Entrevista con Nacho Gadano, antes del estreno de «Monzón»

Nacho Gadano no tenía en sus planes ser actor, pero de algo estaba convencido: quería ponerle, aunque sea alguna vez, el cuerpo a los personajes de Dostoievski. Y eso le pasó apenas llegó a Buenos Aires, decidido a cumplir con el mandato familiar: ser abogado. Una amiga le contó que un director de teatro, que resultó ser Ricardo Bartis, estaba experimentando con textos del autor ruso y buscaba quién quisiera ponerle el cuerpo a tal aventura. Y Gadano, que estaba esperando algo así desde su adolescencia, cuando consumía horas leyendo literatura rusa y francesa en la General Roca de fines de los 70, no dudó. Fue. Y entonces, cambió de planes. Era 1983.


El abogado que la familia esperaba de él finalmente sucedió, pero ya no habría en su horizonte otra cosa que no fuera la actuación. A la (in)experiencia inicial con Bartis le siguieron otras que lo convirtieron en actor de teatro. Luego llegó la televisión, que lo convirtió en el villano más buscado. Y tras casi treinta años de interpretar la vida de otros, le llegó el momento de ponerle el cuerpo al Turco Cairus, en “Monzón”, la biopic de trece capítulos que la señal Space estrenará el próximo lunes 17 de junio. El personaje en cuestión no es otro que el Facha Martel, cuyo nombre fue cambiado por cuestiones legales. Ingenuo, enigmático e indescifrable, un hombre de su época. Así lo definirá Nacho Gadano a lo largo de una extensa charla con “Río Negro”.

La tevé te encasilla enseguida. Y cuando te encasillan, te llevan a los lugares comunes de la actuación. Y para un actor el lugar común es el peor lugar”.


La serie, de la que mañana podrá verse un adelanto a través del canal de Youtube de Space, no duda en narrar la muerte de Alicia Muñiz, ocurrida en febrero de 1988, en Mar del Plata, como lo que fue: un femicidio cometido por su esposo Carlos Monzón. Aunque hoy sea evidente, no lo fue tanto hace 30 años , aún cuando el ex campeón del mundo fuera condenado a once años de prisión por homicidio simple. Treinta años después, aquel crimen se resignifica en la trama de la serie.
“Es un ídolo y es un femicida, eso aparece todo el tiempo y la serie lo tiene muy claro”, revela Nacho Gadano acerca del Monzón que se verá . También cuenta “todo el caldo de cultivo para que Monzón termine siendo el monstruo que fue”.

Gadano el rol del Turco Cairus, tal que se llama el Facha Martel en la serie.

“Muestra la sociedad de esa época y sus valores, es muy fuerte de ver ese contexto social de Mar del Plata de fines de los 80, una sociedad que estaba necesitando cambiar a gritos. Fue el pico más alto en cuanto a los valores de la época, unos valores en decadencia pero que en ese momento llegaron a su extremo”, remarca el actor roquense.
“Monzón es el machismo en su máximo expresión, sobre todo desde la mirada de mi personaje. El macho argentino y toda su estupidez”, asume Gadano sobre el perfil del ex boxeador que retratado en la serie.
Al Facha Martel, el Turco Cairus en la serie, Gadano llegó a través de un llamado telefónico del director Jesús Braceras. “Me quería en ese papel”, dice.
¿Qué Facha Martel construyó? “Como fue un personaje que existió, me puse a trabajar en quién había sido el Facha Martel y que era lo que a mi me pasaba con él”, cuenta el actor. “No sé si es porque entiendo bien la época, porque, si bien soy más chico, la viví, conozco gente que tenía la edad del Facha en los 80, no sé… pero logré cierta empatía”.
“En la serie tenían una mirada bastante más despectiva y condenatoria hacia el Facha Martel, un personaje oscuro. Yo, en cambio, tuve una mirada más compasiva. Logré entenderlo y vi en él a un tipo que no tenía malas intenciones”. En este sentido, la serie ubica al entorno de Monzón conformado por la farándula del momento, encarnada en el Facha Martel y en Olmedo, que en la serie se llama Hermida y es interpretado por el humorista Yayo Guridi, como la que termina de dar forma al monstruo en que terminó siendo el ex boxeador.

Parte del elenco de la serie, con Nacho Gadano, tercero abajo desde la izquierda.

“Me di cuenta que generaba cierta ambigüedad”, revela Gadano acerca de su personaje. “Por un lado, se pedía que fuera culpable, supongo yo que para repartir responsabilidades y que Monzón no se vea tan condenado en la serie. Yo lo veo como un tipo de buenas intenciones que fue arrastrado por circunstancias situaciones complicadas. Era un hombre de su época, que actuaba de acuerdo a los valores de su época, pero no era mal intencionado”, remarca el actor.
Por como está construida la narrativa de la serie, con permanentes flashbacks que alteran la cronología de la biopic, el personaje de Gadano, si bien forma parte de la última parte de la vida de Monzón, relacionada directamente con el femicidio, aparece desde el primer capítulo. Y aparece, en palabras del actor, “de un siempre enigmático, diría. A mi me gustaría que se vea de él un personaje indescifrable, del que no sepas exactamente qué clase tipo es. No quedarnos con lo oscuridad del Facha, sino con esa cosa enigmática de no saber si es una mala persona o un tipo noble que fue ganado por las circunstancias”.

Acerca de cómo trabajo en la construcción del personaje en cuestión, cuenta Gadano: “De los personajes uno puede tener una idea, pero cuando llegás al set todo se resignifica”. Ylo explica con una circunstancia de la filmación de la serie:“La muerte de Alicia se filmó en una casona en Ranelagh, al sur del Gran Buenos Aires. En esa casa había ocurrido realmente un asesinato. Cuando llegamos sentimos eso de lugar siniestro, cierta energía extraña que nos cambió nuestras percepciones.
Sobre su relación con el personaje de Monzón, revela que “no había tenido ensayos con el actor que caracterizó a Monzón (N. de la R.: Jorge Román). Mi Facha Martel terminó de componerse con Monzón enfrente. Así fue terminando de tomar forma ese personaje, en la escena con Monzón. Yo trabajo así, mientras voy actuando, voy construyendo el personaje”.
El primer personaje que construyó Gadano fue nada menos que uno salido de “Los demonios”, de Dostoievski, cuando llegó al Buenos Aires de la primavera democrática alfonsinista. “Una amiga de Roca estudiaba con Bartis. Ella me contó que el tipo estaba trabajando personajes de ‘Los demonios’. Y por eso es que fui. Empecé en un grupo avanzado de teatro porque lo único que yo quería en ese momento era decir textos de Dostoievski. Tuve la entrevista con Bartis y le dije ‘mirá, yo no sé si quiero estudiar teatro, quiero ser uno de los personajes de Dostoievski”.

Monzón es el machismo en su máxima expresión, sobre todo desde la mirada de mi personaje. El macho argentino y toda su estupidez”.


El Nacho Gadano actor nace de la literatura. “Siempre digo que cuando lees una novela y te transpiran las manos es porque necesitar ponerle el cuerpo. Y a mi me pasaba eso. Actuar fue algo que descubrí luego de un proceso bien largo donde me fui dando cuenta que podía vivir de la actuación y que era eso lo que realmente me gustaba hacer”.
En cambio, “yo nunca quise estudiar derecho”, confiesa Gadano. “Era protagonista de esa frase ‘serás lo que debas ser o serás abogado’. A mi me estaba pasando eso… La idea era volver a Roca, ya tenía la calle Dr. Gadano, era cuestión de poner el estudio ahí… (risas)”.


¿Cómo aparece la televisión en su vida actoral? De casualidad. “Por un amigo de Roca, Gustavo Ferrari, que por entonces era bastante conocido en el ambiente, formaba parte de la camada de Fabián Vena, Laura Novoa, Malena Solda… Hacían un programa que se llamaba ‘Socorro. Quinto año’, estaba en pareja con Esther Goris. El era amigo de Alejandro Doria y había empezado a trabajar en uno de sus unitarios . A través de Gustavo me llamaron para participar de dos unitarios de un ciclo de Doria que se llamaba ‘Mi mamá me ama’. En mi primera vez en tevé hice de un fotógrafo que tenía que seducir a Soledad Silveyra con Doria detrás de cámara, ninguna pavada! (risas)”.
En televisión dio la talla para ser villano y durante diez años fue de los mejores. Su primer villano fue “Martín” en la exitosa “Alén, luz de luna” (1996), filmada íntegramente en San Martín de los Andes y protagonizada por Gustavo Bermúdez, Héctor Alterio y Silvia Montanari, entre otros. Pero el más villano, y acaso el mejor de todos los que protagonizó, fue “Fernando Lugones”, en “Los buscas de siempre “ (2000). Allí, era la pareja “Bárbara Giménez Álzaga”, el personaje de Nancy Duplaá, quien se termina quedando con Pablo Echarri, el galán de turno.
Ese papel marcó su punto más alto de popularidad televisiva, pero también fue un punto de inflexión en su carrera. “A partir de ahí me categorizaron como villano y siempre me llamaban para ser villano de telenovelas . Yo cometí el error de enojarme por eso, en vez de aceptar que está bueno que te den un lugar importante en la tele para vos”.
“Me empecé a enojar con el ambiente, con el lugar que ocupaba. Tuve quizás una actitud un poco pretenciosa en vez de valorar más lo que me estaba pasando quizás porque no tenía una formación televisiva. Hoy lo veo como un error de otra época . Ahora no existen esos prejuicios”, reflexiona a la distancia.
¿Por qué villano? “Me cuesta más hacer de galán o del bueno. Me resulta más difícil. Es muy difícil actuar de buena persona”, reconoce Gadano. “A mi me resultó más fácil ser villano porque me resultó más divertido hacerlo. Fue en parte también fue una casualidad: empecé a ser villano y a los productores les gustó. Y la tevé te encasilla enseguida. Y cuando te encasillan te llevan a lugares comunes de la actuación. Y para un actor, el lugar común es el peor lugar. El actor siempre está buscando matices, sutilezas para poder experimentar. Los lugares comunes aburren.
Pero no se trata solo de la tevé. Para Gadano, “el teatro también está lleno de lugares comunes”. Y resume: “El teatro es de los actores;el cine, de los directores; y la tele, de los productores”.


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Nacho Gadano no tenía en sus planes ser actor, pero de algo estaba convencido: quería ponerle, aunque sea alguna vez, el cuerpo a los personajes de Dostoievski. Y eso le pasó apenas llegó a Buenos Aires, decidido a cumplir con el mandato familiar: ser abogado. Una amiga le contó que un director de teatro, que resultó ser Ricardo Bartis, estaba experimentando con textos del autor ruso y buscaba quién quisiera ponerle el cuerpo a tal aventura. Y Gadano, que estaba esperando algo así desde su adolescencia, cuando consumía horas leyendo literatura rusa y francesa en la General Roca de fines de los 70, no dudó. Fue. Y entonces, cambió de planes. Era 1983.

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