PIAP y el sueño de los fertilizantes “made in Neuquén”
Este año se cumplen cuatro décadas desde el famoso "ahora, Fertineu". Ninguna de las iniciativas planteadas en estos años logró materializarse y ahora las dudas recaen sobre la reactivación de la planta de Arroyito.
Los discursos y propuestas tendientes a que en Neuquén pueda desarrollarse un proyecto de escala de elaboración de fertilizantes suman más de cuatro décadas en la provincia sin poder materializarse. La reactivación de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) es la nueva esperanza del sector, aunque signada por los recortes presupuestarios marcados por Nación.
“Ahora, Fertineu” fue la frase que en 1984 lanzó el entonces presidente Raúl Alfonsín sobre un plan con base en Plaza Huincul que inició el camino de un sueño. Desde entonces se han sucedido diversas propuestas, algunas incluso con potenciales firmas interesadas como se dio durante el boom petrolero de fines de los noventa pero cuya planta finalmente terminó instalándose en la zona de Bahía Blanca.
La última iniciativa de peso en el camino de los fertilizantes “made in Neuquén” es la vinculada con la reactivación de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) donde se buscaba que una de las dos líneas de producción del colosal complejo se destinara precisamente a la elaboración de algún tipo de fertilizante, especialmente urea.
Este plan se basa en el hecho de que la PIAP cuenta con dos reactores de síntesis de amoníaco, una sustancia que se puede utilizar como base para la elaboración de fertilizantes, ya que además se trata de los reactores de este tipo más grandes del mundo: cada uno tiene una capacidad de producción de 2.150 toneladas por día.
Estos reactores pueden ser reacondicionados no solo para la elaboración de fertilizantes nitrogenados como la urea, sino también para la elaboración de hidrógeno o amoníaco, que incluso podrían ser verdes.
Fertilizantes, amoníaco o hidrógeno
En estos últimos dos casos, el tipo que pueda obtenerse de hidrógeno o amoníaco -la mayoría de los proyectos de hidrógeno lo convierten en amoníaco para facilitar su transporte- dependerá de si el desarrollo se realiza utilizando gas natural, o bien si lo hace por medio de energía eléctrica proveniente de fuentes renovables. En ambos casos, opciones de suministro que están disponibles para el complejo.
En 2022 se estimó que reacondicionar la PIAP para la elaboración de fertilizantes podría costar hasta 600 millones de dólares, algo que hoy representa 525.000 millones de pesos al cambio oficial. Pero que desde la industria consideran que sería un desembolso rentable, dada la alta demanda de fertilizantes, no solo a nivel mundial, sino regional.
Como sucede ahora con el gas de Vaca Muerta ante la caída de la producción de Bolivia, el gran importador de fertilizantes es Brasil, y ante ese mercado la producción nacional corre con la ventaja del flete corto que abarata los gastos.
La motosierra en mano que trae el gobierno de Javier Milei pone en dudas todo el plan de reactivación de la PIAP y con ello lleva a que el sueño de una planta de fertilizantes en Neuquén, parezca cada vez más una pesadilla.
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