El sueño inclusivo de volar en libertad

El proyecto “Vuelo Semilla”, que puso en marcha el piloto de parapente Martín Vallmitjana, tiene como objetivo que personas con discapacidad o movilidad reducida puedan acceder a este deporte. Usan una silla adaptada. La idea se afianzó en El Bolsón.

“Me sentí en una libertad sublime”, le confesó Stefan a su madre después de su primera experiencia de vuelo en parapente, en una silla de ruedas adaptada durante 45 minutos en El Bolsón.


Este joven de 27 años fue diagnosticado con mielomeningocele, un defecto de nacimiento por el cual la médula espinal del bebé no se desarrolla correctamente y sufrió cuadriplejía.


Semanas atrás, Stefan se propuso volar en parapente. Y lo logró. Su madre contó que nunca antes lo había escuchado gritar de esa forma, mientras agitaba sus manos en el aire, sintiendo el viento.


“Vuelo Semilla” es el proyecto que puso en marcha el piloto de parapente Martín Vallmitjana para que personas con discapacidad o movilidad reducida puedan disfrutar el deporte en una silla de ruedas adaptada. Es la única iniciativa de su tipo en Sudamérica.


Este barilochense radicado en El Bolsón practica parapente desde 1995. Reconoce que “empezó como una cuestión deportiva” aunque nunca dejó de realizar cursos de instrucción.


La posibilidad de incluir a personas con discapacidad nació en 2005, cuando un amigo suyo sufrió un accidente mientras practicaba snowboard, en el cerro Catedral que lo dejó en silla de ruedas.


“Como vivíamos juntos, la primera etapa de la rehabilitación de Germán estuve con él. Creo que lo llevé a volar justo un año después de su accidente. En ese momento, no teníamos un equipo adaptado. Lo levantamos a upa y lo llevé a volar”, recordó el piloto de parapente.


Esa salida marcó un antes y un después. “Ese día volví a ver a Germán tal como lo había conocido. Pasa que en el aire somos todos iguales”, expresó Vallmitjana.


Poco tiempo después de esa experiencia, el piloto conoció a Matías Ruiz Liotti, un instructor que, después de vivir varios años en España, se radicó en El Bolsón. Este profesor de educación física le contó numerosas experiencias con personas con discapacidades en Europa, lo que alentó aún más el proyecto “Vuelo Semilla”.

Los orígenes


En un principio, entre cuatro o cinco pilotos ayudaban a otro a despegar con una persona con discapacidad. Para el aterrizaje, los bomberos la agarraban en el aire para que no golpee en el piso. “Fue un proceso lento que se consolidó en los últimos 5 años”, destacó.


Otro quiebre en el proyecto se generó cuando un piloto francés amigo de Vallmitjana sufrió un accidente. Pese a que no volvió a caminar, decidió continuar volando. “Allá es más simple porque hay equipos adaptados homologados. En paralelo, nos empezamos a capacitar con una entidad internacional APPI (Asociación de Pilotos e Instructores de Parapente con sede en Suiza) que aborda el tema de la discapacidad. Cuando supieron que estábamos con este proyecto, nos ofrecieron un curso”, contó Vallmitjana.


Además de la instrucción sobre la técnica del vuelo y el protocolo, se capacitaron sobre los tipos de lesiones y los cuidados para cada uno. “Fuimos aprendiendo a movernos y cómo levantar a una persona con discapacidad”, dijo.

La primera


La institución suiza les donó una silla de ruedas adaptada para volar, fabricada en Francia, con metales aeronáuticos. “Esto nos abrió una posibilidad grande. Pude, por ejemplo, llevar a volar a mi mamá que no camina”, agregó.


Desde entonces, el equipo lleva entre 5 a 10 personas a volar en parapente por año (aunque han llegado a ser 20). Vuelan desde deportistas hasta adultos mayores. “Hay toda una preparación previa. También hay gente con movilidad reducida por cuestiones de la edad o que no pueden caminar bien o tienen miedo. Eso también es inclusión”, afirmó Vallmitjana.


El equipo sueña con traer una nueva silla adaptada desde Europa o copiar la que tienen.


Los integrantes de “Vuelo Semilla” adaptaron el acceso para el despegue en la plataforma sobre el camino del cerro Piltriquitrón y la pista de aterrizaje en el aeródromo de El Bolsón, para facilitar que una silla de ruedas pueda movilizarse por el sector. Allí, espera la familia de la persona que salió a volar. Y tienen un contacto permanente con entidades que señalan qué personas pueden estar preparadas para volar y quiénes desean hacerlo.

Una actividad que creció en la región

Martín Vallmitjana es piloto de vuelos tándem o biplaza que consiste en un parapente diseñado para llevar el peso de dos personas, el piloto y el pasajero, sin necesidad de que este último tenga ningún conocimiento previo de esa forma de vuelo.


“Mi familia es de Bariloche y toda la vida hizo montaña. Mi abuelo era compañero de Otto Mailing. De modo que la montaña siempre fue un lugar de esparcimiento, de disfrute”, relató Vallmitjana.

Admitió que el parapente “marcó una evolución gigante” como posibilidad para volar la montaña”.


“El deporte ha crecido muchísimo y no imaginamos lo que hay por delante. Hay que soñar y pensar”, concluyó.


“Me sentí en una libertad sublime”, le confesó Stefan a su madre después de su primera experiencia de vuelo en parapente, en una silla de ruedas adaptada durante 45 minutos en El Bolsón.

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