Motosierra sin dientes: los subsidios a la energía podrían superar a la era Massa

La suspensión de las subas tarifarias de mayo disparó la cobertura del Estado que supera el 70% del costo en la energía eléctrica y el gas. De no tomarse medidas, los desembolsos podrían llegar a los US$10.000 millones.

Los subsidios a la energía son el talón de Aquiles de los gastos del estado nacional, al punto que el año pasado representaron cerca del 1,5% del Producto Bruto Interno (PBI) con sus casi 10.000 millones de dólares. La gestión de Javier Milei llegó al gobierno con la misión de dinamitar ese dispendio y eliminarlos casi totalmente, pero podría decirse que “pasaron cosas” ya que por una serie de factores los subsidios, lejos de achicarse, subieron y se encaminan a empardar el nivel de desembolsos de la gestión de Sergio Massa y Alberto Fernández.

El plan elaborado por el secretario de Energía de la Nación, Eduardo Rodríguez Chirillo, era claro: primero recomponer el valor de las tarifas a su costo real, ya que desde hace años las tarifas venían atrasadas.

Una vez fijado el costo real del gas y la energía eléctrica, la segunda pata del plan era la aplicación de un nuevo sistema de subsidios denominado Canasta Básica Energética (CBE) por medio del cual se pasaba una segunda motosierra a los aportes del Estado, que prometía no solo achicar al mínimo los fondos a aportar, sino también hacerlos previsibles, tratándose de un monto fijo a asignar a un universo súper reducido de familias a subsidiar.

Pero como dijo el expresidente Mauricio Macri, pasaron cosas, y el plan, a seis meses de iniciada la gestión, no solo quedó rengo, sin terminar de aplicarse, sino que por el contrario, los subsidios se dispararon y hoy son proporcionalmente más altos que en diciembre, cuando asumió Milei.

De acuerdo al reciente informe del Instituto Interdisciplinario de Economía y Política (IIEP) de la UBA-Conicet, en este mes de mayo el promedio de usuarios residenciales del país sólo cubrió con sus facturas el 17% del costo en el caso del gas natural y el 14% en la energía eléctrica, con lo cual los subsidios deberán aportar los restantes 73 y 76%, respectivamente.


Motosierra sin dientes


Las razones detrás del incremento en los subsidios son varias y comienzan en los primeros días del gobierno de Javier Milei, cuando se devaluó un 100% el peso argentino. Esto llevó a que la porción de los costos de la energía que cubren los usuarios se licuara, ya que prácticamente todas las tarifas están dolarizadas.

Partiendo de ese atraso amplificado por la devaluación el gobierno puso en marcha su plan de actualización de tarifas, comenzando en febrero con la energía eléctrica y en abril con el gas natural.

Sin embargo, el pasado primero de mayo debía darse el segundo incremento en ambos servicios, que en el caso del gas natural era más que importante ya que llevaba el precio PIST -de base de las facturas- a los valores de invierno, es decir de menos de 3 dólares el metro cúbico, a cerca de 4,50 dólares.

Pero esto no sucedió. No fue la secretaría de Energía sino su ministerio madre, el de Economía, el que optó por poner un freno de mano a los aumentos en un intento por frenar la inflación y postergó, sin nueva fecha a la vista, las actualización de las tarifas de gas y energía eléctrica.

La evolución de los subsidios fue reflejada en gráficos por el IIEP.

En la práctica esto llevó a que haya sectores de la sociedad que hoy están pagando tan solo el 4% del costo real de la energía, como detalla el informe de IIEP.

El caso de la energía eléctrica es el más notorio. En diciembre del año pasado un usuario del grupo de altos ingresos (N1) cubría el 100% del costo, pero en este mes de mayo su tarifa cubre solo el 65%. Para un usuario del segmento intermedio (N3) la tarifa de energía eléctrica cubría el 18% en diciembre, y cayó a 5% en mayo, con el congelamiento dispuesto por Nación.

Mientras que para el segmento más bajo de la sociedad (N2) en diciembre la tarifa de energía eléctrica cubría el 15% y en mayo solo representó el 4% del costo de generación.

En el segmento del gas, la suba aplicada en abril fue proporcionalmente mucho más alta -de un 850% versus un 300% en energía eléctrica- lo cual permitió mejorar la cobertura que hacen los usuarios con sus tarifas, pero que aún está muy lejos de la motosierra que buscaba la gestión.

El dato

4%
del costo de la energía eléctrica es lo que pagan los usuarios del segmento más bajo. El resto se cubre con subsidios.

En detalle, los usuarios N1 pasaron de pagar el 35% del costo del gas, a cubrir el 51% con su tarifa. Los del segmento intermedio, que en diciembre pasado cubrían el 13%, ahora cubren el 20%, y el segmento más bajo pasó de cubrir el 10% a cubrir el 14%.

Si bien se trata de un avance, lo concreto es que aún el Estado sigue destinando subsidios por el 73% del costo del gas, ya que en el mejor de los casos -los usuarios de altos ingresos, comercios e industrias- solo cubren la mitad del costo, incluso a pesar de haber tenido una suba en las tarifas de casi el 900%.


Inflación, salarios y default


Como se mencionó, el gobierno frenó los aumentos de tarifas de este mes en una clara priorización por controlar la inflación, en la cual se estima que solo las subas del gas tendrían un impacto del 4%. Esto significó un alivio para los hogares de clases medias y bajas que, pese los valores analizados previamente, han visto subir la incidencia de las tarifas en sus ingresos que en la mayoría de los casos corren por detrás de la inflación.

Mientras no hay claridad sobre si el gobierno podrá avanzar con la aplicación de la CBE para limar los subsidios, el fracaso de los intentos por trasladar el costo del gas natural licuado (GNL) a las distribuidoras llevará al gobierno a tener que sumar a los subsidios cientos de millones de dólares sólo por ese ítem.

En detalle, Enarsa ya licitó dos tenders por 20 cargamentos en total que demandaron 419 millones de dólares. La meta del gobierno era trasladar a las distribuidoras ese mayor costo -unos 12 dólares finales por millón de BTU versus los 2,90 que hoy contemplan las tarifas- pero las empresas lo rechazaron ante la imposibilidad de poder traspasarlo a los usuarios. Dicho más en claro, Nación quiso que ese gas más caro lo absorbieran a pérdida las empresas, y fracasó en el intento.

Desde la consultora Economía y Energía se señaló días atrás que “a fin de lograr alcanzar el superávit fiscal y financiero, se verificó una artificial contracción en los subsidios destinados al sector energético durante el primer cuatrimestre del año, que se redujeron en un 63% respecto a idéntico período del año pasado”.

Pero se advirtió que “la retracción de los subsidios se tradujo en un aumento de la deuda del Estado con los generadores de energía eléctrica y los productores de gas, entre otros”.

Con un volumen de subsidios a la energía que nuevamente podría llegar a escalar hasta los 10.000 millones de dólares, el default realizado por Nación en las deudas de la Compañía Administradora Mayorista del Mercado Eléctrico (Cammesa) podría generar además un daño mucho más profundo de lo pensado.

El titular de G&G Energy Consultants, Daniel Gerold, advirtió al respecto que “es muy difícil de comprender lo que está haciendo el gobierno. Es un problema de gigantesco lo que están haciendo y es muy poco razonable porque justamente es contradictorio con el mensaje que está tratando de enviar”.

Y alertó que “hay funcionarios de ciertos sectores, que evidentemente creen que igual se invierte, que es indistinto, y no es así”.


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