El efecto «nocebo» de las vacunas contra el Covid-19: ¿sugestión o realidad?

Un estudio realizado un centro asociado a la Escuela de Medicina de Harvard asegura más del 76% de los receptores de placebo experimentaron efectos adversos. El efecto nocebo se produce cuando un individuo experimenta efectos secundarios desagradables después de recibir un placebo.

Redacción

Por Redacción

Dolor en el lugar del pinchazo, cefalea, dolores musculares, fatiga.
A todos nos han dicho que estos son los posibles síntomas después de colocarnos la vacuna contra el Covid-19. Y muchos, la mayoría, los han sentido. ¿Pero en qué medida estas molestias se deben a los ingredientes de las inoculaciones y no a la autosugestión?


Según un estudio del equipo del centro BIDMC de Boston, asociado a la Escuela de Medicina de Harvard, en Estados Unidos, hasta tres cuartas partes de los efectos colaterales más comunes provocados por estas vacunas se deben al llamado efecto nocebo y no a la vacuna en sí.


El efecto nocebo es la otra cara del más conocido efecto placebo: la aparición de síntomas secundarios, o el empeoramiento de una condición, que se produce cuando el paciente recibe un tratamiento que cree que le provocará dichos efectos secundarios, aunque no se le esté administrando de hecho ninguna sustancia farmacológica.
Es decir, el efecto nocebo hace que el paciente sufra ciertos síntomas solo porque sabe que puede padecerlos.

Dolor en el lugar del pinchazo, cefalea, fatiga. Posibles reacciones adversas leves de las vacunas


Científicos del Centro Médico Beth Israel Deaconess, en Estados Unidos, analizaron los datos de 12 ensayos clínicos de vacunas contra el COVID (el estudio se hizo con vacunas AstraZeneca, Pfizer, Moderna, y otras que estaban en ensayos clínicos) y descubrieron que el efecto nocebo representó alrededor del 76% de todas las reacciones adversas comunes después de la primera dosis y casi el 52% después de la segunda dosis.

Los hallazgos, que fueron publicados en la revista Jama Network Open, sugieren que una proporción sustancial de los efectos secundarios más leves, como dolores de cabeza, fatiga a corto plazo y dolor en el brazo, no son producidos por los componentes de la vacuna, sino por otros factores que se cree que generan la respuesta nocebo, incluida la ansiedad, la expectativa y atribuir erróneamente varias dolencias a haber recibido el pinchazo.


El objetivo del estudio clínico que realizó el equipo del centro BIDMC era comparar las tasas de acontecimientos adversos notificados por los participantes que recibieron las vacunas con las tasas de aquellos que obtuvieron una inyección de placebo -sin ninguna vacuna-.
Cabe aclarar que el estudio se concentró en los efectos secundarios menores y no en las raras ocurrencias de coágulos o inflamación cardíaca.
Aunque se conoce poco en general sobre el efecto nocebo, el factor clave es la ansiedad y el temor que genera la vacuna, pero también la atribución errónea de diversos malestares al hecho de haber recibido la inyección.


“Se necesita hacer mucha más investigación al respecto, pero si tienes expectativas negativas y te sientes ansioso por la vacuna, entonces es más probable que experimentes efectos secundarios”, dice la doctora Julia Haas, del Beth Israel Deaconess Medical Center, y coautora del estudio publicado.

Aunque los científicos descubrieron que un número significativamente mayor de participantes que recibieron la vacuna informó acontecimientos adversos, casi un tercio de los participantes que obtuvieron el placebo también señalaron al menos uno, siendo el dolor de cabeza y la fatiga los más comunes.
En concreto, Julia W. Haas y sus colegas del BIDMC, constataron que tras la primera inyección, más del 35% de los receptores de placebo experimentaron efectos adversos sistémicos -síntomas que afectan a todo el cuerpo, como la fiebre-, siendo el dolor de cabeza y la fatiga los más comunes, con un 19,6% y un 16,7%, respectivamente, informó el centro en un comunicado.


El 16% de los receptores de placebo declararon al menos un efecto local, como dolor en el lugar de la inyección, enrojecimiento o hinchazón.
Después de la segunda dosis, los efectos adversos en el grupo de placebo descendieron al 32% en los casos sistémicos y al 12% en los efectos locales.


En cambio, los participantes que recibieron la vacuna informaron de más efectos secundarios, con un 61% de eventos adversos sistémicos y un 73% de eventos adversos locales.
Los investigadores calcularon que el nocebo representaba casi el 52% de los efectos secundarios notificados después de la segunda dosis.


Ted J. Kaptchuk, otro de los firmantes, explica que “los síntomas inespecíficos como el dolor de cabeza y la fatiga -que hemos demostrado que son especialmente sensibles al nocebo- figuran entre las reacciones adversas más comunes tras la vacunación en muchos folletos informativos”.


Las pruebas sugieren que este tipo de información puede hacer que las personas atribuyan erróneamente sensaciones cotidianas comunes como derivadas de la vacuna, o causar ansiedad y preocupación que hacen que las personas estén hiperalertas a las sensaciones corporales de los eventos adversos.


“La medicina se basa en la confianza”, subraya Kaptchuk: “Nuestros hallazgos nos llevan a sugerir que informar al público sobre el potencial de las respuestas nocebo podría ayudar a reducir las preocupaciones sobre la vacunación covid, lo que podría disminuir la indecisión”.


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