Un wampo volvió a navegar el Correntoso, como hace cientos de años
Mapuches realizaron una navegación ancestral: fabricaron un wampo y remaron 12 kilómetros desde la costa norte del lago en la comunidad Kintupuray hasta el territorio de la comunidad Paichil Antriao. Remaron doce kilómetros para revivir miles de años de historia.
Amanecía en Villa La Angostura. Era un domingo cálido con la montaña teñida de amarillo y naranja. El cielo azul se unía con el Lago Correntoso que amanecía abrigado por una bruma espesa. Sobre el agua tranquila se mecía un wampo. Una embarcación construida con un coihue ahuecado, igual que la que usaban los mapuches hace cientos de años. Estaba preparada para revivir a sus antepasados, sus luchas, convocar a la unión de las comunidades y la defensa del lago.
Esta historia comenzó hace cuatro años, con una charla en la Biblioteca Popular Osvaldo Bayer. “Adrián Moyano nombró a los wampos. ‘Seguro que en el Correntoso navegaron los wampos, lonko’, me dijo”, recordó Lucas Quintuparay. Empezaron a buscar información y pensaron que era hora que vuelva al agua.
Lucas además de ser el joven lonko de la comunidad Kintuparay, también es artesano. “Hacemos arte mapuche, mi familia siempre trabajó la madera. Empezamos a escuchar la palabra de los mayores y cuatro años después se concretó un sueño que surgió de a poco”, contó.
El lago Correntoso, tiene 12 kilómetros de largo y en el medio hay un arroyo que divide las comunidades Kintupuray, de Paichil Antriao, esas que el wampo unió.
El werkén de Paichil Antriao, Tino Nahuel valoró lo que sucedió el domingo, “somos comunidades vecinas históricas que estamos sobre el lago. Nuestro lonko Damián Rivero, se puso en acuerdo con el lonko Lucas y fue un momento muy lindo”, dijo.
“Sacamos al wampo del museo”,
dijo el lonko Lucas Quintupuray.
Antes de éste, hicieron otros dos de prueba. Eligieron un coihue caído con las condiciones necesarias, confeccionaron las herramientas especiales para darle forma, entre charlas, debates, intercambio de conocimientos. Lucas Quintuparay cuenta que no hay relatos orales de navegación en wampos, pero el que está exhibido en el museo local se encontró en el Correntoso.
“El primer asentamiento registrado de nuestra familia es del año 1890, en el medio del bosque. Cómo no tomar el wampo como transporte si era mas fácil llevar cosas así que por tierra”, relató.
Como explicó Gerardo Ghioldi, en el Colectivo de Comunicación Mapuche Mapuexpress, en 1678 el jesuita Diego de Rosales escribió:
“…La otra embarcación muy usada en este reyno es de canoas: derriban un árbol grueso y alto, desbastan el tronco o plan que ha de servir de quilla, cavan el corazón hasta dexar el plan de cuatro dedos de grueso y los costados poco mas de dos, y acomodan el güeco para buque, la extremidad mas delgada para proa, y la mas gruesa para popa […] (Rosales 1877, Vol. I: 173-14)”…
Tan nuevo y tan viejo
En la orilla del Correntoso, las comunidades Kintupuray, Paichil Antriao, Quintriqueo y Melo hacían el domingo pasado la ceremonia, entre mapuches y amigos que acompañaban la causa.
Primero le pidieron permiso al lago para poder navegarlo, le pidieron al wampo que los lleve por buen camino, “porque creemos que son energías que nos escuchan”, dijo Lucas Quintupuray.
El día que comenzaba era tan ideal como inolvidable.
Anahí Marihuan, una de las chicas de la comunidad, había escrito una canción para este momento. Las mujeres con su vestido llamado küpam, su trarüwe (faja) y sus tarilongko (pañuelo con monedas que caen en la frente), los hombres con sus makuñ (ponchos) y los niños despedían a los navegantes.
Los afafanes, trutruka, cultrunes y pifilkas (instrumentos típicos) sonaban en las manos de las mujeres y los navegantes escuchaban un tahiel hermoso, al comenzar a remar, mientras se alejaban de la costa.
Tres adultos y una niña avanzaban en el wampo: Guadalupe de 10 años, una malén que vive en territorio iba tranquila mirando el paisaje, Martín Flores de la comunidad y Gustavo Pinchulef, un familiar que es guía de kayak, remaban y revivían el pasado.
“Remamos cuatro horas y media y en los tramos que sabíamos que era más peligroso, porque había que cruzar literalmente por el medio del lago, fue donde el agua se planchó de una manera que parecía un espejo, lo que nos dio confianza”, relató Lucas.
Al llegar a la comunidad Paichil Antriao, vieron a la muchedumbre que los esperaba en la costa. Muchos tenían los pies en el agua, los kultrunes no paraban de sonar.
Antes de llegar, comenzaron a tocar el kull kull, un instrumento hecho con un cuerno vacuno, que se usaba para la guerra y también para avisar cuando se entraba a un territorio ajeno. Eran más de cien personas llenas de euforia y cuando el wampo encalló en la orilla la emoción los inundó.
Se bajaron e hicieron un intercambio, como hacían los antepasados. El lonko Lucas llevaba un laurel de la zona, y el lonko Damián entregó otra hierba, como un símbolo de amistad.
“Fue muy emotivo, algo hermoso para nosotros. Los esperábamos todas las comunidades. Los recibimos con la formalidad mapuche, hubo una conversación entre autoridades. Son lonkos jóvenes, de unos 35, nuevas generaciones con otro ritmo, muy activos”, destacó Tino Nahuel.
El registro audiovisual lo realizaron profesionales a través de un proyecto que financió el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCA) y se presentará en unos meses.
“Cuando planteamos hacerlo, decían ‘¿Cómo vamos a fabricar un wampo con todo lo que tenemos que hacer?’ No imaginamos el impacto que tuvo. Nos escribieron de otras comunidades y la idea es contagiar”, destacó Lucas.
Desde las comunidades, dicen que siempre hubo intercambios entre ellos y que lo que se hizo tiene que ver con retomar el diálogo.
«También es la reafirmación que el lago pertenece a la mapu. El agua es algo fundamental, que vemos en peligro. Vamos a incorporar dentro del territorio mapuche al lago Correntoso, lo vamos a proteger y no vamos a permitir que se hagan intervenciones contra la naturaleza”, concluyó Tino Nahuel.
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