«El estrangulador de Boston»: la historia de las valientes periodistas que lo investigaron
Disponible en Star+, cuenta un caso real ocurrido a principios de los 60 en la ciudad de Boston, un asesino serial que mantuvo en pánico a la población. El filme se enfoca sobre todo en las periodistas que siguieronó el caso.
La redacción de un diario, a principios de los sesenta no era el lugar más inclusivo y amable del mundo. Si había mujeres, escribían de asuntos domésticos. A Loretta McLaughlin, que trabajaba en el centenario Record American de Boston, no le bastaba.
Mientras le daban a probar una tostadora para que escribiera sobre los beneficios del electrodoméstico, sus ojos y su atención se iban siempre a otro lado de la redacción, donde se hablaba de crímenes, o de política. En su casa, recortaba noticias que le resultaban impactantes. Sobre todo una última: una serie de crímenes a mujeres, todas ellas violadas y estranguladas. Loretta pidió que le dieran a ella el caso. Imploró. Aceptó hacerlo incluso fuera de horario con tal de que la dejaran hacer lo que parecía destinado exclusivamente a los hombres. Fue ella, Loretta, la que descubrió algo que ni la policía había notado: había un modus operandi, los crímenes estaban relacionados. Pero la policía le cobro el desaire. Y cuando estuvo a punto de perder la posibilidad de seguir escribiendo sobre el tema, le sumaron a una compañera de ruta, Jean Cole.
Interpretada por Keira Knightley, Carrie Coon, Alessandro Nivola y Chris Cooper (con la producción de Ridley Scott), el filme cuenta un caso real. Entre 1962 y 1964, hubo trece crímenes brutales en la ciudad de Boston: mujeres de diversas edades eran sorprendidas en sus casas por un misterioso visitante que las golpeaba, violaba y luego las estrangulaba sin dejar rastros de su presencia. No había nunca puertas forzadas. Finalmente, la policía detuvo a Albert DeSalvo, un hombre con un historial de robos y abusos, que terminó confesando la autoría de las muertes, aunque no fue condenado por los asesinatos sino por delitos de robo, abuso sexual y violación.
Poco después, los crímenes y la historia de DeSalvo se convirtieron en un libro: “El estrangulador de Boston”, escrito por Gerold Frank. Y en 1968, la historia llegó al cine con el mismo título, la dirección de Richard Fleischer, y con Tony Curtis y Henry Fonda en los papeles del asesino confeso y del abogado de la fiscalía respectivamente.
Lo que hace este nuevo filme , es cambiar el eje de la mirada. Ya no se centra en DeSalvo, sino en las periodistas que, pese a las dificultades, el ninguneo del que son víctimas y a veces la liviandad con la que son expuestas al peligro, logran desentrañar buena parte de ese caso que conmovió a los Estados Unidos y que, ocurrido al principio de los años sesenta, estaba lejos aún de poder ser incorporado a la teoría de los asesinos seriales.
La verdadera mujer detrás de la noticia
Aún cuando la resolución de la película la deja más cerca del telefilme que de una película, “El estrangulador de Boston” tiene muchos méritos, tensión e información. Y rescata la figura de una periodista, Loretta McLaughlin que además de llevar adelante esta compleja investigación contra todos los prejuicios existentes, fue una destacada profesional.
Es cierto que McLaughlin cobró notoriedad como reportera en su cobertura del caso de Boston, pero ese fue solo el comienzo de una carrera que no se detuvo. Como señaló el diario “The Boston Globe” en el obituario de la periodista fallecida en 2018 a los 90 años, McLaughlin fue una periodista médica galardonada y la segunda mujer en ocupar el cargo de editora de las páginas editoriales del Globe.
En una columna que escribió ella misma para ese diario en 1991, contaba: “Cuando fui por primera vez a un periódico, en busca de trabajo, el editor gruñó: ‘Mira esa puerta (a la sala de redacción). Ninguna falda ha pasado jamás por esa puerta, y ninguna lo hará nunca’”.
Su interés por el manejo estatal de la crisis del SIDA y por el desarrollo de la píldora anticonceptiva la llevó a centrar sus informes periodísticos en temas de salud pública, y adquirió una gran notoriedad y reconocimiento por su trabajo en torno a esas temáticas.
En 1982 publicó el libro “La píldora, John Rock y la iglesia: la biografía de una revolución”, sobre el médico que desempeñó un papel importante en el desarrollo de la píldora anticonceptiva. En años posteriores, también fue becaria en el Radcliffe Public Policy Institute y en el Harvard AIDS Institute. Esa Loretta es la que le da impulso a esta historia.
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