Acción: la mejor manera de aprender, y avanzar
Animarse al cambio, a lo nuevo, salir de la zona de confort, arriesgarse a vivir experiencias nuevas.
Mi mamá tiene 90 años. Es de las personas serenas, que no suelen gritar, que enseñan de un modo muy particular, con el ejemplo. Sin muchas más vueltas que eso. Con toda la profundidad que implica.
Una tarde, charlábamos y debatíamos entre diversas generaciones acerca de la libertad y la confusión que genera en algunos tener todo al alcance, sin tanto sacrificio, ella dijo: “Tenía excelentes notas en el colegio y me querían hacer entrar al Banco Provincia. En el trabajo de la fábrica ganaba más y mi mamá me dijo que no. Me ofrecieron entrar al Congreso de la Nación y mi mamá dijo que las condiciones políticas eran complejas y me dijo que no. Me ofrecieron recibirme de maestra en Misiones y mi mamá me dijo que no porque no podía viajar a verme.”
Quedamos impactados y aunque conocemos la historia se hizo un silencio profundo. Silencio de generaciones sufriendo, de sumisión eterna como toda la vida.
La casa y la comida
Hace unas semanas escuché “casi sin querer” un podcast. Un mexicano muy elocuente decía que nos complicamos porque tenemos todo. Entre algunas cosas hacia referencia que no nos tenemos que preocupar por lo esencial, casa y comida.
Bueno, pensaba mientras escuchaba, este señor no vive en un mundo algo segmentado. Sin embargo, algo me dejó pensando. ¿De cuantos “no sé” llenamos nuestra existencia? ¿No le damos demasiada entidad a la necesidad de dudar?
Mi querido director de teatro, Gustavo Azar, alienta a moverse cuando no se sabe muy bien qué hacer. Lo generalizo para la vida. ¿Las ideas caen solas? ¿Las posibilidades de trabajo aparecen mágicamente? Una pareja, aquello que se sueña, un viaje o simplemente cocinar un exquisito plato. Todo se consigue en movimiento.
Es en la acción y en correr algunos riesgos donde se crece. Vivir implica asumir riesgos de frustración, equivocación y angustia. Del mismo modo está implícita la gratificación, el crecimiento y la plenitud.
Escucho, y me causa mucha desesperación (que todo lo quiero bastante dinámico) cuánto tiempo se toman algunas personas en decidir algo. Con mucho temor al error, a equivocarse, a no tomar el camino correcto.
Claramente algunas decisiones no tienen marcha atrás y comprometen a otros y por supuesto hay que meditarlas, conectarse con nuestra esencia que en ocasiones perdemos, para tomar el camino más armonioso. Otras, sin embargo, son solo acciones que se deben hacer y correr algún riesgo.
Elegir una carrera, animarse hablar con alguien, hacer un curso, en fin, infinidad de posibilidades de decisiones que la vida nos ofrece y solemos dejar pasar por temor. Tengo miles de errores en mi haber y decisiones que me hicieron pensar después: ¿Cómo hice eso?
Sinceramente, me arrepiento de poco. Cada uno de mis frustraciones me dejaron aprendizajes súper interesantes, si, me tuve que aguantar la angustia de ese momento, la confusión y a veces desesperación. Pasado un tiempo, termino sonriendo.
En el contexto teórico de la construcción del aprendizaje, la acción es fundamental. Ya que a través de la misma se ejecutan funciones y se encuentran con un recorrido mayor y más abarcativo, más complejo.
Una deuda billonaria con la educación
A fines prácticos les comparto el siguiente ejemplo: un bebé mira su juguete mientras mueve sin ser consciente, los brazos. Toca el juguete y este se mueve. El bebé se sorprende y le parece agradable aquello que vio. Repite los movimientos y lo hace una vez más. Registra entonces que la acción de la mirada más la acción del movimiento de sus brazos lo llevó a un nuevo logro. Mover el juguete. Acción 1 + acción 2= un nuevo logro, un aprendizaje.
Así comienza nuestro recorrido humano. Ligando acciones para llegar a un nuevo lugar. ¿Qué pasaría si el bebé no intentara tomar el juguete por temor a que no le guste, a que no sea suave, a que sea demasiado barato?
Me encanta compartir esas aventuras locas llenas de errores, que me despeinaron, la pasé raro y no las volvería a hacer, pero no me arrepiento de haberlas hecho. ¡Porque me dejaron tanto! ¡Me dejan tanto!
Animarse al cambio, a lo nuevo, salir de la zona de confort, arriesgarse a vivir experiencias nuevas. Se aprende todo el tiempo. El resto, solo son links insulsos.
Por Laura Collavini (laucollavini@gmail.com).-
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