Plantas autóctonas: Solupe, una especie venerada

Repasamos sus características y usos, desde Choele Choel, con el ingeniero agrónomo Gustavo Manzor.

El Solupe (Ephedra ochreata) pertenece a la familia Ephedraceae y su nombre deriva del griego que significa “sobre” y “agua”, indicando su cercanía al mar. Vulgarmente se la conoce también, además de solupe, como “frutilla de piche” o de “quirquincho”, “camán” o “kupara”, según la nombraban los ranqueles.


“Esta especie es similar a la famosa Tramontana o pico de loro (ephedra triandra), pero son dos especies distintas, no hay que confundirse” afirma el ingeniero agrónomo Gustavo Manzor.

Según aclara el experto, “el solupe es una especie del Monte típico patagónico que se encuentra en quebradas, mesetas y llega a las zonas costeras; y se distribuye hacia el este y el norte. También se presenta en la precordillera, pero siempre creciendo en suelos sueltos y arenosos”. A medida que va cambiando la zona fitogeográfica, su presencia disminuye, pero si se dan las condiciones, también se encuentra pasando la provincia de Chubut. Incluso en Chile existe una variedad llamada “Ephedra chilensis”.

Como toda planta de Monte xerófilo, crece y se desarrolla con muy poca agua. “A medida que nos desplazamos a zonas de mayor pluviometría, esta especie va mermando su presencia. Por eso, lo que marca la zona de crecimiento de las especies vegetales es la pluviometría del lugar”, argumentó Manzor.

En cuanto a la descripción de la especie, el ingeniero explica que se trata de un arbusto que llega a crecer hasta un metro de altura y es dioico, es decir que consta de individuos masculinos (los que producen polen) y otros femeninos (los que dan semillas). Tanto las flores masculinas como las femeninas son rudimentarias, de ramas jóvenes erectas de formas cilíndricas y muy gruesas de 2 a 4 milímetros de diámetro y además son estriadas. “Son tremendamente vistosas en plena fructificación y fácilmente distinguibles en la flora de monte”, expresó el profesional.


En cuanto al follaje, esta especie posee hojas muy chicas y triangulares, que se encuentran justo en la nervadura y donde además se puede apreciar las estrías del tallo. Por su parte, en relación a la floración y fructificación de la planta, se muestra en flor a principios de octubre y el fruto madura a fines de enero.

“Las efedras son plantas evolutivamente primitivas, cuyo grupo está integrado por pinos, cipreses, araucarias, abetos y cedros, entre otras; y abarcan el gran grupo de plantas conocidas como ‘gimnospermas’, porque son caracterizadas por tener las semillas desnudas, no derivadas de óvulos encerrados en un ovario”, explicó el experto.


Usos populares



Sus frutos son grandes, comestibles y de agradable sabor, por lo que constituyen un recurso alimenticio de emergencia, siendo plantas masivamente fructíferas. Los brotes jóvenes pueden ser ramoneados durante todo el año, constituyendo una oferta de forraje durante el crítico período invernal, atenuando de esta manera las deficiencias del forraje estacional.


Usos medicinales



Desde hace años, diferentes culturas utilizaban esta especie para usos medicinales, con el fin de tratar distintas dolencias. La receta que trascendió por el tiempo se basa en hervir 20 gramos de planta en 1000 cc de agua.

La infusión preparada con los gajos se emplea como diurético y para ciertas enfermedades de las vías urinarias. En cocimientos muy concentrados o en forma de cataplasma también tiene aplicación en fracturas de huesos. La raíz se emplea contra la sífilis.

Para la medicina, su interés principal radica en que esta planta posee efedrina y también en su uso como tónico cardíaco. Los chinos usan especies de Ephedra desde hace 5000 años empleándola para la cura del asma.


Destacada protagonista que el poeta describe el paisaje



Edgar Morisoli (1930-2020) poeta, escritor y ensayista dedicó su mención a esta maravillosa planta nativa en uno de sus poemas en Sangre del Cielo, en “Tierra que se, canto al rio Colorado”.

El poeta, escritor y ensayista Edgar Morisoli le dedicó una mención y le puso nombre.


“Al sur de mi país, donde las duras nieves del Paso del Pehuenche o el Portezuelo de las Lágrimas, mana la luz caudal, la voz de voces del rio Colorado: su barrosa canción de cordillera y paramo. Doscientas leguas marchara después, salmo o murmullo, junto a las agrias bardas que corona el solupe, entre viñas y alfalfares…”.


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