El pan nuestro de cada día

Recuerdo haber hecho en la adolescencia unos panes que me salieron tan duros, que mi hermano trató de romperlos a hachazos.

El amasado del pan, un momento fundamental para la receta.

Desde que era adolescente, ponerme a cocinar sin que me lo exigieran fue, y sigue siendo, una especie de escapismo. Y entre las cosas que más me costaba -y gustaba hacer- estaba el pan: el simple pan de cada día hecho en casa, tan ascético, o el tipo “cordero” con chicharrones, delicioso y antojadizo, que preparábamos con la grasa de la carne diaria que mamá separaba para ese fin.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $2600 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios

Exit mobile version