«El líquido táctil»: traición y conflicto en Casa Frey, en Bariloche
Vuelve a escena la obra de Daniel Veronese con un gran elenco local. En un marco chejoviano de la legendaria casona barilochense, Fernando Aragón pone en escena esta pieza que interpela a Chejov a la vez que nos remite a él a cada instante. Funciones este jueves, viernes y sábado.
El elenco de "El líquido táctil", la obra de Daniel Veronese y dirección de Fernando Aragón.
“El líquido táctil”, paradigmática obra de Daniel Veronese, teatrista destacado y uno de los fundadores del Periférico de Objetos, vuelve a escena esta semana, en Bariloche, bajo la dirección de Fernando Aragón, actor y director teatral de amplia y reconocida trayectoria en la región.
Con las actuaciones de Alicia Tealdi, Julio Benítez, Javier Cattaneo, Adrian Beato, Pablo Beato y Virginia Salamida, la obra ofrecerá tres funciones, este jueves, viernes y sábado, a las 16:30 (ver abajo).
En “El líquido táctil” ambientada en la legendaria Casa Frey (Av. Bustillo km 1.5,) se suceden las traiciones y conflictos de un trío conformado por Nina Hagëken, ex actriz de teatro en decadencia; su marido, el crítico teatral Peter Expósito; y su cuñado, Michael Expósito, incipiente actor de cine.
En el marco muy chejoviano de la Casa Frey, Fernando Aragón pone en escena esta obra que interpela a Chejov y que al mismo tiempo nos remite a cada instante al autor de La dama del perrito, El jardín de los cerezos o Tío Vania.
La Casa Frey es personaje clave de esta obra. Ella y su entorno (pleno invierno, nevisca) es la que aporta los flashes de una melancólica y decadente atmósfera chejoviana»
Luisa Peluffo, ganadora del Premio Emecé (1989) por su novela «Todo eso oyes».
El relato se va estructurando a medida que cada personaje recuerda momentos de su vida que actúan como disparadores de conflictos latentes. De pronto estamos inmersos en un disparatado clima antichejoviano en el que la comicidad es la otra cara de la tragedia. Y donde el desplazamiento fuera de una sala de teatro tradicional enfatiza la poderosa presencia del juego dramático.
Porque esta comedia de tintes oscuros no focaliza tanto en los avatares de un delirante triángulo doméstico, condimentado con zoofilia. La desopilante historia de Nina (contracara de La dama del perrito) y de Peter y Michael es sólo un pretexto para decirnos con Zygmunt Bauman, autor de Modernidad líquida, que para los fluidos lo único que cuenta es …el flujo del tiempo más que el espacio que pueden ocupar: ese espacio que después de todo, solo llenan por un momento…
Fluir irrepetible del tiempo y de la vida detenida en las imágenes del cine y la fotografía. Y sobre todo homenaje a un arte efímero como pocos, el teatro y su incomparable experiencia signada por la corriente líquida, viva y táctil entre actores y público.
Avasallante la actuación de Alicia Tealdi que nos regala una maravillosa Nina Hagëken y notables las actuaciones de Julio Benitez y Javier Cattaneo, que la secundan con experimentada solvencia y ritmo. A quienes se suma Adrián Beato, encantador demiurgo en su rol de anfitrión ruso, secundado eficazmente por Virginia Salamida y Pablo Beato, todos ellos detenidos en el pasado de una de las construcciones fundantes de San Carlos de Bariloche: la Casa Frey.
Y me detengo en ella porque la Casa Frey es personaje clave de esta obra. Ella y su entorno (pleno invierno, nevisca) es la que aporta los flashes de una melancólica y decadente atmósfera chejoviana. Por sus pisos de madera crujiente y sus ambientes algo derruidos nos desplazamos como voyeurs o testigos de otra época, siguiendo a los actores.
No sorprende esta elección y el talento de Fernando Aragón, director de memorables espectáculos entre los que recuerdo especialmente su Puesta en Escena inolvidable de la Opera de Calle Albatri en la versión dramatúrgica de Alejandro Finzi, estrenada aquí mismo en el bosque del Camping Musical en 1991.
Por Luisa Peluffo. Escritora y periodista. Nacida en Buenos Aires, en 1941, desde 1997 reside en Bariloche.
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