La experiencia de la niñez trans: “Mamá, yo soy un nene”

Daniela es la madre de Julián, un niño cipoleño que nació con genitales femeninos pero que a los cuatro años explicó que se percibía como varón. Cómo fue el camino de esta mujer que recibió apoyo y ayuda del grupo que formó la mamá de Luana, la primera niña trans del país en recibir el DNI.

Daniela es verborrágica. Cuenta, gesticula, piensa. Necesita contar y encontrar las palabras justas para generar conciencia. Daniela es la mamá de Julián, un niño cipoleño que nació con genitales femeninos pero que, cuando pudo poner en palabras lo que sentía, le dijo “yo soy nene”. Tenía cuatro años. Fue el año pasado.

“Hice un click. Miré para atrás y me di cuenta de que había vivido con el hombre araña”, resumió en una frase todo lo que significaban las tres palabras que su hijo le había dicho y que a ella también le cambiaron la vida. Comenzó un camino que, si bien no fue fácil, fue más ameno que el de otras familias con niños y niñas trans, en palabras de Daniela. Dijo que le ayudó mucho el grupo que formó Gabriela Mansilla, la mamá de Luana, la primera niña trans del país en recibir el DNI compatible con su identidad autopercibida. Se llama infancias libres.

“Soy mamá soltera. Siempre vivimos los dos solos y él fue como quiso y se vistió como quiso. Cuando vio la película del hombre araña, a los dos años y medio, le gustó tanto que yo le compré el trajecito. Se vestía siempre con eso”, contó Daniela. Las dificultades para Julián no aparecieron hasta que comenzó el jardín y se acentuó su necesidad de vestirse más parecido a un varón. “Siempre tuvo rechazo al pelo largo. Lo tenía atado todo el tiempo y no se lo podía ver. Quería el pelo corto. A los cuatro años, cumple en agosto, me lo planteó en una conversación. Me preguntó si era nena porque yo le había puesto un nombre de nena. Le dije que no, que era nena porque cuando estaba en la panza el médico me había dicho que era nena. En mi ignorancia de ese momento relacioné genitales con género”, relató. Fue ahí cuando Julián le dijo que él era nene. “Yo no sabía qué hacer con eso. Es muy fuerte. Se me ocurrió decirle que ahora no se podía pero la angustia que le agarró fue tremenda”, explicó.

La crisis de su hijo fue también la de Daniela que intentó encontrar respuestas en su terapeuta de ese momento. Dijo que no la encontró, básicamente, porque todavía falta mucha formación respecto a las identidades autopercibidas de los niños. “Me desbordé, nadie me entendía. Yo miraba para atrás y me daba cuenta de que había vivido con un nene que ahora lo único que me pedía era que le cambie el nombre y le corte el pelo”. Daniela lo llevó y le dijo a la peluquera: “Cortale el pelo. Bien cortito, como nene”.

Eso le cambió la vida a su hijo. Fue a su casa, se miró al espejo, se sacó los aros. “¡Tenía una seguridad! Ahí te das cuenta de que no es un juego”, cuestionó a quienes le dijeron que esperara, que lo de Julián era propio de la edad. “Es difícil. No se puede explicar, pero mirando para atrás te das cuenta de que no hay dudas. Si nos abrimos (como adultos) sabemos cuándo juegan y cuando es profundo”, reflexionó.

Daniela aseguró que ella tiene “un nene que está viviendo una infancia trans, que se viste de varón pero que sus genitales siguen siendo de nena ”.

Le gustaría que Julián acepte su cuerpo tal y como es. “Hace un tiempo, ser un nene trans significaba operarse, ponerse un pene y sacarse el pecho. Hoy estamos queriendo que nuestros hijos crezcan aprendiendo a querer su cuerpo, viviendo como realmente quieren. Hay un montón de realidades, de sexo y sexualidad. Si entendemos esto ganan beneficios y libertades todos los chicos”, resumió.

Respecto de las miradas ajenas fue clara. “Si alguna mamá o algún chico lo siguen tratando como nena, le explico y le digo que todavía hay gente que no entiende, que le pasa como a mí me pasaba antes. Es distinto si vos tenés una obligación como docente o como médico. Ahí soy intransigente”, aseguró y agregó que “por suerte” hay una ley que les otorga derechos a los niños trans. “Eso sí, pido respeto para mi hijo, después… si creen que estoy loca yo o mi hijo y se quieren alejar que lo hagan. La misma libertad que pido yo para mi hijo se la doy a los demás para que hagan lo que quieran con ello”, concluyó.

“Ahora parezco canchera, pero es muy fuerte porque uno tiene que hacer un duelo con la expectativa que tenía”.

“Todavía no hay nadie que te rescate para que a tu hijo no le llegue la angustia. Él me decía: ‘Mamá, ¿por qué estás triste?’, y yo no me podía aguantar”.

Daniela, la mamá del pequeño Julián.

Enseñar el valor del propio cuerpo

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“Ahora parezco canchera, pero es muy fuerte porque uno tiene que hacer un duelo con la expectativa que tenía”.
“Todavía no hay nadie que te rescate para que a tu hijo no le llegue la angustia. Él me decía: ‘Mamá, ¿por qué estás triste?’, y yo no me podía aguantar”.
“Lo que estamos planteando como padres de chicos con este género que están definiendo es que se valoren como son”, explicó Daniela. Para ella, es importante que más allá de los genitales con los que hayan nacido y de su identidad autopercibida puedan aprender a disfrutar de sus cuerpos. “Muchos me preguntan cuándo lo vas a operar. ¡Tiene cinco años! Yo no pienso tocarle su cuerpito y voy a hacer todo lo posible para que él tampoco lo haga. Pero si lo quiere hacer, lo acompañaré”, aseguró. Daniela dice que tiene los mismos temores que cualquier madre y sobre la posibilidad de que sea discriminado recordó que “a todos los niños los cargan por algo, los discriminan por algo”.

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