Así es el libro que Viggo Mortensen vino a presentar a Bahía Blanca
En "Ramas para un nido", el libro de la estrella de Hollywood editado por una editorial independiente, late la argentinidad de fondo: el tango, la viejita y el fútbol.
En el libro «Ramas para un nido», el actor, director de cine, artista plástico y poeta Viggo Mortensen construye un refugio y un lugar de pertenencia en versos cortos que forman una enramada sobre las páginas blancas, creando un hogar, explorando la incertidumbre, la lucha, la búsqueda de sentido y la convivencia con lo intangible. Con el poemario publicado por la editorial bahiense Vox/Lux, la estrella de cine que interpretó a Aragorn en «El señor de los anillos» o al chofer de la mafia rusa atrapado entre dos lealtades en «Promesas del este», se sale de la pantalla para llegar al lector, mostrando su capacidad de conectar con el público de manera profunda y significativa.
Nacido en Nueva York en 1958 y criado en Argentina toda la infancia -entre Chaco, Buenos Aires y Córdoba-, en «Ramas para un nido», late la argentinidad de fondo: el tango, la viejita y el fútbol. Para su editor, Gustavo López, quien trabajó en este libro junto a Mortensen durante cuatro años, el poemario «no es un rara avis», lo identifica «con lo que a veces se ha denominado la poesía de los 90, «me parece un libro muy argentino», dice.
Mortensen, un ave negra y melancólica de Hollywood (protagonizó «Una historia de violencia» en 2005, la última lanzada en VHS de la historia del cine; compró el caballo con el que se encariño en «Hidalgo: océanos de fuego») es autor de otros libros de poesía, como «Ten Last Night» (1993), «Coincidence Of Memory» (2003), «Linger» (2005), «Canciones de invierno» (2010) y «Eudaimonia» (2021).
En «Ramas para un nido», algunos poemas forman copas narrativas, como las de esos árboles que evocan las ramas a las que alude el título, donde se sostiene el andamiaje de la poética de Mortensen. En el prólogo titulado, «Antes y después del fin del mundo», su amigo, el poeta Fabián Casas, cuenta cómo Mortensen le enviaba postales desde diferentes países donde estaba trabajando, y se sorprendía de que llegaran a sus domicilios a lo largo de los años.
Las postales enviadas por Mortensen no eran las típicas compradas en las oficinas de correos, sino recortes de diferentes materiales con mensajes escritos a mano. El recorte de estos «artefactos poéticos» aparecen en estos poemas, que Casas dice son duros y cortos, como golpes de karate.
El autor de «Horla City y otros» resalta la voluntad narrativa de algunos versos cortos y los compara con la poesía de Leónidas Lamborghini. Para Casas, es central cómo Mortensen vive la mortalidad de una manera constante, lo que lo hace estar siempre presente y en estado de disponibilidad.
Líneas rotas y tensión emocional
Desde lo formal, la parte central de los poemas de Mortensen en «Ramas para un nido» tiene una estructura fragmentada y concisa, versos cortos y líneas rotas que crean ritmo y tensión, recurrentes entre la melancolía, la introspección y la pérdida. Los poemas a menudo evocan una sensación de desencanto y desasosiego.
Aparecen en ellos la angustia existencial («El desencanto»), la fugacidad de la vida y la lucha contra la adversidad («Descanso»), la búsqueda de significado y la conexión interpersonal («Cuando puedas») o elementos de crítica social y política como en «Chaco» y «Manta».
En varios usa la prosa para explorar el arte, la música, la identidad y la belleza en la naturaleza; son textos que desde el contraste crean una tensión emocional poética y personal, repeticiones y juegos de palabras que enfatizan conceptos e imágenes: en «Lo que no se puede escribir» reflexiona sobre la relación entre su madre y la poesía, y en «El pelo de María» explora la naturaleza y las limitaciones para capturar la experiencia humana.
También explora la evolución de los poemas, mostrando cómo una idea o imagen inicial puede transformarse y desarrollarse a medida que escribe y revisa su poesía. La noción de tiempo perdido, la conciencia de la mortalidad y la importancia y las dificultades en la comunicación también están en el foco de la experiencia de Mortensen, que aborda la sensación de aislamiento, la transitoriedad de las relaciones y la vulnerabilidad emocional a través de su estilo desenfadado y una mirada introspectiva.
Naturaleza fragmentaria
La separación y la distancia emocional es eje de «In absentia» y poemas como «Garrón», recurren a un lenguaje directo y muy concreto para transmitir sensación de estancamiento y desinterés. Otra cosa son «Configuración» que progresa en torno a la fuerza, compasión y tristeza de la figura materna, o «Poemas de otros, fotos mías», donde el centro son el padre y los recuerdos traumáticos de infancia.
El «yo lírico» de Mortensen, asume Casas en prólogo, insiste en un momento de fractura en la vida del autor, cuando su padre lo visitó después de un largo tiempo sin verse y compartieron un colchón en un hotel, aunque cada poema tiene su propia atmósfera. Es «Esta casa» donde evoca momentos de conflicto, celebración y pérdida compartidos; «Respuesta» donde el poder de la palabra está en el centro de toda pregunta; e «Invierno» donde se siente dueño solitario del paisaje helado que está observando.
Y es en el poema «Casitas» donde resume su argentinidad, condensada quizá en la corbata y los tangos de uno de los personajes que lo habitan, pero sobre todo en su pasión azulgrana futbolera; y ese amor del poeta por San Lorenzo reaparece en «Vuelta a la normalidad», donde queda claro que el escudo que suele mostrar en la alfombra roja de la entrega de los Oscar está tatuado en su alma de poeta.
«Lo que me contó / tu viejo / ese / único / Cuervo / de Cuervos / lo grabé / pongo / estas palabras/ vuelve / el cero / a cero / levantamos / vuelo / rueda / la bocha / aguante / Ciclón», escribe en esas líneas. Argentina, San Lorenzo y su poesía son un refugio, un nido construido en las más altas ramas de su memoria
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