Cleptomanía y el “dolor emocional”
Diversos especialistas aseguran que es una de las principales consecuencias de este trastorno compulsivo. Si bien el padeciente reconoce que el hurto está moralmente mal, necesita el “alivio” de ceder ante el impulso. Lo bueno: hay tratamiento.
El trastorno compulsivo de cleptomanía conlleva “mucho dolor emocional a quien lo padece” debido a la imposibilidad de ceder a los impulsos de hurto; e impacta también a nivel familiar, social y laboral, motivo por el cual especialistas remarcaron la importancia del tratamiento y de no caer en la “estigmatización”.
La afección cobró nuevamente interés luego de que se difundiera en las redes sociales el caso de una maestra que fue filmada hurtando por un comerciante en Misiones. Este tipo de psicopatología, ligada a la incapacidad de ceder al impulso del hurto, “no tiene tanto que ver con el objeto que se roba, sino con la imposibilidad de resistirse al impulso, es decir, las personas son empujadas internamente a cometer esos actos para sentirse aliviadas”, explicó Diego Quindimil, psicólogo y docente.
“A diferencia del ladrón, que necesita aquello que roba, y a diferencia del que hurta como una travesura o una picardía, el cleptómano tiene una compulsión y no puede evitar hacerlo, ya que está vinculada al goce, que tiene plena relación con la angustia”, agregó el psicólogo.
El profesional también señaló que este impulso provoca “correr más riesgos para satisfacer ese impulso”, motivo por el cual se torna “una conducta dañina para el sujeto”, además de que, en términos generales, las personas “reprimen o niegan esto, porque en algún punto saben que moralmente está mal, pero están imposibilitados de dejar de hacerlo”.
Un video de TikTok difundido el 15 de noviembre muestra a una maestra de la localidad misionera de Puerto Iguazú mientras es filmada por un comerciante, luego de ser descubierta hurtando distintos productos de almacén.
Las imágenes, que fueron compartidas en las redes sociales, impulsaron a la familia de la maestra a explicar que la mujer se encontraba bajo “tratamiento psiquiátrico” por “trastornos de control impulsivo” y que contaba con un certificado que acreditaban esta situación.
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Al respecto, Quindimil señaló que las personas con este tipo de trastornos son “empujadas internamente a cometer esos actos impulsivos, que tienen que ver con su propio psiquismo”, y desde la perspectiva de la psicología, “tiene que ver muchas veces con un desafío de la ley y esto está vinculado con la infancia”.
En este sentido, el psicólogo remarcó que en este tipo de hechos “no se trata de juzgar a la persona desde la perspectiva de la moral como aparece en el video, sino entender que esta persona está atravesada por una circunstancia que tiene que ver una afección psicológica”. Por este motivo, quienes padecen este trastorno “no pueden evitar llevar a cabo este comportamiento, que está reñido con la moral. El problema es que moralmente está mal el hurto y hace que las personas queden estigmatizadas”.
Según Quindimil, esta alteración de la conducta funciona como “cualquier otra adicción o cualquier otra compulsión irrefrenable, que va impactando en otros aspectos de la vida de los sujetos y provoca un aislamiento de la sociedad”, y agregó que un profesional capacitado puede certificar este trastorno ya que es “un derecho del paciente”.
En paralelo, Andrea Douer, psicóloga especialista en adicciones, indicó que en la cleptomanía “el robo es un acto repetitivo, generalmente precedido por una lucha para oponerse al impulso, pero este fracasa”.
Las emociones que experimenta una persona con este trastorno se inician con una sensación de “tensión y excitación crecientes” antes del robo, seguido por una sensación de “liberación” en el momento de cometer la acción, y finalmente, “sentimientos de culpa y vergüenza”.
Siguiendo a la Organización Mundial de la Salud que define a la adicción como “una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia hacia una sustancia, actividad o relación”, Douer precisó que, en este caso, la cleptomanía “configura un tipo de adicción comportamental”.
“La cleptomanía es un trastorno del cual se habla poco, pero es grave si no se trata y puede causar mucho dolor emocional a la persona que lo padece y al grupo familiar. Por este motivo deben saber que hay tratamientos posibles y que es importante pedir ayuda”, sostuvo la psicóloga.
En cuanto a los tratamientos más eficaces, la especialista destacó la psicoterapia de abordaje múltiple junto con la familia, ya que “los grupos suelen ser el dispositivo más favorable”, y puede ser acompañado también por un tratamiento farmacológico.
Además, apuntó que los especialistas suelen trabajar con técnicas de respiración y visualización que le permitan a la persona “abrir un intervalo, una pausa entre el impulso y la acción”, junto con la incorporación de herramientas para detectar situaciones de riesgo. Entre ellas, Douer destacó la posibilidad de “poder ubicar cuáles son las situaciones que empujan o conllevan a la situación o a la conducta de robo”.
Asimismo, advirtió que debido a que la persona que experimenta estos impulsos “generalmente está asociada a carencias emocionales”, los tratamientos “cursan con recaídas y suelen ser prolongados”.
En consonancia, Quindimil sostuvo que el primer paso para afrontar la cleptomanía tiene que ver con la posibilidad de reconocer estos impulsos, junto con las “situaciones gatillo que disparan a tener estos impulsos de hurto y qué placeres o qué voces satisface”.
El especialista también diferenció a los cleptómanos episódicos, aquellos quienes hurtan de vez en cuando, y los crónicos, quienes no pueden evitar hacerlo de manera habitual, y agregó que se debe “hacer una buena evaluación de qué tipo de psicopatología se trata, para poder elegir cuál es el tipo de tratamiento que hay que llevar adelante”.
Finalmente, ambos profesionales coincidieron en la importancia de la contención familiar como parte del abordaje de esta psicopatología, ya que “atraviesa la vida de la persona, incluyendo a los familiares y amigos”.
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