Cayó la producción de petróleo del país: ¿Se desacelera Vaca Muerta?
Los registros de julio dieron cuenta de una baja en la extracción de crudo a nivel nacional. Cuál es la incidencia de Vaca Muerta en esta caída y cómo afecta el congelamiento dispuesto en el precio de los combustibles.
El desarrollo de Vaca Muerta llevó a que más de uno asociara a la formación shale con el término récord. Sin embargo, esa racha en el segmento del petróleo se cortó hace ya varios meses. El último registro oficial de producción del país marcó una nueva caída en las extracciones totales que en buena medida responde a lo que parece ser un desaceleramiento en el nivel de crecimiento de Vaca Muerta.
Los datos oficiales de producción de la Secretaría de Energía de la Nación indican que en julio se extrajo en todo el país un promedio de 625.722 barriles de petróleo por día. Esto es un 0,62% menos que el mes anterior, o dicho en volumen, una baja de un mes para el otro de casi 4.000 barriles por día.
Pero esta baja en la producción no es aislada, sino que viene ya de una secuencia de cuatro meses, desde marzo pasado, cuando se alcanzó el punto más alto del período con 641.799 barriles diarios.
De a poco, las pequeñas bajas mensuales han llevado a que la producción de petróleo del país pierda en estos cuatro meses nada menos que 16.000 barriles diarios, un volumen no menor ya que equivale casi a la producción de una provincia como Río Negro.
Detrás de este freno en el auge petrolero argentino hay varias causas, que van desde el declino normal del convencional, el contexto macroeconómico y de cepo de divisas y, hasta el mes pasado, un atraso en el valor de los surtidores que venía mellando el precio que se paga por el crudo en las refinerías argentinas.
Cómo está la producción de Vaca Muerta
En las tierras del shale, el balance de la producción a simple vista no parece malo. En julio la extracción de petróleo exclusiva de Vaca Muerta llegó a los 290.800 barriles por día según marca el informe de la consultora Economía y Energía que dirige Nicolás Arceo.
Ese volumen es un 0,1% superior al del mes anterior, que había sido de 290.400 barriles diarios, y que permitió además que el global de la provincia de Neuquén tuviera también un mínimo crecimiento, pasó de 321.135 barriles por día a 321.302 entre junio y julio.
Sin embargo, si se observa desde un poco más lejos se aprecia que la provincia de Neuquén perdió casi 11.000 barriles por día desde el nivel que había alcanzado en marzo de este año. Una baja porcentual del 3,3%, incluso superior al promedio nacional para el período que fue del 2,5%.
Este fenómeno es hoy una preocupación para más de uno en la industria de los hidrocarburos, ya que se advierte que no se trata de un freno impuesto por la falta de capacidad de transporte dado que la red troncal de Oleoductos del Valle (Oldelval) no funcionó a pleno desde abril en adelante.
Hasta el año pasado, la capacidad de evacuación del petróleo de Vaca Muerta había sido todo un cuello de botella, y cada pequeña mejora lograda por Oldelval en su capacidad era rápidamente saturada por las operadoras que estaban a la espera de más espacio en los caños.
En los últimos meses esto no se vio. La liberación del cupo en el tramo hacia Puerto Rosales de casi 40.000 barriles diarios que dejó la reapertura del Oleoducto Trasandino no se saturó como se esperaba, siendo ese el primer indicio llamativo.
Dentro del sector hay actores que señalan que Vaca Muerta podría haber ingresado en una especie de meseta, impactando negativamente en el balance final del país ya que era el alto crecimiento del shale lo que venía permitiendo compensar el declino del convencional y dejar un saldo suficiente para que el resultado final siga siendo de aumento.
Los datos de julio marcan que la producción de petróleo de Vaca Muerta no cayó, pero solo sumó 400 barriles por día. Esto no alcanzó ni para compensar la baja por ejemplo de Chubut, que entre junio y julio perdió otros 2.000 barriles diarios, al producir solo 134.800 barriles por día.
Los efectos del congelamiento de los combustibles
Y esto impone un gran signo de interrogación de cara a lo que suceda de aquí al 31 de octubre, que es la fecha acordada entre las empresas y el gobierno para “descongelar” el precio de los combustibles y con ello del petróleo.
El acuerdo pactado tras la derrota oficialista en las elecciones primarias PASO pautó no solo que se congelara el precio de los combustibles en surtidor por 75 días. Sin que para lograr eso, las firmas pautaron que lo harán a expensas de bajar el precio que se paga por el petróleo en el país, que bajó así de 61,5 a 56 dólares.
Esta reducción del precio del barril interno de un 8% en un contexto de inflación y devaluación es un serio problema para las empresas que no solo no venían exportando parte de su producción, sino en especial para las del sector convencional que tiene un costo por barril producido mucho más alto que el de Vaca Muerta.
Las bondades productivas de Vaca Muerta, en especial la alta producción que tienen los pozos en sus primeros meses, son también un arma de doble filo, como se vio en los últimos años en la cuna del shale, en los Estados Unidos.
Es que así como la producción no convencional puede rápidamente acelerarse y dar saltos productivos, ante un contexto negativo el shale también puede generar lo contrario, una caída en la producción mucho más brusca que el convencional.
Y esto no solo se debe a la facilidad del cierre de pozos shale -que al contrario del convencional muchas veces ganan productividad al ser reabiertos- sino también porque un freno en la conexión de nuevos pozos implica una caída en la producción en los siguientes meses por su acelerado declino natural.
Por ahora los niveles de producción marcan solo un freno o desaceleramiento en las tasas casi chinas de crecimiento de Vaca Muerta, pero en un año complejo, no solo con congelamiento de precios, devaluación e inflación, sino también con una reñida elección presidencial a la vuelta de la esquina.
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