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El gas del offshore, la llave argentina para la soberanía energética

El gas natural en alta mar representa una gran oportunidad para el país y para la región. También ayuda a facilitar la transición energética hacia las fuentes renovables.

Por Gabriel Matarazzo (*)

El offshore es una parte fundamental para alcanzar la soberanía energética. Representa una gran oportunidad para el país y para la región, ya que hablamos de que Argentina podría obtener en el mediano plazo un boom en la producción de gas, que a su vez es una energía bastante limpia si la comparamos con otros métodos actuales como el carbón.

Por ende, ser líder en materia gasífera también ayuda a facilitar la transición energética hacia las fuentes renovables. Hoy más que nunca, y en medio de una nueva cumbre climática mundial que se está llevando a cabo en Egipto, somos conscientes de que la supervivencia del mundo requiere de transiciones y, por lo tanto, la transición energética es vital en la agenda del sector.

Pero debemos tener cuidado con los mensajes alarmistas que suelen escucharse en estas cumbres. No podemos apagar el mundo porque todo contamina, ya que en ese caso deberíamos también prescindir de los autos o los celulares.

En este sentido, es de capital importancia poder contar con la energía presente en el tránsito de la reconversión. Argentina tiene todo para alcanzar su soberanía energética, que es a su vez un elemento crucial para la transición de cualquier país del mundo.

No son muchos los países que tienen las condiciones y oportunidades que se presentan en nuestro suelo, lo que se evidencia actualmente en Europa, que a pesar de ser una de las víctimas de la invasión de Rusia a Ucrania, a día de hoy no está logrando acomodarse adecuadamente a la crisis, sumado a que los costos los están pagando las y los trabajadores con la energía mucho más cara.

Argentina es una de las cuencas gasíferas más importantes del mundo y tiene un papel clave para jugar en el mundo frente a la transición energética. Sin embargo, los obstáculos aún son varios. El país viene dependiendo de la importación para el abastecimiento: la compra al extranjero de gas durante los últimos años marcaron un fuerte aumento que complicó cualquier proyecto energético y a la propia economía del país por el impacto en precios.

La producción propia de gas, como consecuencia de la puesta en marcha de la explotación offshore, implicaría que todas las centrales térmicas puedan ser abastecidas por gas y no por gasoil, lo cual no solo ayudaría a moderar el desequilibrio importador que sufrimos este año con la escasez de combustibles, sería una pata más en la protección del medio ambiente.

El empuje político y económico es indispensable para disparar todo el potencial argentino. Tener los recursos debajo del suelo o del mar es una ventaja que a veces la política parece no dimensionar su magnitud. Sector público y privado deben abordar estos temas con el mismo énfasis que lo hacemos desde la representación de las y los trabajadores.

Por otro lado, es igual de relevante contar con los recursos para la extracción, ya que cuando estos no florecen surgen las dificultades. Tal es el caso de Vaca Muerta, un yacimiento no convencional que, aunque es la base de la economía regional, no consiguió aún ser suficiente para lograr la tan ansiada soberanía energética. La demostración de que con Vaca Muerta no alcanza, es la solución cortoplacista de las importaciones.

Hacen falta inversiones para este tipo de planes, y las demoras de los proyectos a gran escala, especialmente los que involucran la producción de energía, alimentan un escenario cada vez más difícil. La falta de divisas para la compra de insumos provoca la tardanza de los proyectos. El gasoducto es una gran esperanza, pero también está llegando demasiado tarde.

Los dólares que necesitamos para los insumos necesarios para el offshore se van en la compra de gas, cuando ese gas lo tenemos bajo nuestro suelo. Vaca Muerta y el famoso gasoducto seguirán siendo fundamentales en el esquema de transición energética, porque la alternativa de consumir carbón para producir electricidad es mucho peor.

Pero el gas del offshore es el camino para ser líderes en la producción de una energía relativamente limpia, con alta demanda a nivel mundial y con grandes beneficios económicos que comienzan en los puertos de Mar del Plata y terminarán impactando en la economía provincial y nacional.

Es por esto que estamos trabajando activamente dentro de la CGT de Mar del Plata, donde la relación con los otros gremios nos ha permitido dimensionar estas oportunidades. Desde el sindicato de Bahía Blanca, que tiene ámbito territorial en Mar del Plata, contamos con más de 40 años de experiencia teniendo protagonismo en el gas envasado, pero sabemos que con el offshore podemos generar un genuino abastecimiento.

Allí está la llave más importante para destrabar la necesaria soberanía energética de Argentina, con el fin de participar de forma activa en el pasaje hacia las fuentes renovables.

(*) Gabriel Matarazzo es el secretario general del Sindicato de Petróleo, Gas y Biocombustibles de Bahía Blanca.


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