La escarpada en el ajuste de la tarifa eléctrica

Son muchas las preguntas que el gobierno debe responder antes de avanzar con un cambio en la aplicación de subsidios a la energía. La primordial es por qué se subsidia.

(*) Por Federico Lutz

Los subsidios al sector energético argentino alcanzaron en el año 2021 los 1.000 billones de pesos, un 75% más que en el año 2020. Dentro de este ámbito el 66% de dicho recurso público fue destinado al sector eléctrico.

Una ecuación que implicó disparidades irritantes, por cada $1 invertidos en el sistema de salud el Estado gastó $5,7 en subsidios energéticos (en plena pandemia).

Pese a estos datos el problema de la Argentina no es cuánto subsidiamos, sino por qué subsidiamos. Hace ya tres años planteábamos la necesidad de darle a la problemática una perspectiva en otra columna de opinión.

Cómo afrontar la diversidad era claramente el desafío. No se logró o no se intentó, son aristas que de poco sirve indagar. Hoy el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene “aparentemente” puesta la mirada en los subsidios al sector energético, causantes del 80% del déficit primario de la Argentina.

Si la solución propuesta es encarar una suba tarifaria que disminuya el déficit, todo indica que nos encontraremos frente a una escarpada. La dificultad es macroeconómica, pero el problema es político; la solución que se “estaría” ensayando es desdoblar las tarifas.

En números

5,7 pesos
se gastaron en subsidios energéticos en 2021 por cada 1 peso destinado al sistema público de salud.

Una forma de alivianar las consecuencias de reducción del déficit en la opinión pública (y en “algunos” bolsillos), unos tendrían subsidios, y otros no.

La propuesta gubernamental podría, por caso, implicar que un ciudadano residente en un barrio tradicional abone el valor del kW/h a un precio superior a otro ciudadano cuya vivienda forma parte de un desarrollo habitacional público, o tal vez que un empresario hotelero pague más o menos el kW/h dependiendo de la calidad y extensión de su infraestructura.

Será en esas asimetrías donde nos toparemos con la escarpada; y como dijimos, no por la cuantía del subsidio, sino en el por qué.

Es decir, haciendo un razonamiento sencillo, la pregunta radica en si el Estado Nacional, a través de transferencias del Tesoro a Cammesa abonó en enero de 2022 el 52% de los costos de generación del sector eléctrico, ¿que usuarios reemplazarán ese ingreso con el fin de que la Argentina disminuya el déficit?

El dato clave

11.000
millones de dólares sumaron el año pasado los subsidios del sector energético.

Si los pagos que hacía el Estado a Cammesa hoy ya no puede hacerlos, y deben afrontarlos los usuarios, “en distinta medida” (desdoblamiento), por razones de política o necesidad pública, es allí donde surge la necesidad de exteriorizar el por qué.

Seguramente esta pregunta tendrá rápidas respuestas marcadas por situaciones de vulnerabilidad social, o tal vez en la distinta capacidad de pago de unos y otros, pero la escarpada no se transita fácilmente, el sistema ha de ser sustentable más allá de la coyuntura.

Será razonable a largo plazo que un usuario del ámbito empresario que tributa al fisco nacional pague más el kW/h que aquel que tiene un beneficio tributario por su bajo volumen de negocio; podrá pagar menos el kW/h un asalariado que vive en un barrio desarrollado por el Estado, que un jubilado que vive en un barrio de clase media alta; puede valer lo mismo el kW/h para una compañía que da mil puestos de trabajo, que aquella que utiliza los kW/h para mover maquinaria sin emplear a nadie.

Estos y tantos otros interrogantes forman parte de la necesidad de responder la pregunta de ¿Por qué subsidiamos? Toda reformulación debe tener en vista un horizonte de mediano y largo plazo, no basta con “aprovechar” momentos para realizar ajustes que no sean sustentables.

Si el inicio de una nueva etapa en el sector eléctrico, implica el “necesario desdoblamiento de tarifas”, debe tener claramente establecida la respuesta a esta pregunta (por qué?); si esto no fuese así, caeremos en la escarpada, y solo estaremos sentando las bases de la futura crisis del sector.

(*) El autor es Abogado, Especialista en Economía de la Energía.Gerente general de la CEB.


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