Elon Musk, ¿verdugo de la élite o pragmático egoísta?
El excéntrico nuevo dueño de Twitter despista a los analistas cada vez que hace declaraciones públicas: aunque eventualmente coquetea con la tradicional derecha norteamericana, toma decisiones liberales que no permiten encasillarlo en un sector.
Ha despreciado los sindicatos, se ha burlado de la corrección política y adhiere a la idea de un gobierno diminuto. Por eso la avalancha de tuits conservadores felicitando a Elon Musk por su adquisición de Twitter no es una sorpresa.
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De todas formas, al ser un tipo que fuma marihuana durante entrevistas, que coquetea con Hollywood haciendo cameos en películas y que reflexiona sobre la destrucción de Marte, no parece probable que sea adoptado como talismán de los políticos tradicionales.
En un Estados Unidos polarizado, la oposición del magnate de 50 años a las restricciones contra el Covid-19 es a menudo asumida como una demostración de simpatía hacia la orilla republicana, pese a que ha dado muestras que sugieren lo contrario como su desdén por las medidas draconianas de control migratorio.
El hombre más rico del mundo ha criticado al presidente Joe Biden por proponer un crédito fiscal para autos eléctricos fabricados por trabajadores sindicalizados. Además ha ido más lejos al pedir el fin de todos los subsidios federales estadounidenses.
Sin embargo, al mismo tiempo ha perseguido vehementemente el respaldo gubernamental y recibido miles de millones en desembolsos para sus propias compañías.
El inversor internacional James Hickman, fundador del boletín de corte libertario Sovereing Man, ve en Musk un freno a la “tiranía de las minorías”, una especie de nicho de élites tecnológicas, mediáticas y académicas que toman decisiones por el resto de la sociedad y sin embargo “constantemente se equivocan”.
“Lo que hace a alguien un verdadero libertario es un rechazo absoluto por las etiquetas y ser completamente independiente en su pensamiento”, aseguró Hickman en diálogo con AFP. Y agregó que “Musk clasifica en esta categoría tanto política como profesionalmente”.
Otros analistas han sugerido que, a pesar de lo inconsistente que pueda parecer su filosofía política, Musk rara vez controvierte sus propios intereses en negocios.
Esa teoría debe revisarse con pinzas, en todo caso. Si todo se reduce al dinero, ¿por qué siendo jefe de Tesla, con sus intereses puestos en el negocio de energías limpias, pediría incrementar la producción de combustibles fósiles? Sus donaciones políticas tampoco se inclinan particularmente hacia un partido o punto de vista.
Autoproclamado como un independiente “moderado”, con todo y que también se ha descrito como “socialista”, en 2020 Musk se mudó a la Texas profundamente conservadora desde la ultraliberal California en 2020.
Ha donado a gobiernos de ambos estados, pese a criticar las leyes antiabortos de Texas y el entorno de negocios “complaciente” de California.
“Joe, el dormilón” y Stalin
Otras donaciones han ido a pesos pesados demócratas como Hillary Clinton y Barack Obama, al líder de la minoría republicana en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, y al mismo Partido Republicano.
Como lo hizo Donald Trump, Musk no tiene problema en atacar en redes sociales a las figuras del aparato de poder de Washington, incluso el mismo Biden, a quien llamó “Joe, el dormilón”. Además está el asunto de la libertad de expresión, que describe como “la base de una democracia funcional”.
Musk se ha quejado de que Twitter es demasiado censor en su regulación del discurso, y al mismo tiempo contradice su punto al caracterizar en un tuit al CEO de la compañía, Parag Agrawal, como el dictador soviético Joseph Stalin.
Los críticos dicen que su pasión por las conversaciones sin filtro luce a menudo más superficial cuando están de por medio sus propios intereses. Algunos medios se han mostrado inquietos por la reacción de Musk a los artículos críticos de Tesla.
“Voy a crear un sitio donde el público pueda calificar la verdad de cualquier artículo y rastrear el puntaje de credibilidad a lo largo del tiempo de cada periodista, editor y publicación”, tuiteó en 2018. Pero no resultó en nada.
Exenciones de impuestos
Judd Legum, exempleado de la campaña de Hillary Clinton, que publica el boletín político “Popular Information”, señaló un tuit, también de 2018, en el que Musk parecía amenazar con rescindir las opciones sobre las acciones de los empleados de Tesla si ellos decidían sindicalizarse.
Los críticos dicen que esta conducta es parte de un patrón en el que suprime voces menos poderosas y que se refleja en la inclusión para los trabajadores de acuerdos de confidencialidad notoriamente restrictivos que deben firmar.
Baruch Labunski, experto en marketing en línea y consultor web, dice que, en medio de tanta “evidencia contradictoria”, lo más seguro sería describir la política de Musk como “pragmática”. “Con frecuencia se lo cataloga como un libertario, pero esa designación no describe con precisión al hombre cuyas empresas se han beneficiado de las exenciones fiscales y los subsidios comerciales del gobierno”, aseguró.
El consultor ve a Musk como una celebridad “fundamentalmente egoísta”.
“No hablamos de su política porque es especialmente astuto políticamente o porque llama la atención sobre temas que le interesan a la gente del común”, agregó Labunski. “Musk puede jugar en la política y sus alrededores porque es rico y es franco”.
Por Frankie Taggart (AFP).-
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