¿Por qué Vaca Muerta no es suficiente?

Los avances en el transporte de la producción de Vaca Muerta auguran nuevas proyecciones y posicionan al país dentro del panorama económico internacional. Sin embargo, otros datos también nos muestran que no alcanza con la formación.

Por Mario Lavia y Gabriel Matarazzo (*)

A partir de los avances de transporte energético en torno a Vaca Muerta, comienzan a tomar forma las proyecciones que auguran un posicionamiento favorable para el país dentro del panorama económico internacional. Sin embargo, otros datos también nos muestran que no alcanza con la formación geológica.

En octubre del año pasado, la producción en Vaca Muerta superó el hito de 300.000 barriles por día, una marca que a nivel histórico equivale al mayor volúmen de obtención en 23 años, así como a un crecimiento interanual por encima del 32 por ciento.

Entre septiembre y octubre, distintas áreas contribuyeron a propulsar la actividad sectorial en un total de 13.375 barriles diarios. Con esta dinámica, Vaca Muerta generó en 2022 la friolera de 10.000 millones de dólares en energía, 8.000 al mercado interno y 2.000 en explotación petrolera y gas.

Asimismo, en lo que refiere a petróleo, se anticipa que dentro de dos años la capacidad de evacuación sea de 750.000 barriles al día, de los cuales 250.000 se podrán destinar a la exportación.

Lo positivo se observa a simple vista, pero también es fundamental poner el foco en lo que todavía Vaca Muerta no puede alcanzar. Por ejemplo, si analizamos el balance anual entre producción y consumo energético, un dato primordial y lamentablemente negativo es que durante 2022 el país se vio obligado a importar combustibles y energía por casi 13.000 millones de dólares.

Se trata de un 120 por ciento más en contraste con 2021 y el triple respecto a 2019. Es decir, Argentina no alcanzó a cubrir sus demandas de consumo energético y siguió dependiendo de las importaciones.

Es cierto que estos valores se vinculan con sucesos excepcionales dentro del escenario global, por caso la invasión de Rusia a Ucrania y la consecuente suba de precios de los combustibles importados. Pero parte de las políticas públicas es lograr no depender enteramente del exterior. Es necesario considerar ese mundo en el que no se vuelva a cubrir la totalidad de demanda y actuar en consecuencia.

Se produzcan o no irrupciones externas que compliquen significativamente el flujo comercial en materia energética, Argentina no podrá responder solamente con Vaca Muerta, tal como se observó en 2022.

En este punto entra en valor el offshore, una actividad que ostenta amplia trayectoria en la Argentina, además de un historial incuestionable en materia de seguridad desde sus orígenes, allá por la década del 70.

El plan de exploración de la cuenca de Buenos Aires, es decir, la obra que contempla la construcción de plataformas más allá de las costas marplatenses, tendrá lugar en un punto completamente ajeno a la panorámica turística pero cercano a los centros de mayor consumo energético del país, sobre todo, en comparación con la iniciativa que se desarrolla en Neuquén.

Además, urge poner en relieve las ventajas que surgen de la proximidad de las futuras instalaciones respecto a los principales puertos nacionales, desde donde el excedente de la producción de ambos megaproyectos podrá partir hacia destinos más lejanos, más allá de los volúmenes que los gasoductos permitan transportar rumbo diversas provincias, o países limítrofes como Brasil.

La importancia del offshore trasciende la complementariedad que aquí proponemos junto con Vaca Muerta. Este tipo de exploración marina representa en sí misma un potencial concreto de extracción de 200.000 barriles de petróleo por día, el 35 por ciento de la producción actual de Argentina, traducibles en 6.000 millones de dólares al año.

A efectos ilustrativos, dentro de esta proyección, cada jornada de actividad offshore generaría una producción similar a la que YPF consigue durante todo un año, entre fuentes convencionales y no convencionales. Mejor aún, a partir del reciente descubrimiento de mega yacimientos petrolíferos de este tipo en el sur de África, se multiplicaron ampliamente las probabilidades de descubrir un sitio de igual potencial en el mar argentino.

Es un hallazgo que en sólo una década posibilitaría igualar la producción actual de Brasil, país que registra 2.000.000 de barriles por día. Las mejoras vendrían en compañía de ingresos por 70.000 millones de dólares al año, el doble de las exportaciones que Argentina alcanza en la actualidad y una solución definitiva a la falta de divisas, acaso el principal contratiempo al momento de reposicionar favorablemente al país.

(*) Mario Lavia es secretario adjunto de la Federación Argentina Sindical de Petróleo, Gas y Biocombustibles (FASiPeGyBio). Gabriel Matarazzo es tesorero de la misma federación.


Por Mario Lavia y Gabriel Matarazzo (*)

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