Terror: la literatura que atrapa

Varios títulos recientes para el público infantil exploran lo desconocido y lo amenazante para aproximarse a cuestiones dolorosas como el bullying y la muerte. Algunos autores repasan sus conceptos del terror y su relación con la infancia.

El género del terror atrapa a las infancias con historias donde aparecen monstruos, fantasmas, vampiros, zombies y otros personajes espeluznantes que muchas veces funcionan como invitación a sondear de qué está hecha la sensación ominosa de estar en peligro y por qué crecer activa la percepción de una amenaza, registros que están presentes en una serie de libros recientes donde el horror es también una vía para aproximarse a temáticas como el bullying o la muerte.


“¿Por qué nos sentimos acechados? ¿Es el miedo a crecer? ¿Es el miedo a ser apartado? ¿O el miedo a ser uno más? ¿A saber quiénes somos? ¿Y si lo que soy no me gusta, si soy yo el monstruo que se va transformando en el espejo?”. Las preguntas que sugiere Franco Vaccarini, uno de los autores que más trabajan el registro inquietante en la literatura para públicos infantiles y juveniles, funcionan como un punto de partida para explicar el imperecedero magnetismo que provocan las historias de terror. En la Argentina, algunas de estas tramas recurren también al humor, como es en el caso de Mauro Serafini, autor de “Escuela de monstruos”, una saga de historietas terroríficas divertidas que cada vez suman más lectores. Otras narraciones como las de Luciano Saracino y Franco Vaccarini, trabajan con un terror más crudo y real donde, según Saracino a los monstruos “hay que vencerlos, entenderlos, denunciarlos”.

“Siempre fui amante del terror. Es un género que me atrajo desde todas sus vertientes: literatura, cine, historietas”, cuenta Serafini. Cuando tuvo que plantear una historieta para la revista Billiken, donde se publicó originalmente “Escuela de Monstruos”, el escritor tuvo en cuenta un “perfil estudiantil que siempre tuvo la publicación por lo tanto apareció la escuela como escenario”. Ahora, en diálogo con Télam dice: “Aparte de esto me encanta dibujar monstruos, así que prácticamente la idea estaba ahí. Lo tenía todo servido”.

Saracino es escritor, guionista y docente de guión y narrativa en distintas universidades en las que se enseña cine en Buenos Aires. Nació en el 1978, plena dictadura militar argentina. Su interés por el terror se remonta a este momento ya que, cuando él llegó al mundo, “el terror ya habitaba y es imposible que un niño no lo mame”, señala el autor de “Historias entre tumbas”. Y agrega: “Los monstruos existían y se llevaban a la gente, la calle estaba llena de fotos sin cuerpo y había un miedo y tristeza que eran palpables”.

“Durante mucho tiempo no supe qué era lo que me fascinaba del terror hasta que lo entendí: me encanta que existan pócimas para matar a los monstruos, que haya universos donde éstos pueden ser vencidos y además, que exista un género donde se trata de enfrentar a los monstruos”, cuenta Saracino sobre este registro que lo cautivó desde un comienzo y hoy ejerce en su oficio de adulto. “Eso que yo no podía en mi vida, que no se pudo en la historia de la Argentina, se pudo trasladar a la literatura y al cine. El terror, de alguna manera, es un manual para vencer a tus monstruos y a tus miedos, y a veces te explica el modo correcto de vencerlos”, afirma el escritor.


Por su parte Vaccarini, creador de “El síndrome del ángel”, una novela donde un investigador privado debe lidiar con una pandemia mortal de gripe, señala que la idea surgió a partir de que ocurriera “una pandemia que no fue, la de Gripe A, en el 2009”. Años más tarde, reescribió parte de la historia y la volvió a publicar bajo el título “Efecto mutante”. “La coincidencia es que salió en enero del 2020, antes de la pandemia, y es leída como una anticipación, pero la realidad es que las pestes nos azotan desde siempre”, advierte el autor.


Las temáticas ocultas



En “Escuela de Monstruos”, los padres de Tomás, el protagonista, creen que su hijo es un monstruo. Para el autor, “los peques son un reflejo del mundo que les ofrecemos los grandes. Son un cúmulo de experiencias constantes y si esas experiencias son malas es un problema”. En este sentido, la saga busca tratar la temática de los prejuicios, “darle la espalda a lo distinto en lugar de aceptarlo y entenderlo”, señala el creador de historias donde también se trabajan las relaciones. “Tomás (el único niño humano de la historia) es muy travieso pero también muy leal. Encontró entre los monstruos su lugar, ya que muchos de ellos también son niñxs, con las mismas inquietudes, problemas, fortalezas y debilidades. Y se aceptan y quieren como son”, cuenta.

Saracino asegura que “mientras hablamos del terror podemos hablar de otras temáticas como el bullying, la muerte y la vida tal cual la conocemos. En esos laberintos me gusta perderme cuando escribo libros de terror para chicos”.

En sus libros, “los fantasmas son fantasmas de gente que estuvo viva y ya no está y el terror es terror”, apunta el escritor de “Historia entre tumbas”, obra que tendrá su adaptación en dibujo animado este año por la señal Paka Paka. Por ejemplo, en la colección “Historias entre tumbas” el protagonista es Moritz, un chico de 11 años que llega a su nuevo hogar y se da cuenta automáticamente de que no es normal porque se trata de la casona de un cementerio, donde hay una niña que aparece y desaparece entre las tumbas.

A veces, los más pequeños llegan a la literatura a través de los cuentos o historietas de terror. (Foto: Andrés Maripe)


A Vaccarini, en cuya literatura hay detectives y misterios que desvelar, lo que más le interesa es “avanzar hacia la posible explicación de un misterio, más allá del humor, el suspenso o el género”.

“Escribí cuentos de zombis, vampiros, muertos: monstruos que simbolizan lo oscuro, la soledad, lo desconocido. Esa sensación de estar en peligro, pero ¿en peligro de qué? ¿Por qué nos sentimos acechados? ¿Es el miedo a crecer? ¿A ser apartado? ¿O a ser uno más? ¿A saber quiénes somos? ¿Y si lo que soy no me gusta, si soy yo el monstruo que va transformando en el espejo?”, se pregunta el autor y señala que “la literatura nos da herramientas sin querer para aceptarnos, así, como somos”.


Género que atrapa infancias



Serafini considera que quien se vuelca a este tipo de lecturas lo hace por curiosidad. “El terror es eso que desconocemos, que nos aterra pero a la vez nos intriga”, define el escritor.

Para Saracino, además “el niño se siente atraído porque puede hablar de algunas cosas que no puede hablar en ningún otro espacio de su vida”, agrega.

“El terror funciona como una puerta a la literatura. Generalmente, las infancias entran por la historieta o el terror y ya se quedan a ver qué hay. Y por supuesto, hay un montón: hay poesía, teatro, aventuras, fantasía, crónica”, observa. Tal es el ejemplo de la vasta literatura del género en adultos, con autoras que hoy son un éxito literario como Mariana Enriquez, Agustina Bazterrica o Samantha Schweblin. En este sentido, muchos coinciden en que hoy en día el género tiene muchísima más aceptación.

Según Vaccarini, “en la literatura infantil la tradición arranca desde los cuentos clásicos, está íntimamente ligada a nuestros primeros relatos, con el lobo como sinónimo de miedo y el bosque como un mundo cargado de peligros y criaturas extrañas”.


Los orígenes del terror en la literatura



Muchos de los cuentos clásicos infantiles que hoy conocemos originariamente no tenían como destinatarios a las infancias. Los relatos de Perrault, por ejemplo, escritos a fines del 1600 y publicados bajo el título “Cuentos de Mamá Ganso”, eran leídos en la corte de Versalles. Sus argumentos eran mucho más crueles de lo que conocemos hoy: las hermanastras de Cenicienta, por ejemplo, se cortaban los dedos de los pies para que les entre el zapato.

Luego, con la llegada de los Hermanos Grimm al campo de la literatura, se emprende la tarea de recopilar estos relatos con el objetivo de recuperar leyendas y relatos de origen germánico.


El terror en los cuentos ha sido analizado desde numerosas perspectivas. H. P. Lovecraft, autor estadounidense de novelas y relatos de terror y ciencia ficción, reflexionó sobre el surgimiento y características del género del terror. Para el escritor, el miedo es una “sensación primigenia” que surge de aquello que no se comprende; y debe respirarse en los cuentos una atmósfera “de ansiedad e inexplicable temor ante lo ignoto y el más allá”.

En contraposición a la “adaptación” para chicos que caracterizó a la literatura en el siglo XX, la clave estaba en dejar de lado la típica moraleja o enseñanza de la mayoría de los relatos infantiles.

A partir de estos planteos, comenzó a entenderse que era posible que los pequeños lectores se vieran interpelados y disfrutaran de una experiencia de lectura de terror.


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