de Francia también en 2019. A todos ellos Chango los tenía bastante presentes, pues con todos ellos había pensado en voz alta cruzarse y hacer algo juntos alguna vez. Cuando empezó a grabar este disco se dio cuenta que era el momento de llamarlos. Lo mismo le sucedió con el noruego Per Einar Watle, el paraguayo Sixto Corbalán (arpa paraguaya), el francés Erik Truffaz (trompeta) el también noruego Steinar Raknes (contrabajo), y el brasileño Jaques Morelenbaun (violonchelo).
“La mayoría son reversiones de temas conocidos. Por ejemplo, “Pynandi” y “Mi pueblo, mi casa, la soledad” son temas que en algún momento había grabado. Otras son versiones muy viejas, como “Lucas”, un chamamé dedicado a mi padre que había grabado en 1991, pero que, mirándolo a la distancia, nunca me conformó y me parecía que ese tema se merecía una mejor versión”, cuenta Chango.


¿De qué más está hecho Eiké? De temas nuevos como esa improvisación para Juana que terminó siendo “Polca de Juana”, que es su hija más chiquita; “Gratitud”, que en su disco en el teatro Colon era una especie de preludio para violoncelo y violín nada más y al cual le compuso más música para que Erik Truffaz tocara lo que tocó.
En el disco hay muchos momentos interesantes para destacar. Quizás el más interesante de todos sea el que involucra a su primer acordeón. Cuenta Chango: “‘Siete higueras’ es el primer chamamé que yo aprendí a tocar y lo hice con mi primer acordeón, que mi padre me regaló hace 44 años. Tiempo después lo vendí, pero nunca grabé nada con ese instrumento. Cuando volvió a mí, porque lo recuperé, lo llevé a algunos conciertos, pero su sonido seguía sin quedar grabado. Entonces, estoy encerrado en mi casa con el acordeón que mi padre me regaló hace 44 años y decido que voy a grabar el primer chamamé que aprendí a tocar, que es casi donde arranca todo. De alguna manera, el concierto arranca así también: arranquemos con ‘Siete higueras’, arranquemos con mi primer acordeón, que es por donde comenzó todo este viaje”.


La recuperación de ese acordeón fue posible a partir de la iniciativa de los amigos Chango: “Me lo regalaron cuando tenía 10 años y a los 14 o 15 lo vendí para comprarme uno más grande porque mi relación con la música ya iba para adelante. Si googleas ‘Chango Spasiuk niño’ aparece una sola foto con ese acordeón. Unos amigos míos de Apóstoles, a través de esa foto, rastrearon el acordeón y lo encontraron en una chacra muy cerquita de Apóstoles. Se lo compraron y me lo regalaron para un cumpleaños hace ya diez años. Lo tenían en el baúl del auto. Cuando lo abren veo un estuche ¿y esto? Inmediatamente, sentí como un escalofrío en el cuerpo y cuando abrí era mi acordeón, no lo podía creer que estaba ahí con las mismas cintas pegadas por mi casi en el fuelle 30 años antes. El acordeón estaba muy destruido y lo lleve a un par de lutiers. Viste cuando llevás un auto viejo al taller y te dicen ‘bueno, te lo arreglo para que lo pongas un museo’. No! arreglámelo porque lo quiero andar. Esto era lo mismo, arreglámelo que lo quiero volver a tocar (risas) Obvio que no está para un concierto entero, pero sui para que en Neuquén toque ‘Siete higueras’ como en el disco”.


En Eiké, “Siete higueras” está tocado con ese viejo acordone que por alguna razón -que aun sorprende a Chango- se quedó ahí cerquita, en la chacra. Chango es quien se fue, el instrumento, en cambio no. Se quedó cerquita por si acaso alguien alguna vez volvía a buscarlo. Y fue lo que pasó. “Se ve que quien lo tenía ni siquiera sabía que ese acordeón había sido mi primer acordeón. Es increíble lo que suele suceder con un instrumento cuando realmente te pertenece: en un momento vuelve. Como que no hay nada que te pueda separar demasiado de algo que realmente te pertenece”.


Otra joya que aporta a la belleza del disco es la palabra que le da nombre. Sigue contando Chango: “Alejandra Peña Gil es una amiga intelectual de Asunción del Paraguay que ya me había llevado al desarrollo etimológico de la palabra Pynandí cuando grabé el disco con ese nombre. Le conté que estaba haciendo un disco en casa y que desde mi casa me estaba conectando con un montón de personas que están en sus casas, unos más cerca y otros super lejos ‘¿Cómo podría llamarse este disco?’, le pregunté. Y a los dos o tres días me llamó y me dijo ‘Chango, tu palabra es Eike’, porque Eiké es una palabra del guaraní y el guaraní es un idioma metafórico, lleno de imágenes. Eiké quiere decir entrar, pero entrar a tu casa y a tu propio corazón. Entonces, es como si invitaras al otro a entrar al mejor lugar de tu casa. Pero el mejor lugar de tu casa es tu propio corazón”.


La tapa de «Eiké», otra joya del disco

Dice Chango: «Es muy bella la tapa, es bastante real en el sentido que es mi casa porque está tomada en la sala donde tengo mis instrumentos y donde produje el disco, pero al mismo tiempo es bastante surrealista porque esa puerta, que es de la sala y está entreabierta, te lleva casi a mi paisaje, a Misiones».


Las entradas

$6000

En venta en Flipper (Av. Argentina 179, Neuquén) y por sistema a través de livepass.com.ar


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