El arte de la transformación
Carlo Carosanti tiene 80 años, vive en Roca y sueña con dar a conocer a la gente sus piezas de arte. Reutiliza diversos desechos tecnológicos y con ellos crea obras únicas para decorar el hogar.
Carlo Sandro Luiggi Carosanti es un amigable vecino de Roca que llegó con apenas 10 años a la ciudad valletana desde “Lo stivale”, la bella bota itálica.
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Carlo nació en Via Catone 16 en Roma (Italia), en el año 1949. Emigró junto a sus padres y sus dos hermanos hacia la Argentina, en busca de nuevos horizontes y un futuro mejor. Hoy, con sus bien vividos 80 años, no deja de trabajar y dedica su tiempo al arte metálico basado en el reciclado de restos de materiales y piezas no utilizables, convirtiéndolas en piezas útiles a través de sus destacables obras de arte.
Carlo recuerda con gran emoción la historia de su familia, cuando todos desembarcaron en Bahía Blanca despues de 24 días de puro mar. Según cuenta, luego de aquel largo viaje en barco, viajaron en avión hasta la ciudad de Trelew.
Sin embargo, Trelew no sería el destino definitivo de los Luiggi Carosanti. Por eso, una vez mas emprendieron viaje, pero esta vez dentro de la Patagonia. Fue asi como un tiempo más tarde llegaron a Conesa.
Por alguna razón, Conesa tampoco fue el lugar elegido por esta familia de inmigrantes y así, la familia de Carlo siguió buscando “su lugar en el mundo” hasta llegar a Roca, donde residen hasta la actualidad. Al parecer, fue la belleza del Alto Valle la que logró conquistar el corazón de los padres del protagonista de nuestra historia.
Fue aquí donde Carlo desarrolló su vida. En su juventud fue líder del equipo de futbol de Italia Unida, allá por la década del 60 y hasta 1973, con el número 10 marcado en la camiseta, en medio de su pecho. Años más tarde, fue transferido al Club Tiro Federal, donde portó la camiseta número 11. A los 31 años se casó con María Cristina Del Bello, y formaron una maravillosa familia con sus dos hijos.
Carlo trabajó por más de 20 años en una entidad crediticia, aquel recordado Banco de Río Negro y Neuquén, hasta la fecha que cerró y solo quedó el nombre impreso sobre el frente de la pared que marca la grandiosa arquitectura de la época y uno de los lugares más trascendentes, ubicado sobre el corazón de la ciudad, en la calle Avenida Roca entre Tucumán y 9 de Julio.
Después de su experiencia bancaria, también fue un vecino conocido por la venta de seguros. Sin embargo, al jubilarse, el hombre comenzó a disponer de un tiempo grandioso y tenía la necesidad de ocuparlo en algo. Así comenzó a dedicar su tiempo y a realizar diferentes piezas con restos de metales, transformando hábilmente artefactos inútiles en piezas únicas.
El asunto es que estas piezas son verdaderas obras de arte y el hombre no escatima en el detalle de cada figura. Eso hace que marque un estilo “único y distinguido” en cada pieza de arte realizada, las cuales son dignas de admiración y que sin dudas lucen bien en cualquier espacio de la casa, oficina y demás.
Trenes, adornos, satélites, motos, vehículos y aviones son algunas de estas obras fabricadas artesanalmente con un grado de prolijidad absoluta, que realza hasta en los mínimos detalles de cada obra.
“Los inicios de mi artesanía comenzaron al jubilarme. La idea surge después de analizar como cubriría el tiempo que relativamente me sobraba” comentó Carlo a Río Negro; y agrega que “empecé a desarmar todo lo que me sobraba: computadoras, equipos electrónicos, teléfonos, PC, parlantes, videocasseteras e impresoras entre otras cosas”.
De esta manera, aclara Carlo, “separo lo que posiblemente pueda aplicarlo a algo que quiero fabricar ya sea autos, motos, trenes, tanques de guerra, molinos, aviones y lo que venga a mi mente. Por cada reciclado, me lleva aproximadamente como mínimo un mes”.
Carlo señala que las piezas generalmente miden entre 30 y 60 centimetros ,y que la gente que se muestre interesada lo puede contactar a través del Instagram @arte.reciclado.tecnologico, donde muestra el arte de transformar desechos de equipos tecnológicos en piezas únicas.
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