En Neuquén habría que plantar 90.000 árboles

Horas de esfuerzo y sacrificio por parte de los vecinos son la única manera que hay para que en plena barda se pueda hacer crecer alguna plantita que con los años sirva de resguardo para los habitantes de los barrios más alejados. Ahora le tocó el turno al barrio Coperso, donde los vecinos trabajan los fines de semana para tener verde.

NEUQUEN (AN).- A pico y pala sobre el pedrerío de las bardas, los vecinos de los barrios altos de Neuquén le dan pelea al desierto. Así, de a poco, los fines de semana o los feriados plantan los árboles para frenar los azotes del viento y oxigenar veranos de fuego.

Entre el sábado y el domingo, por ejemplo, las siete familias que constituyen el flamante barrio Coperso plantaron 35 árboles (álamos de distinta variedad y sauces) que harán de cortina para frenar el viento. Hay otros 40 árboles que serán plantados el próximo fin de semana. Al finalizar, los vecinos esperan que haya más de un centenar de árboles.

En Neuquén se estima que hay un faltante de 45.000 árboles, esto sin contar todos los que se perderán una vez que se ponga en marcha el tan mentado Paseo de la Costa, que arrasará con la forestación de la zona de la Confluencia. En realidad, para paliar el déficit habría plantar 90.000 árboles, porque de acuerdo a las experiencias en esta ciudad, la mitad no llega a conformase como planta adulta porque se seca o porque la arrancan.

Por eso, cobran muchísima importancia este tipo de iniciativas vecinales. Y -está claro- no es fácil pelear con la barda. Para hacer un pozo de un metro de profundidad se demora por lo menos un par de horas. Todo esto, siempre y cuando haya un par de brazos fuertes para, sucesivamente, golpear con la barreta, la picota y la pala. Los pozos deben, y esto es indispensable, ser rellenados con tierra negra, un material totalmente ajeno a la meseta neuquina.

«Somos cinco familias y hay dos que están por venir», explica Pablo Bestard, uno de los promotores de la iniciativa en la que cada uno de los vecinos hace su aporte.

Además del trabajo y del aporte de las herramientas, también reunieron dinero para comprar las mangueras y los caños con lo que llevarán agua a las plantas que por estos días no son más que palos largo con una pocas ramas cortas cargadas de brotes.

El barrio Coparso está ubicado al norte del casco céntrico de la capital neuquina, en un tramo todavía desnudo distante unos dos mil metros del parque industrial. Después del asentamiento, no hay nada más que bardas y bolsas de nylon enganchadas a los arbustos de jarrilla y de alpataco.

La modalidad de hacer plazas por esfuerzo propio ha prendido muy fuerte en esta ciudad, un lugar donde los espacios verdes no abundan. Y -paradójicamente- son los vecinos que tienen los terrenos más áridos los que mejores resultados consiguen. Es que la forestación en estos sectores es una cuestión de supervivencia.

También hay zonas donde la forestación es una forma de defensa dado que sirve para evitar que haya asentamientos espontáneos. Para el caso, en el oeste capitalino hay una toma -tal es la denominación que tienen las ocupaciones de tierras fiscales- que los vecinos bautizaron como sector Espacio Verde.

Los vecinos de Coperso ya manejan presupuestos con el precio por metro cúbico de tierra fértil y en una de las casas tienen plantines de abedules y de pinos, que serán plantados en la plaza una vez que las álamos den un poco de sombra.

«Somos pocos y hay pocos chicos, hay tres que tienen tres años. Dentro de un par de años ellos van a ser los que más van a disfrutar de este lugar», explicó otro de los vecinos.

Aunque es suelo pareciera tolerar sólo arbustos pinchudos, uno de los vecinos, de apellido Bucarey, cultiva una espectacular granja que resguarda con media sombra.

Al sur de Coperso está el barrio Mercantil donde a fuerza de trabajo ya se consiguió una plaza y varias cortinas contra el viento.

El barrio tiene cuatro años desde el momento en que fue habitado pero ya presenta unos cuantos árboles que regalan sombra.


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