El «riesgo étnico»

BAGDAD (AP).- El chiíta Ahmed Shammar reza en una mezquita suní porque está cerca a su casa. Su mujer, Shatha, una suní, improvisa sus rezos diarios mezclando rituales chiítas y suníes. Para Shatha no significa nada el que ella y su esposo pertenezcan a diferentes sectas del islam. «El es musulmán y yo soy musulmán», dice. Los dos eran colegas en una oficina gubernamental cuando se casaron en 1990 en una ceremonia chiíta. Tienen tres niños que van a colegios cristianos, dónde les enseñaron el Corán, el libro sagrado del islam. «Yo no sé cuál es la diferencia entre suníes y chiítas», dice Mustafá, el hijo de 12 años de ambos. «Y no quiero saberla''.

Mientras que las divisiones entre estas dos etnias son álgidas en ciertos puntos de la nación, la actitud de Mustafá al respecto es bastante generalizada en el país, donde el matrimonio entre miembros de diferentes sectas es común, sobre todo en Bagdad.

Por otra parte, los vínculos entre tribus a menudo pueden más que las diferencias sectarias y algunas de estas tribus están conformadas por suníes y chiítas. Este complicado mosaico religioso parece ser un territorio desconocido para las autoridades de la ocupación. Funcionarios estadounidenses han dicho que la represión del régimen suní de Saddam Hussein contra chiítas y curdos, así como la pérdida de poder de los suníes con la caída de Saddam, podrían llevar a Irak a una guerra religiosa una vez se vayan del país las fuerzas de Estados Unidos.

No necesariamente, dicen los iraquíes. Aunque temen al caos y un deterioro aún mayor de la seguridad, desmienten que haya un peligro de guerra entre diversas sectas religiosas. Acusan a Estados Unidos de querer sembrar el miedo a la población para prolongar la ocupación. Se muestran particularmente escépticos con una carta que los estadounidenses divulgaron hace unos meses.

La misiva, supuestamente escrita por el miliciano Abu Musab al-Zarqawi, le comunica a los líderes de la red al-Qaeda que la mejor forma de minar la política de la ocupación en Irak es enfrentar a las comunidades religiosas. «Ellos están esparciendo estos rumores para crear el temor de que si se van, habrá una guerra civil. Es la presencia de ellos aquí la que está creando esas divisiones'', dijo Shatha Shammar. Abdul-Razzaq al-Naash, un profesor de la universidad de Bagdad, tampoco ve amenaza en las división religiosa, que data de un cisma sobre la sucesión del profeta Mahoma en el siglo VII. «No creo que vaya a haber una guerra civil. La cohesión social es muy fuerte en las tribus árabes'', dijo.

Los iraquíes argumentan que su país, conformado por tres provincias separadas del imperio Otomado tras la Primera Guerra Mundial, nunca tuvo una guerra civil. Saddam reprimió a los chiítas, pero estableció una sociedad secular y no exacerbó las divisiones religiosas. Los recientes ataques terroristas que buscaron dividir a estas comunidades se han encontrado con un rotundo rechazo del pueblo, que se mostró muy unido y solidario.

Los suníes en Ramadí y en Faluya, lugares donde se respira un amplio sentimiento antiestadounidense, donaron litros de sangre tras los ataques que sufrieron chiítas en los últimos meses. Cuando miles de suníes tuvieron que huir en abril de combates entre Estados Unidos y guerrillas en Falluja, numerosos chiítas en Bagdad los acogieron en sus casas y les ofrecieron alimentos.

Según los chiítas, los conflictos sectarios no les convienen, ya que por primera vez saben que tienen una oportunidad de obtener poder político. Los chiítas conforman el 60% de la población. Los iraquíes argumentan que cualquier ataque sectario provendrá del extranjero y no de Irak. «No habrá guerra civil en Irak porque los suníes y chiítas están integrados'', concluye Ahmed Shammar.

(Scherezade Faramarzi/AP)


BAGDAD (AP).- El chiíta Ahmed Shammar reza en una mezquita suní porque está cerca a su casa. Su mujer, Shatha, una suní, improvisa sus rezos diarios mezclando rituales chiítas y suníes. Para Shatha no significa nada el que ella y su esposo pertenezcan a diferentes sectas del islam. "El es musulmán y yo soy musulmán", dice. Los dos eran colegas en una oficina gubernamental cuando se casaron en 1990 en una ceremonia chiíta. Tienen tres niños que van a colegios cristianos, dónde les enseñaron el Corán, el libro sagrado del islam. "Yo no sé cuál es la diferencia entre suníes y chiítas", dice Mustafá, el hijo de 12 años de ambos. "Y no quiero saberla''.

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