El Splif de El Bolsón trabaja para evitar incendios como el de Cuesta del Ternero
Recorren las zonas críticas dando charlas para concientizar a los pobladores. Después del incendio en Cuesta del Ternero, el gobierno nacional aportó financiamiento para equipar la zona.
El incendio en Cuesta del Ternero que demandó 40 días de trabajo en el verano, marcó un antes y un después en El Bolsón. En abril, las miembros de las áreas operativas del Splif de esa localidad iniciaron una ardua tarea de prevención y concientización.
La campaña consiste en recorridas por los barrios de interfase, las zonas más críticas, a fin de hacer recomendaciones a los pobladores sobre la necesidad de limpiar la vegetación alrededor de las viviendas y mejorar el acceso de los caminos.
Hasta el momento, recorrieron varias zonas de Mallín Ahogado, Loma del Medio, Rinconada Nahuelpan, Cerro Amigo, Los Repollos y en los próximos días, será el turno de Villa Turismo.
“Mucha gente de las ciudades se vino a vivir a El Bolsón en los últimos años y quiere vivir en el mayor contacto posible con la naturaleza. Pero como se vio, esto tiene sus riesgos. Por eso, recomendamos medidas de manejo forestal”, explicó el segundo jefe del Splif El Bolsón, Nicolás De Agostini.
Aclaró que “esto no quiere decir que se necesite un desierto alrededor de la casa. Cuando terminó el incendio, la gente empezó a voltear todo. Genera un fuerte impacto que es innecesario”.
Cada visita a los barrios de interfase permite actualizar el Sistema de Información Geográfico, una base de datos con mapas sobre los accesos, la presencia de viviendas e incluso los caminos por donde pueden ingresar camiones. “En cada charla, llevamos ese mapa impreso para que la gente indique donde hay reservorios o caminos. A los 10 días nos devuelven ese gráfico y nosotros lo cargamos en el sistema”, detalló.
En septiembre y octubre, los encuentros estarán orientados a los pasos que deben seguirse en el primer ataque de un incendio.
El proyecto
La declaración de la emergencia agroclimática por parte de la provincia durante el verano permitió que el Splif de El Bolsón recibiera fondos del gobierno nacional para hacer frente a situaciones como las del último incendio.
“Aportaron fondos para cubrir lo que la gente perdió -como alambrados y forrajes- y otra línea de financiamiento tiene como objetivo prevenir futuros eventos y mitigar los riesgos de lo que trajo aparejado el incendio. En ese marco, presentamos este proyecto que fue aprobado”, explicó De Agostini.
A partir de septiembre, El Bolsón espera la llegada de 8 tanques australianos para distribuir en sectores desprotegidos en los que puedan ser utilizados por el helicóptero, 30 reservorios de agua con geomembrana, 18 equipos para el primer ataque que serán ubicados en el territorio, 6 bases Vhf, 12 handies, 2 cámaras de detección de incendios, 2 repetidoras Vhf y horas de máquinas para arreglar caminos y hacer pozos para los reservorios.
La iniciativa contempla también el fortalecimiento de dos viveros para producir plantines a fin de restaurar el área quemada.
Sin agua
La jurisdicción del Splif en El Bolsón abarca alrededor de 450.000 hectáreas, desde el límite con Chile hasta Ñorquinco y, desde el Paralelo 42 hasta el río Manso.
“Tenemos una gran diversidad de ambientes y de uso de la tierra. Más cerca de los refugios, hay más agua; rumbo a Ñorquinco ya casi no hay. Este verano fue tan extremo que nos quedamos sin agua”, advirtió.
Contó que “en pleno incendio en Cuesta del Ternero, se hizo un pozo con una máquina para que el helicóptero pudiera cargar agua pero a los 15 días, ya no había nada y era un arroyo con un caudal importante”.
De Agostini reconoció que el incendio en Cuesta del Ternero dejó un fuerte aprendizaje. “Desde la parte de logística hasta las decisiones de combate. Hacíamos fajas cortafuegos que no servían porque con los vientos que se levantaban, el fuego pasaba como si nada. Y no había agua disponible, entonces no había mucha chance. Eran días de laburo perdidos”, puntualizó.
Al término del incendio, en la evaluación del costo operativo, se determinó que los brigadistas habían trabajado un promedio de 14,2 horas diarias. “Fue desgastante. Esto arrancó el 24 de enero pero ya veníamos del 9, con un incendio tras otro. Estábamos horas y horas, metidos en la montaña con el calor y todas las herramientas. Recién a mediados de febrero, pudimos dar días de descanso al personal o que algunos quedaran en apresto en el helicóptero”, dijo De Agostini.
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