Plantas autóctonas: Tomillo de campo, una especie venerada
Cubren la región con un manto blanco desde la llegada de la primavera, pero además desprende un aroma singular y muy atractivo. Gustavo Manzor, ingeniero agrónomo de Choele Choel, nos da algunos consejos sobre esta especie autóctona.
Para continuar con el repaso de las plantas autóctonas de nuestra región, llega el momento del “tomillo”, conocido también como “tomillo del campo” o “ñacuñan” (éste último nombre ranquel). Pertenece a la familia de las Verbenáceas y se distribuye en monte de llanuras, meseta y estepa patagónica cubriendo con un manto blanco, cuando nacen sus perfumadas flores a partir de la llegada de la primavera. Mientras, en el otoño y el frío invierno, pinta su follaje de ocre y violáceo.
La planta es muy apreciada por los pobladores de la Patagonia, además de ser considerada sagrada por la comunidad mapuche. Según ellos, cuando cosechan estas plantas, se debe proceder demostrando un gran respeto y compenetración con la naturaleza, y siempre hay que pedir permiso para cortarlas pronunciando: “wuni newen kalfuwenucha wenu ñuke feley”.
En esta oportunidad repasamos con el ingeniero agrónomo Gustavo Manzor, de Choele Choel, las características de esta nativa que desprende gran perfume al ambiente natural.
“Su nombre científico es “Acantholippia seriphioides” y existen seis géneros en la zona fitogeográfica de monte árido y subandino”, aclara Manzor-. Típica de nuestro país, se la encuentra en las provincias de Río Negro, Neuquén, San Luis, San Juan, La Rioja, Mendoza, La Pampa, Buenos Aires y Santa Cruz.
Como característica en su descripción botánica, según el experto, este arbusto perenne logra una altura de 30 a 60 centímetros y se muestra muy ramificado, aromático y áspero al tacto. Se presenta algo postrado en la base, con ramas espinescentes, pubérulo – glandulosas cuando son jóvenes, con corteza rugosa que se desprende longitudinalmente en las ramas maduras.
En cuanto a sus hojas, se presentan opuestas, muchas veces con fascículos axilares de hojas más pequeñas, sésiles; láminas de 3 lobadas, es decir, divididas en gajos o porciones no muy profundas y apenas redondeadas de 2 a 6 milímetros por 1,5 a 2 mm en la base atenuada. El ápice subobtuso y margen liso notablemente revoluto, pubérulo-glandulosas en la cara abaxial, escabrosas en la adaxial.
“En cuanto a su florescencia, esta se encuentra formada por espigas axilares solitarias, y muchas veces agrupadas hacia el ápice de las ramas por acortamiento de los entrenudos”, asegura el profesional.
Las flores blancas pequeñas, subsésiles; brácteas florales ovadas y de menor longitud que el cáliz, de 2 milímetros, con el ápice agudo y de notable nervio medio de pubérulo – glandular en la cara externa y ligeramente pubérula en la interna. “Respecto al hábitat, el tomillo crece en suelos rocosos o pedregosos de zonas áridas, con buen porcentaje de tierra desnuda y hasta los 2930 metros sobre el nivel del mar”, acota Manzor.
“Lo más notable de esta planta es su penetrable y agradable aroma, similar al del tomillo europeo (Thimus vulgaris), que se cultiva para utilizarlo como condimento”, manifiesta el experto. Precisamente el nombre “tomillo” es aplicado a la planta silvestre en el monte por los colonizadores y viajeros hispanos y criollos, y deriva de su parecido en cuanto al aroma con el tomillo que crece en la cuenca del Mediterráneo, pero que no tiene parentesco cercano con nuestra planta nativa.
Según el profesional, la sustancia aromática de ambos tomillos es un compuesto cristalino que se extrae del aceite esencial que producen uno y otro, denominado limol o timol; esta sustancia es antiséptica y se ha usado en medicina para prevenir y curar infecciones.
“Otro tomillo que crece en nuestra provincia es el denominado tomillo macho (Junellia seriphioides), también de la familia de las verbenáceas y es de mayor porte, pero no posee las propiedades del tomillo al que hemos hecho referencia”, indica.
Por otro lado, el tomillo europeo pertenece a la familia de las labiadas, que comprende numerosas especies aromáticas, medicinales como la menta, lavanda, romero, orégano y albahaca, entre otras especies similares.
“Cabe señalar que además del tomillo europeo común crecen en Europa otras especies de tomillo, algunas con aplicaciones similares como por ejemplo el tomillo aceitunero, utilizado para el adobo de aceitunas, cuyo nombre botánico es Thymus zigis”, aclara Manzor.
En cuanto a sus usos
– En medicina popular, se utiliza en infusiones como sudorífico, para las afecciones gastrointestinales, como digestivo y para bajar la fiebre y el resfrío. Las ramitas y hojas frescas o secas se utilizan como condimento.
– Con solo rozarlo desprende su aroma característico.
– Es un producto alimenticio para la fauna silvestre como la Martinera común (Eudromia elegans) Suri cordillerano (Pterocnemia pennata) y Laucha colilarga baya de monte (Eligmodontia moreni).
– Remedio contra la “loque americana”, se trata de una enfermedad muy contagiosa, que afecta a las crías de las abejas, cuyo agente causal es el Paenibacillus larvae larvae. Es una de las enfermedades más importantes de la apicultura. La enfermedad no supone amenaza para la salud humana. En Argentina fue detectada en 1989.
Al respecto, se determinaron los elementos volatiles de un aceite de una planta autóctona Argentina, el tomillo de campo (Acantholippia seriphioides ) y su actividad antimicrobiana in vitro contra trece cepas de Paenibacillus larvae , agente causal de la loque americana (AFB). Esta enfermedad afecta a las abejas melíferas (Apis mellifera L.) que tienen colonias en todo el mundo, causando grandes pérdidas económicas.
El uso de aceites esenciales en el control de cepas microbianas permite un campo alternativo para el control de esta grave enfermedad que afecta a la miel y sus derivados (cera, polen y propóleos). Tal estrategia puede satisfacer la demanda de los consumidores por una disminución o ausencia de otras sustancias químicas antimicrobianas, que pueden ser sustituidas por la adición de sustancias naturales.
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