Las zancadillas que la macroeconomía le hace a Vaca Muerta

Si bien desde el gobierno nacional se apuesta al desarrollo de la formación shale, la falta de divisas frena los principales programas de promoción. Pero además, hay un importante atraso en los pagos del Plan Gas que lanzó el mismo gobierno y que se paga en pesos.

A más de una década del inicio del desarrollo de Vaca Muerta no hay dudas sobre las excepcionales condiciones que tiene la roca generadora de la Cuenca Neuquina. Sin embargo, así como la geología le dio una ventaja importante sobre otras formaciones shale, Vaca Muerta no deja de estar en Argentina y de sufrir los embates de la crisis macroeconómica.

El actual gobierno nacional ha posicionado el desarrollo de Vaca Muerta en un punto mucho más alto que los gobiernos predecesores, después de todo los beneficios de las exportaciones, en términos de billetes verdes, se han comenzado a plasmar con claridad recién en el último año y medio.

Pero así como bajo la tierra todo parece ser una maravilla, superando en algunas zonas la productividad de formaciones estrellas de Estados Unidos como Permian, los problemas de Vaca Muerta están de la línea de la tierra hacia arriba, y no escapan a la realidad que viven el resto de las industrias argentinas.

Una de las medidas más promocionadas por el gobierno nacional fue la mentada ley de Promoción de la Actividad Hidrocarburífera, que tras boyar sin suerte en el Congreso, terminó plasmándose en el DNU 277/2022.

La norma fue la primera medida lanzada por Sergio Massa en su rol de ministro de Economía para el sector, y creó el Régimen de Acceso a las Divisas para la Producción Incremental de Gas y de Petróleo, algo sintéticamente conocido como el Dólar Vaca Muerta.


¿Y el dólar Vaca Muerta?


La norma vino a fijar un incentivo claro para que las operadoras aumenten la producción al permitirles acceder a un monto de dólares en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) en función de su mayor generación.

La norma generó expectativas, a pesar de que los montos no eran demasiado cuantiosos sino que se trata de unos 30 a 40 millones de dólares por empresa al año. Sin embargo, los meses pasaron, las empresas hicieron sus presentaciones, y a la fecha no billetes verdes siguen sin ser liberados.

Algo similar sucede con el viejo Decreto 929 de 2013 que el gobierno finalmente puso en vigencia el año pasado, primero para Chevron y luego para Petronas.

En este caso es un reconocimiento a empresas que en un plazo de no más de tres años realizaron inversiones de más de 250 millones de dólares en nuevos yacimientos. Y lo que permite es que cuenten con un cupo del 20% de su producción que pueden exportar sin retenciones y con libre disponibilidad de las divisas generadas.

De nuevo, en este caso la crisis macroeconómica metió la cola. Y en un momento en el que las reservas del Banco Central están escuálidas, las firmas siguen a la espera de poder manejar con libertad sus dólares.


Mucho gas, pocos pagos


El segundo gran plan de fomento al sector hidrocarburífero nacional y a Vaca Muerta en particular es el Plan Gas.Ar, un programa que en su edición inicial incluyó unos 68 millones de metros cúbicos diarios y que luego se extendió con dos rondas más que sumaron producción para el nuevo gasoducto Néstor Kirchner y también extendieron la vigencia de los contratos hasta el 2028.

Este plan consiste en contratos fijos, por volumen y precios prepactados, entre las productoras y Cammesa, con el adicional de que desde el Estado nacional se aportan las diferencias que cada contrato pudiera tener entre el precio pactado y el valor vigente para el gas en el mercado nacional.

La medida permitió que el sector saliera del letargo en el que había caído en 2019 cuando se recortó el plan antecesor, la Resolución 46, y la producción cayó, forzando a la importación de más energía.

En gran parte, el Plan Gas.Ar fue el que llevó a la saturación de los gasoductos troncales que salen desde Neuquén y a la urgente construcción del gasoducto Néstor Kirchner para sumar nueva producción.

Sin embargo, los atrasos en los pagos, tanto de la Compañía Administradora Mayorista del Mercado Eléctrico (Cammesa), como de parte del Estado, se han convertido en toda una bola de nieve que podría estallar nuevamente como sucedió con la Resolución 46.


Las deudas, en la visión de las empresas


El CEO de Tecpetrol, la petrolera del Grupo Techint, Ricardo Markous, alertó días atrás sobre el atraso en “los pagos del Plan Gas, de Cammesa y de Enarsa. Entendemos la conflictividad que hay hoy en día, pero el atraso nos lleva a que tengamos que ir al mercado a endeudarnos en pesos, secamos el mercado de los pesos que hay y eso es malo para todos”.

Las deudas no escapan ni a YPF, desde donde su director financiero (CFO) Alejandro Lew, indicó en una charla con inversores que “hemos visto cierto deterioro en las recaudaciones, particularmente relacionado con el Plan Gas, donde hemos visto algunas demoras adicionales en los pagos”. Y detalló que durante el primer trimestre del año la firma percibió recién los pagos por el gas entregado en el invierno del año pasado.

Quien fue más duro y optó por ponerle un valor a la bola de nieve fue el director de Estrategia de Pampa Energía, Nicolás Mindlin, quien también ante inversores confió que Cammesa registra una deuda con la compañía del orden de los 40.000 millones de pesos, de los cuales 2.000 millones de pesos son precisamente por la mora en los pagos del Plan Gas.Ar.

A diferencia de lo que sucede con los programas de acceso al dólar, en este caso los pagos por el gas ya entregado no se realizan en billetes verdes, sino en pesos. Aunque pese a ello, no han logrado escapar a la crisis macroeconómica.


Un plan de cuotas que no se paga


Pero esas no son las únicas dificultades que enfrente el sector del gas natural del país. Mientras las empresas siguen esperando sentadas la presentación de la mentada Ley del Gas Natural Licuado (GNL) que de no solo ventajas económicas sino también un blindaje al sector de las crisis argentinas, unos 500 millones de dólares que el Estado adeuda a las empresas, siguen en espera desde 2019.

Se trata puntualmente de la deuda generada entre 2017 y 2018 por el impacto de la disparada del dólar que se buscó no trasladar a las tarifas y terminó cuajando no solo en una deuda de 18.500 millones de pesos, unos 500 millones de dólares en esa fecha, sino también en un plan de pago fijado por el DNU 1053/2018.

Ese decreto creó un plan de pago para las compañías productoras de gas de 30 cuotas, pero de ellas sólo se pagó la primera ya que una denuncia en contra del exministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren, que presentó el ahora subsecretario de Hidrocarburos de la Nación, Federico Bernal, trabó los pagos.

Esta situación fue alertada por el CEO global de Wintershall Dea, Mario Mehren, quien tras recordar que “recibimos el primer pago, una de las 30 cuotas planeadas, a fines de 2019. Pero luego hubo un cambio en el gobierno y el pago se detuvo. Y desde entonces, ni hemos recibido una paga adicional, ni hemos visto ninguna aproximación constructiva de cómo lidiar con esta situación”.


Los problemas en el sector del petróleo


La sucesión de problemas en el segmento del gas llevó consecuentemente a que muchas empresas se concentren en la producción de petróleo, apalancadas además por los mejores precios que pueden conseguirse con las exportaciones.

En esa línea se enmarca YPF, tal como precisó su CFO Lew días atrás al indicar que “la estrategia que tenemos es centraron en la producción de petróleo en donde no tenemos problemas con el cobro”.

Sin embargo, la crisis argentina que ha disparado la inflación a tres cifras anuales y al dólar a rozar los 500 pesos, no dejó indemne tampoco a este segmento de Vaca Muerta.

Mientras desde las refinerías se intenta recuperar el desfase con la paridad de importación que golpea fuerte en el caso del gasoil que se importa, la inflación genera el efecto de estar intentando avanzar en una cinta transportadora que va en el sentido contrario.

Las ventas de petróleo no son para nada un dato menor en las empresas de Vaca Muerta, sino que linealmente representan el flujo de dinero que luego reinvierten en el upstream, para la producción de más gas y petróleo.

En las últimas semanas se dio un triple efecto negativo y un nubarrón de tormenta que, por suerte, no se terminó cumpliendo. El primero de los efectos negativos fue la caída del precio internacional del petróleo de referencia para Argentina como es el Brent.

Esto generó que el gap de las exportaciones, esa diferencia de valor por barril que llegó hasta los 40 dólares el año pasado, se perdiera en algunos momentos.

Pero paralelamente derivó en que las refinerías comenzaron a presionar a las productoras de crudo por una rebaja en el precio del barril que se paga internamente, que pasó de unos 65 a unos 62 dólares.

Este menor precio derivó en un alivio para las refinerías, pero que tiene poco efecto ante el acuerdo de Precios Justos que se selló con el gobierno nacional hasta agosto de este año para aumentar solo un 4% mensual.


El deja vú del congelamiento


Es que si bien el acuerdo les permite a las refinadoras y empresas integradas -PAE e YPF- tener pequeñas actualizaciones, la inflación de abril llegó al 8,4%, es decir más del doble del acuerdo de precios, haciendo que solo por la depreciación del peso, se tenga una pérdida del 4%.

Pero si en este país la existencia de subsuelos impensados es la ley, esta semana el gobierno nacional convocó a las grandes refinadoras a analizar la posibilidad de congelar totalmente el precio de los surtidores.

La propuesta, que causó un temible deja vú del congelamiento que impuso el anterior gobierno en la previa a las elecciones del 2019, finalmente fue rechazada y se procedió a la suba mensual del 4% preacordada.

Desde el gobierno nacional se optó por no pronunciarse al respecto de la iniciativa, que de haberse concretado, habría sido más que la cola de la macroeconomía, un palo difícil de sortear en la rueda del desarrollo de Vaca Muerta, afectando al sector del petróleo que es el que hoy está apalancando también el crecimiento de la producción de gas para llenar, el mes que viene, el gasoducto Néstor Kirchner.

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