Parcela chica, sueño grande: la historia del productor de Choele Choel
En Choele Choel, en un predio reducido, Darío Castro apostó a lo grande: además de las trufas, una dedicación que le llegó por vía familiar, ahora suma olivares, lúpulos y vides. Apasionado, asegura que en poco espacio se puede hacer mucho.
Darío Castro viene de una familia de productores de Choele Choel.
Para él, el motor económico se relaciona con la producción agropecuaria, luego se traslada a lo comercial y los servicios y tiene el plus de soñar con ser un engranaje de esta movimiento a partir de su espacio propio, que aunque pequeño, es súper intensivo.
Darío es dueño del “Lote Uno de Los Cisnes”, ubicado en la zona rural de Paso Piedra de Choele Choel.
El haber nacido en Valle Medio seguramente caló hondo en su vida a la hora de tomar ciertas decisiones. No es para menos: es una zona donde las raíces ineludibles siempre estuvieron muy ligadas a la agricultura y que se destaca en la zona productiva rionegrina. Además, suma la experiencia de pertenecer a una familia pionera en la Truficultura de Río Negro.
“Apenas tuve las dimensiones de la parcela a cultivar, la relacioné con la Trufa Negra”, relató Darío. La Trufa Negra (tuber melanosporum, es el hongo gourmet de alto valor comercial que hoy en día ronda entre los €1500/kilo en contra estación con Europa .
Con los óptimos resultados en el cultivo de Trufas en Avellanos logrados en el predio de su padre, fue que el joven productor se decidió a seguir por el mismo camino. Compró para él el Lote Uno, y unas 200 plantas de Avellanos (Barcelona, Giffoni, Nochione) para luego micorrizarlas con Trufa Negra . Ahora espera el ingreso, para el año próximo de 40 plantas de encinas micorrizadas que completarán el cuadro de trufas con un total de 240.
Para Castro, la importancia de emplear avellanos y en vez de robles, es darle un doble propósito a la planta: con los avellanos se pueden obtener otros tipos de productos como generar aceite o alguna esencia a la que se pueda agregar trufa y de este modo lograr un resultado especialmente para uso exclusivo en la alta cocina.
Pero no se quedó con las trufas. En otro cuadro del predio, se plantaron 100 olivos de variedad hojiblanca, para realizar aceite de oliva, al que también Castro apunta con la finalidad de aromatizarlos con trufas negras.
“Algunos productores de aceite de oliva afirman que el rendimiento es de 4 a 5 litros de aceite por planta y creemos que 500 litros fraccionados en envases de 250 cm3 de aceite de oliva trufado del Valle Medio puede venderse a un valor de alrededor de US$ 15 por unidad, siendo así, rentable cada producto”, expresó el joven productor de Choele Choel.
Armar, diagramar y pensar una chacra con un predio menor de 1 hectárea también requirió de variedades que tengan relación directa con el mundo subterráneo de la Trufa Negra, indicó Darío . Por esta razón, en la línea divisoria del lote con el vecino, se plantaron vides de uva varietal (malbec, Merlot, sirah y cabernet).
El productor también estudió cada detalle antes de proceder a emplear diferentes tipos de cultivares y es que dicen que los micelios de los hongos, es decir, el aparato vegetativo de los hongos que le sirve para nutrirse y está constituido por hifas que se encuentra bajo tierra, pueden ser compatibles con los viñedos o al menos, tener una relación simbiótica que favorece a la producción en general.
No obstante, Darío no sólo debía pensar en los cuidados de la trufa y todo su entorno. También había que visualizar algún otro cultivo apto para nuestro clima y suelo, que sea comercialmente rentable y con una mirada puesta en la diversificación productiva y nuevas alternativas.
Por eso, según cuenta el productor, se enfocó en los cerveceros de nuestra región, que buscan y compran pellets de lúpulos en El Bolsón o Bariloche.
Apuntando a dicha comercialización y con un enfoque hacia los demás productores, se cultivaron 100 rizomas, de distintas variedades de Lúpulos (Cascade, Mapuche, Victoria, Bullion y Magnum) para ver cuál es la que mejor se adapta,. El objetivo es averiguar cuál va a dar los resultados más beneficiosos, dependiendo la especie.
Para el próximo 2023, se plantarán 500 plantas más.
“Todo es pasión y amor por la chacra. Es lo que pienso, creo y transmito a mí familia y amigos”, relató Castro a RÍO NEGRO.
Uno con todo
“Siempre me llevo la idea de conectar con la tierra, para poder comprender como funciona todo en una sola unidad”, explica el productor. Y agrega: “Por eso el Lote 1 es “uno con el todo”, cómo si la chacra estuviera destinada a ser y tener vida propia, con sus plantas y frutos”.
Toda la producción requiere de un extremo cuidado y es letal para las trufas usar agroquímicos – aclaró el experto – por esta razón se desmaleza manualmente con azada y se utiliza biocidas orgánicos y se aplica solo lombricompuesto cómo fertilizante. En el caso del riego, Castro indicó que tratan de llevar a la planta a un punto de estrés para que sus raíces se mantengan lo más cerca posible de la superficie. Por esa razón se procede a regar con una regadera o balde. “Fomentamos con esto que todo lo producido sea agroecológico”, enfatizó.
Personalmente, a Castro le gusta fumar cigarros puros para eventos especiales. Por eso, emprendedor como es, encendió su imaginación y junto a su hijo Romeo plantaron algunas plantas de tabaco variedad Virginia, de las cuales aseguran que alrededor de 20 plantines prendieron.
“Anhelo profundamente que al menos una sobreviva para poder disfrutar de un puro rionegrino”, dice.
El emprendedor asegura que el “Lote Uno” busca ser ejemplo de unidad productiva pequeña y rentable. Los costos de inicio son los más elevados, por laboreo y plantas. Sin embargo, el segundo año requiere menos costos y en cuanto al mantenimiento lo puede hacer uno mismo. Además, no existe riesgos por granizo, ya que las trufas están bajo tierra y la mayoría de las plantas como olivares, lúpulos y avellanos resisten heladas.
“Es posible producir y diversificar en media hectárea , o más. Es posible y que nadie diga lo contrario. Europa, Estados Unidos y Nueva Zelanda lo hacen con estas dimensiones de tierra, entonces, ¿por qué nosotros no? Creo en Dios y sé que Él también me dan una mano”, afirmó con una gran sonrisa y fe.
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