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¿Por qué es tan importante este Premio Nobel de Medicina?

El premio Nobel de medicina fue para el sueco Svante Pääbo, que sacó a la luz el ADN de los neandertales y demostró que nuestros antepasados tuvieron sexo e hijos con ellos. Este flujo antiguo de genes hacia el hombre actual impacta en nuestro sistema inmunitario.

Hay algo de los neandertanles dando vuelta en nuestro organismo. Un 2 % de ellos sigue en nuestro ADN. Eso, en pocas palabras es lo que descubrió el flamante ganador del Premio Nobel de Medicina.


En palabras más científicas, la Academia sueca coronó ayer al pionero de la paleogenética, el sueco Svante Pääbo, por la secuenciación completa del genoma de los neandertales y la fundación de esta disciplina que analiza el ADN de tiempos remotos para descifrar los genes humanos.

Aunque parece un tema lejano, no lo es. Este flujo antiguo de genes hacia el hombre actual tiene un impacto por ejemplo, en la forma en que nuestro sistema inmunitario reacciona a las infecciones. Si bien los primeros huesos de Neanderthal se descubrieron en el siglo XIX, no fue hasta investigar su ADN que se pudieron comprender los lazos entre especies.

Esto incluye aprender sobre la época en la que los humanos modernos y los neandertales divergieron como especies, lo que se cree ocurrió hace unos 800.000 años, indicó Anna Wedell, presidenta del Comité del Nobel.

“Pääbo y su equipo también descubrieron inesperadamente que se había producido una transferencia de genes de neandertales a homo sapiens, lo que demostraba que tuvieron hijos juntos durante periodos de coexistencia”, explicó.

Merecido brindis de alegría junto al equipo de investigadores, tras conocer la noticia del Nobel de Medicina.


También se puede explicar así: los Homo sapiens tuvieron sexo e hijos con esas otras especies hace miles de años, de forma que su ADN sigue presente en poblaciones actuales.

Esa transferencia de genes entre especies de homínidos afecta a la reacción del sistema inmune de los humanos modernos ante infecciones como la del coronavirus.

“Las diferencias genéticas entre el Homo sapiens y nuestros parientes más cercanos desaparecidos no se conocían hasta que fueron identificadas gracias a los trabajos de Pääbo”, añadió el comité Nobel en su decisión.


Prehistórica y contemporánea



La paleogenética es una ciencia reciente, cuyo objetivo es reconstituir el genoma de los hombres prehistóricos para contribuir a la investigación de las sociedades actuales. Uno de los grandes descubrimientos de Pääbo fue averiguar que compartimos cerca del 2% de nuestros genes con el hombre de Neandertal.

“Darle un premio Nobel de Medicina está totalmente justificado” explicó la paleogenetista Eva-Maria Geigl. “No hay que olvidar que el objetivo de la medicina es mantener en buen estado de salud a los seres humanos, y que para ello hay comprender su biología”, añade esta experta.

Pääbo y un equipo de investigadores anunciaron en 2020 la presencia de una porción particular de ADN, heredada del hombre de Neandertal, entre los enfermos más graves de covid-19.

Esos resultados eran muy importantes, ya que podrían explicar por ejemplo por qué la pandemia causó tantas víctimas en la parte sur de Asia, donde esa porción de ADN está muy presente en las poblaciones locales. El covid-19 “es tan solo un pequeño subtema secundario” en las investigaciones de Pääbo, explica Geigl.

Los seres humanos actuales llevan en sus genes rastros de esos ADN de hombres Neandertales


Este caso es tan solo una pequeña ilustración del estatus particular de la paleogenética, que no tiene ningún equivalente entre las disciplinas científicas por la manera cómo enlaza el pasado lejano con las grandes cuestiones contemporáneas.

“Se puede comprender, por ejemplo, qué genes permitieron en el pasado adaptarse y porqué son en consecuencia importantes para nuestra salud actual”, indicó Evelyne Heyer, profesora de antropología genética del Museo Nacional de Historia Natural francés.

Un ejemplo de campo que puede beneficiarse de esas investigaciones es la lucha contra la diabetes. La paleontología nació hace unos 30 años, y a principios de los años 2000 sufrió un rudo golpe.

Numerosas publicaciones en torno a esa nueva disciplina tuvieron que ser retiradas ya que ADN contemporáneo había sido mezclado con los pequeños rastros que habían podido ser hallados entre humanos prehistóricos.


Ese percance obligó a Pääbo y a otros investigadores a elaborar técnicas de trabajo más seguras y avanzadas.

Los paleogenetistas superaron ese bache y ahora pueden reivindicar un corpus de publicaciones considerable sobre la reciente evolución de la humanidad y, más allá de las cuestiones médicas, aportar elementos de reflexión sobre los grandes desafíos sociales como la migración.

“Tenemos miles de genomas antiguos ya publicados, no solamente de neandertales sino de humanos más recientes”, explica Heyer. “Permiten demostrar que todos tenemos ancestros migrantes, y que somos un mosaico. Es fundamental como visión de nuestra especie”.


De tal palo, tal astilla



El Premio Nobel de Medicina, el genetista sueco Svante Pääbo, es hijo de un galardonado con esa recompensa hace 40 años, toda una rareza en el mundo de los Nobel. Un padre que solo veía de manera anecdótica puesto que Svante Pääbo nació en abril de 1955 en Estocolmo, hijo de una relación extraconyugal del bioquímico sueco Sune Bergström (Nobel de Fisiología y Medicina en 1982). Su madre es una química estonia, Karin Pääbo. Además de sus investigaciones sobre el hombre Neandertal,

Pääbo reveló la existencia de otro homínido arcaico distinto y desconocido hasta la fecha, el hombre de Denisova, que vivía en Siberia y del cual se ignoran muchas cosas, en particular su fecha de extinción. Cuando era joven, pensó en dedicarse a la egiptología, tras un viaje con su madre a ese país. Pero acabó cursando Medicina, como su padre. «Nací bajo un secreto sobre mi origen, hijo de una relación extramarital”, explica el científico en su libro “Neandertal: a la búsqueda de los genomas perdidos” (2014).


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