En otro planeta

Aunque a esta altura todos salvo los más obtusos entienden que el comunismo no funciona y que incluso el socialismo democrático está haciendo agua en los países de Europa occidental, esto no significa que los muchos que por los motivos que fueran quisieran que el mundo moderno fuera radicalmente, cuando no existencialmente, distinto se hayan resignado a tirar la toalla. Por el contrario, en cierto modo el colapso del “socialismo real” los ayudó porque no se sienten constreñidos a reivindicar a regímenes totalitarios brutales que sacrificaron inútilmente a decenas de millones de personas. Ya que no les es dado aludir a los esplendores de la Unión Soviética o Alemania Oriental y saben que hoy en día China es más pinochetista que marxista, los contestatarios más resueltos trasladaron su “utopía” a una región en buena medida retórica inaccesible a los demás, desde la cual siguen denunciando con vehemencia el orden imperante y formulando propuestas sin preocuparse en absoluto por las eventuales dificultades prácticas. Pues bien: si sólo fuera una cuestión de la reacción de algunos intelectuales “críticos” profesionales y de sus admiradores frente al fracaso de ciertas teorías político-económicas determinadas, tal maniobra sería a lo sumo una curiosidad cultural, pero sucede que muchos políticos presuntamente moderados, sobre todo en el “Tercer Mundo”, parecen decididos a tomar en serio las lucubraciones resultantes y, lo que es peor, de actuar en consecuencia.

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