El robo de cables es un problema grande
La empresa de energía Edersa dijo que en menos de una semana hubo 10 robos de cable de media y baja tensión en la zona de Roca y Cervantes y advirtió que además del daño para la prestación del servicio, esa acción entraña un enorme peligro para la población.
Este diario publicó unos meses atrás una amplia nota con la cantidad de cables robados en la región. Desde la publicación hasta la advertencia de Edersa pasaron varios meses y todo indica que nada cambió en cuanto a esta problemática.
Si preservar la seguridad en la zona urbana se tornó en un tema complejo, intuyo que en el área rural es mucho más complicado por varias causas, aunque no todo se hace en la oscuridad de la noche. No hay policías para patrullar todo el tiempo la zona rural y menos para perseguir el delito organizado del robo de cables. Porque está claro que así como hay quienes roban cables, existen los que los compran y eso lo convierte en un círculo difícil de romper.
Pero a la par, la justicia dice que son pocas o casi nulas las denuncias que llegan por este tipo de robos. Es decir, la información del delito queda entre los damnificados, la empresa y la policía, que poco puede hacer mucho en una zona muy amplia.
Tal vez la búsqueda debería apuntar más a los compradores ilegales de metales y a conseguir algún mecanismo de alarma para que quienes vean ese delito lo puedan denunciar sin exponerse.
Según Edersa, los robos aumentaron un 250 por ciento y causaron un perjuicio económico de tres millones de pesos a la empresa. Aducen que sus operarios no dan abasto para resolver cada uno de los robos de cables que denuncian los usuarios. Esto sin contar el perjuicio que provocan a los particulares a los que se les corta el servicio.
Sobran argumentos para poner más atención a un tema que no solo perjudica, también asusta.
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