Combustibles: por qué falla el abastecimiento, los números que lo explican

Tres factores se conjugaron en los últimos días y generaron los quiebres de stock en estaciones de servicio de todo el país. Cómo se pudo haber evitado la situación y el impacto de la amenaza de Massa de bloquear exportaciones.

Sin stock. La falta de abastecimiento de combustibles afecta a todo el país.

No fueron una, ni dos, las razones por las cuales a lo largo y ancho de país se registró este fin de semana el quiebre de stock de combustibles en las estaciones de servicio. Fueron tres los factores que se sumaron para generar un inevitable faltante de naftas y gasoil. En este artículo te explicamos cuáles son esos factores, y el rol que tuvo (o no tuvo) el gobierno nacional para evitarlo.

Para explicar porqué faltan combustibles en el país hay que comenzar por algo que desde hace meses se viene registrando y es un aumento en la venta de combustibles. Desde hace varios meses las ventas de naftas se encuentran muy por encima del promedio habitual, a razón de un 15% en términos interanuales y por encima del nivel de ventas de la prepandemia.

Si bien es difícil atribuir esto a una sola razón, desde el sector consideran que los precios de los combustibles que han subido menos que el índice de inflación han colaborado con este aumento en su comercialización.

En el caso del gasoil, cuyas ventas venían levemente por debajo del nivel del año pasado, el inicio de la actividad fuerte en la Pampa Húmeda en las últimas semanas disparó sus ventas. Y en las estaciones de servicio esto se notó con más fuerza por el desfase de precios que tiene el canal mayorista, ya que desde agosto (luego del aumento post PASO) el precio mayorista está un 25% por encima del precio minorista, generando así un corrimiento de un canal al otro.

Con una demanda un 15% por encima de lo habitual, y esto antes del pánico que se generó el viernes y multiplicó aún más las ventas, la otra punta de la ecuación, la oferta, muestra dos fallas en las últimas semanas.

El miedo al desabastecimiento derivó en largas filas para cargar, que empeoraron la situación. Foto: Juan Thomes.

La primera se debe a la salida de operaciones de dos grandes refinerías. Una es la de Trafigura que aporta cerca del 5% de los combustibles que se consumen en el país, pero sin dudas la que desequilibró el mercado fue la refinería de YPF de La Plata (Ensenada) que es la más grande del país.

La parada técnica por mantenimiento de estas dos refinerías sacó de producción cerca del 20% de las naftas y gasoil que se consumen en Argentina, ya que en el caso de YPF solo se trató del 50% del complejo.

En tanto que el tercer y último factor clave que explica la actual crisis está en la importación de combustibles. Normalmente en el país se importa el 20% de los combustibles que se consumen diariamente por la incapacidad de las refinerías de procesar todo lo que se requiere.

Se trata de un valor más alto en el caso del gasoil, cercano al 30%, y un poco más bajo en las naftas, que da como resultado ese 20% de oferta que se debe importar regularmente, y eso es lo que precisamente no ocurrió. No se lograron sellar esas importaciones porque las refinerías no consiguieron la autorización del Banco Central de la República Argentina (BCRA) para acceder a los dólares para pagarlas.

De hecho, cuatro cargamentos llegaron a aguas argentinas y permanecieron allí varados hasta que el viernes pasado finalmente el gobierno nacional autorizó a las refinadoras el acceso a los dólares.

El bloqueo para el acceso a los dólares del MULC que hizo el BCRA responde a la falta de divisas que tienen las reservas con las cuales además esta semana se deben pagar los compromisos ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pero hubo además un tironeo entre las refinerías y el BCRA que dilató el ingreso de los cargamentos generando la tormenta perfecta: un 15% más de demanda, un 20% menos de producción nacional y un 20% menos de importaciones.

Es que el gobierno nacional había acordado a fines de mayo con las refinerías que, a cambio de un aumento en los surtidores, las compañías utilizarían dólares del mercado financiero para pagar las importaciones. Pero ese acuerdo era por 90 días que finalizaron en septiembre.

Cumplido el plazo del acuerdo, las refinerías volvieron a pedir el acceso a los dólares a valor oficial al BCRA pero no solo no obtuvieron una respuesta automática, como era antes del acuerdo de 90 días, sino que se rechazaron los pedidos, generando además una bola de nieve de dólares a pagar ya que cada día que los cargamentos estuvieron parados en el puerto les aplicaron a las refinerías una penalidad de 40.000 dólares por barco.


El rol del gobierno nacional


Mientras el viernes pasado el gobierno anunció luego de una reunión con las refinerías que otorgará los dólares para garantizar la importación de 10 buques de combustibles, destacándolo casi como un favor a las empresas, en realidad si no hubiese bloqueado esos dólares desde un primer día, podría haber evitado gran parte de la crisis de abastecimiento.

Desde la cartera de Energía de la Nación, se destacó además el compromiso de las refinerías de «en un plazo de 10 días» finalizar las paradas técnicas para elevar así nuevamente el nivel de procesamiento de combustibles.

Sin embargo, dado que YPF fue la compañía que paró la principal refinería y se trata de una empresa de mayoría estatal, el gobierno podría haber previsto el efecto negativo que ese mantenimiento tendría y podría haberlo pospuesto, tal como hizo Raízen (las estaciones Shell) con su refinería que además elevó al máximo su nivel de actividad en estas semanas.


La amenaza de bloquear exportaciones


Por último, la amenaza realizada por el ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa, de bloquear las exportaciones de petróleo a partir de la medianoche de mañana si no se normaliza el abastecimiento incurre en una seguidilla de errores conceptuales.

Por un lado, las exportaciones de petróleo (y lo mismo sucede con el gas) no se dan por decisión de las empresas sino que previamente deben ser autorizadas por el gobierno nacional, que no las da si hay necesidad de usar ese petróleo o gas en el mercado interno. Por lo cual la amenaza pareciera carecer de sentido, ya que es el mismo gobierno el que autoriza o no, siempre, esas exportaciones.

También sucede que, de bloquear las exportaciones en forma total, estaría afectando a las empresas productoras de petróleo, cuando lo que falta son combustibles que dependen de las empresas refinadoras. En el país solo hay dos empresas que producen petróleo y lo refinan a la vez: una es PAE con las estaciones Axion y la otra, es YPF.

Pero además, si la falta de procesamiento en las refinerías se debe a la parada por mantenimiento, no tiene sentido cerrar el grifo exportador de petróleo ya que incluso se corre el riesgo de, como sucedió en la pandemia, llenar los tanques de almacenamiento y forzar al cierre de pozos productores, generando al mismo tiempo una caída en el trabajo en los campos, una baja en las exportaciones y un menor ingreso de las divisas que éstas generan.


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