Plantas autóctonas: el particular sauce criollo
En esta oportunidad repasamos una interesante especie autóctona de la mano del ingeniero agrónomo Gustavo Manzor.
El sauce criollo (Salix Humboldtiana) pertenece a la familia de las Salicaceas, del género Salix; y es también conocido comúnmente en la Patagonia como “sauce colorado”, “sauce chileno”, “sauce amargo” o “Waljaina”.
Plantas autóctonas: La famosa “uña de gato”
Se trata de la única especie de sauce nativa en Argentina y América del Sur. Su área de distribución geográfica es muy amplia y en nuestro país se la encuentra en la mayoría de los ríos, llegando hasta el río Chubut.
“En cuanto a su aspecto y porte, se trata de un árbol de follaje caduco, que alcanza de 10 a 15 metros de altura y presenta una copa amplia, con ramas elevadas, ramillas amarillentas colgantes e inerme”, describe el ingeniero agrónomo Gustavo Manzor, quien asegura las ramas de los ejemplares muy longevos se vuelven quebradizas. En cuanto al tronco, éste presenta una corteza gris oscura, persistente y asurcada de grietas que se unen oblicua y lateralmente.
Según Manzor, el sauce criollo muestra un follaje de hojas simples, alternas y estrechamente lanceoladas a lineales, de 4 a 15 centímetros de largo, con borde finamente aserrado y glabras, con un ápice agudo y base cuneada, con los pecíolos cortos.
“Su floración es una especie dioica que presenta pies masculinos y femeninos”, explica, “y las flores se presentan en amentos de 3 a 6 centímetros de largo. Los masculinos son más largos y amarillentos, mientras que los femeninos son más cortos y verdes”. Ambas flores son aperiantadas (carecen de cáliz y corola) estando protegidas por brácteas enteras o dentadas. Su época de floración es de agosto a diciembre y comienza cuando aparecen las nuevas hojas en primavera. En cuanto a su fruto, se muestra en cápsula ovoide, en forma de espiga colgante, de color marrón claro y mide 5 milímetros de largo. “Las semillas suelen ser numerosas, algodonosas con un mechón de pelos blancos, que se dispersan por el viento” comentó el experto, “mientras que la propagación de esta especie nativa se multiplica por estacas y semillas, cuyo crecimiento es rápido”.
La problemática con otras especies
La colonización de la región patagónica a principios del siglo pasado por parte de inmigrantes europeos ocurrió principalmente a lo largo de los valles, relató el experto; “y siguiendo este proceso inmigratorio comenzaron a introducirse especies exóticas de salicáceas (álamos y sauces) en la región. Entre los sauces introducidos, originarios del hemisferio norte, se encuentra el sauce blanco (Salix alba), el sauce o mimbre frágil (S. fragilis), un híbrido entre los dos anteriores (S. x rubens), el sauce llorón (S. babylonica), el sauce chino (S. matsudana) y el sauce mimbre (S. viminalis). Las especies del género Salix se caracterizan por su gran capacidad para generar híbridos cuando entran en contacto”.
Otras características sobresalientes de los sauces, según afirmó el profesional, son “la gran facilidad para reproducirse vegetativamente, por las elevadas tasas de crecimiento y la gran capacidad para subsistir en medios altamente disturbados. Estos rasgos distintivos, sumados a su importancia económica, han permitido que estas especies exóticas colonicen y se establezcan en todos los ríos de la Patagonia, desplazando en muchos sitios a la especie nativa, compitiendo con ésta por recursos y sitios aptos para la regeneración”.
Usos
“Es una planta melífera (sirve de alimento a las abejas), y además es una de las primeras plantas en comenzar a florecer”, indicó Manzor. En cuando a la madera del sauce criollo, es muy apreciada y se caracteriza por su liviandad, tenacidad y por no transmitir olor, propiedades importantes para la fabricación de cajones destinados a la industria frutícola.
Según relató el profesional, el sauce criollo ha sido históricamente usado para la fabricación de muebles, mangos de herramientas, juguetes, remos, comederos y bebederos, espalderas, postes, tirantes y para la conformación de chapas de madera compensada. Su madera es también apreciada como leña, razón por la cual es cortada selectivamente en zonas rurales. Con la introducción de especies exóticas de crecimiento más rápido ha perdido preponderancia. Sin embargo, hay que destacar que la calidad de la madera del sauce criollo es superior a la de las especies introducidas, cuando se consideran en usos en los que la durabilidad y densidad son características deseables.
La corteza de sauce contiene sustancias químicas llamadas salicilatos, similares a la aspirina y los compuestos salicílicos producen un efecto analgésico, antitérmico, antiinflamatorio, antirreumático, espasmódico, antiagregante plaquetario y ligeramente sedante, actividad más marcada en los amentos, que son las inflorescencias en forma de racimo. Los taninos le confieren una acción astringente.
Uno de los componentes primordiales de la corteza de sauce es la salicina, que es de donde se extrae el ácido salicílico. Este componente es un elemento principal del ácido acetilsalicílico elaborado por el químico alemán Félix Hoffman, y posteriormente introducido al mercado farmacéutico por la compañía Bayer con el nombre de “aspirina”.
La corteza de sauce, además de sus componentes analgésicos, contiene también propiedades anticoagulantes, antirreumáticas, antipirética, astringentes y desintoxicantes.
Historia de Villarino y su fortaleza en la isla de Choele Choel
Basilio Villarino fue un explorador de la Patagonia de 1778 a 1785, período en el cual exploró las costas del litoral marino y los ríos Negro, Colorado, Limay y Deseado entre otros; y que sucumbió a manos de los indios del cacique Negro el 26 de Enero de 1785 en una expedición a Sierra de la Ventana.
El 2 de diciembre de 1782, Villarino estaba navegando aguas arriba el brazo sur del río Negro y decidió hacer una parada en proximidades de lo que a futuro seria Lamarque, con el fin de esperar ayuda y suministros de Viedma. Ante el constante acoso de los indígenas hizo construir una estacada con 1670 postes de sauce para protegerse de los ataques de los indígenas. Villarino estuvo 45 días con sus 62 hombres hasta que llegaron los carros con suministros desde Viedma. A la vuelta, el 17 de mayo de 1783, pasó por el mismo lugar encontrando su “fortaleza” intacta. (Del libro “Ayer en Choele, hojas sueltas de la historia local” autor, Omar N. Cricco).
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