Una hora más de clases: las preguntas y dudas que genera
La psicopedagoga Laura Collavini analiza paso a paso la propuesta del Ministerio de Educación de Nación.
Laura Collavini (*)
El Ministerio de Educación propuso, hace unos días, una hora mas de clases para todos los estudiantes del territorio nacional. Existe un presupuesto destinado para tal fin y cada provincia deberá responder cuál es la decisión que toma. La propuesta tiene varios ángulos para analizar. Pero a priori se podría decir: ¿quién puede oponerse a más educación?
Voy a hacer hincapié en el objetivo antes de analizar. Si lo que se pretende es recuperar los dos años sin educación, esta medida sería en vano. Los años perdidos cuentan con esa descripción. Los procesos de aprendizaje que debieron darse en contextos determinados y no sucedieron, ya no volverán a darse. ¿Cómo haríamos para que un niño que hoy está en primer grado recupere la magia de sala de 4? Sentarse con sus compañeros y la seño cantando una canción. Que ella les haga referencia a lo importante de escucharse entre todos y cómo tomar una tijera. Eso no se recupera. Lo que se hizo con la niñez y adolescencia en estos dos años fue una tragedia. Por supuesto estamos pagando las consecuencias.
Un niño que aprendió algunas tablas en tercero o finales de segundo, atravesó por comenzar a comprender que la multiplicación es fruto de sumas reiteradas, lo logró a través de juegos en conjunto con la maestra, con las respuestas de sus compañeros, con los errores, con la tarea paulatina. Así puede llegar más adelante a realizar operaciones combinadas, habiendo superado pasos lógicos anteriores.
Los procesos de aprendizajes no son mecánicos, forman parte de una construcción personal.
Celebro que ahora se recuerde la educación y que alguna medida exista, aunque sea para debatir.
Vayamos analizando paso a paso:
La mayoría de los países cuentan con más de cuatro horas de clases.
¿Dónde van a estudiar cinco horas todos los estudiantes? ¿En aulas que se le caen los techos, donde se suspenden las clases varias veces por falta de agua, luz, porteros, etcétera?
Cientos de escuelas abandonadas existen en nuestro territorio nacional. Carecemos de herramientas básicas. Miles de familias llegan a cada escuela con barro hasta las rodillas.
Los contextos educativos también se deben tomar en cuenta. Para aprender, hay que tener el organismo con alimento y descanso.
Sabemos que recibimos en las escuelas muchas realidades sumamente complejas. Entonces, ahora que se prendió alguna luz para pensar en educación, aprovecho para decirlo y preguntar. ¿Está pensado para contener a las familias estas medidas?
Ojalá que así fuese. Por supuesto debería gestionarse y analizar varias variables ya que las realidades de los padres (y según Unicef más carga posee la madre) se organizan en función de los horarios escolares.
¿Cómo harían los maestros que tienen dos colegios? Tal vez debería pensarse en horas extras de otros docentes para diversas disciplinas.
Cuatro horas de clase era acorde a un mundo donde existía un adulto (en general la madre) que estaba con disposición para atender a su hijo luego del colegio. Donde las actividades extra escolares eran pocas y que el tiempo de jugar en la vereda era un tesoro posible de alcanzar.
No es la realidad actual. En general cuando al regresar de la escuela el contacto con los dispositivos es la pileta hacia donde todos van. Los cuerpos permanecen inmóviles. La interacción con otros es escasa y la inmediatez de las pantallas anulan las posibilidades de creatividad.
La comodidad de los padres avalan esta decisión porque les permite continuar con sus obligaciones sabiendo que “están seguros, controlados”. Lo escribo entre comillas porque nada de eso es cierto. Solo están visibles a nuestra mirada. Ellos reciben información de afuera que muchas veces no saben cómo elaborar.
Sería interesante ampliar la mirada de una hora más y seguir pensando en educación. Aprovechemos el impulso que ofreció la pandemia. Donde también cientos de padres se organizaron para alzar la voz, en forma desesperada pidiendo ayuda para que sus niños sean mirados.
Las familias quedaron muy heridas. Las relaciones fueron complejas en esos meses. La violencia se acrecentó. Las frustraciones de los padres de no poder ser maestros de sus hijos. La educación y principalmente el lugar del “la escuela” como contención y en muchos casos como espacio de alimentación, se instaló en el lugar que corresponde, en primer plano.
Los niños en las escuelas. Un mundo es sí mismo. Es un movimiento social que organiza las ciudades.
Celebro que hablemos de una hora más de clases, porque hablamos finalmente de los niños y adolescentes y hablamos de cada uno de nosotros. Aunque no haya niños en casa.
(*) Lic. en Psicopedagogía. laucollavini@gmail.com
Laura Collavini (*)
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