El recuerdo de Juan B. Justo
Damián Canuto*
A la tradición de recordar a próceres y héroes deberíamos incorporar la de mujeres y hombres probos; intelectuales que por su coherencia y por su integridad aún hoy nos signan.
La reciente muerte de Hermes Binner, médico de profesión, socialista y primer gobernador electo por esa fuerza política para gobernar una provincia Argentina, Santa Fe, permite la analogía con otro médico, fundador del Partido Socialista en Argentina, Juan B. Justo, aunque su recuerdo y reconocimiento en nuestra conciencia colectiva no tenga el sitial que la historia política e intelectual argentina sí le reserva y asegura.
Reconocemos efemérides ligadas, naturalmente, a fechas. Refieren a eventos históricos acaecidos en tal o cual día, o recuerdan a algún personaje de nuestra historia, remitiendo a la fecha de su natalicio o deceso. Qué o a quién recordamos termina siendo una arbitrariedad de la historia y una decisión más o menos deliberada del cuerpo social. Cuando se trata de hechos o acontecimientos, es más o menos ineludible su conmemoración, independientemente de la valoración que de los mismos se tenga. Pero cuando se trata de sujetos destacados de nuestra historia, de personas, ahí la valoración que de su obra y legado hagan las clases gobernantes de turno es determinante: algo así como una consecuencia y consumación de que “la historia la escriben los que ganan”. El problema es que esos “turnos” en que el poder se detenta están distribuidos siempre entre quienes tienen, más o menos, similares ideas, parecidos principios y, lo que parece ser más frustrante, casi idénticos métodos.
¿Por qué no recordamos a Juan Bautista Justo tanto y como creo deberíamos hacerlo? Pareciera que elegimos olvidarlo o apenas recordarlo porque es uno de los personajes de nuestra historia que, al ser faro intelectual y moral de la sociedad y del tiempo que le tocó vivir, sigue marcando las falencias, contradicciones y defectos en los intereses y métodos políticos que, más de un siglo después, nos siguen exhibiendo, como heridas nunca sanadas, las cuentas eternamente pendientes de nuestra organización institucional, económica y social.
Juan B. Justo fue médico (con medalla de oro de la UBA), periodista, cronista parlamentario, parlamentario (diputado y senador), intelectual audaz sin vanidades, transgresor, pacifista, humanista, demócrata y republicano, reformista, socialista. Fundó el Partido Socialista, el periódico La Vanguardia y el Hogar Obrero.
El historiador y cronista político Rogelio Alaniz, en su obra “Hombres y mujeres en tiempos de Progreso” narra que, siendo uno de los médicos con mayor proyección profesional, reconocido incluso por sus colegas y pares, J. B. Justo decide abandonar el ejercicio de la profesión para dedicarse plenamente a la formación del socialismo en Argentina, con la particularidad que, al decir de él mismo, “se hizo socialista antes de haber leído a Marx”. Después, traducirá por primera vez “El Capital” al castellano, seguramente porque ello formaba parte del sustrato intelectual y teórico que su propósito político requería. Pero nunca será marxista lineal ni comulgará con las interpretaciones dogmáticas que de dicha obra se harán a lo largo de todo el siglo XX. Es más, acaecida la revolución bolchevique, quedará en la vereda crítica que la izquierda se reserva para tal episodio histórico.
Cuenta también el destacado cronista que Juan B. Justo, como socialista, piensa que al capitalismo hay que superarlo, no destruirlo. Con ello, reconoce los aspectos positivos del capitalismo, como presupuesto para el paso al siguiente estadio social que será superador de la organización social. No desconoce las fuerzas productivas y del mercado, pero advierte el peligro de que éstas son constantemente manipuladas desde el poder; allí es donde ve necesaria la actividad política socialista para reencausar esas fuerzas y ponerlas al servicio de las clases populares.
Hablando de su concepción sobre la vigencia y rol de la propiedad privada, en contraposición a las visiones maximalistas que suponen que con la supresión de la propiedad privada deviene automáticamente un estadio social más justo, el autor nos trae una cita textual de Juan B. Justo interesante y oportuna para la coyuntura actual: “Si la revolución social ha de querer decir elevación grande del nivel de vida del pueblo productor, no hay que pensar en realizarla por la simple expropiación (…) será necesario producir más y mejor, elevar la técnica y organizar mejor el trabajo y en ningún caso trastornar la economía entera por medio de leyes o decretos que en este terreno no son tan capaces de crear como de destruir (…) Toda reforma o revolución de la propiedad que se traduzca en la desorganización y menor productividad del trabajo, será prematura, opuesta al bien del trabajador y sin consistencia.” La reflexión pareciera dictada, un siglo antes, para argumentar en contra de los atropellos institucionales, legales, jurídicos y judiciales que el gobierno nacional actual pretende llevar a cabo con la mal llamada expropiación (debe decirse usurpación) de Vicentin. Como remataría el profesor Alaniz, en su estilo: ni el más ortodoxo liberal hubiera argumentado mejor para defender la vigencia de la propiedad privada.
Justo nació el 28 de junio de 1865. También un 28 de junio, pero de 1896 fundó el Partido Socialista. A la tradición de recordar a nuestros próceres y a nuestros héroes deberíamos incorporar la de nuestras mujeres y hombres probos; la de nuestros intelectuales que por su coherencia y su integridad aún hoy nos signan.
Evoco su natalicio como si fuera un onomástico. Sería justo que a Justo se lo evoque mucho más.
*Exdiputado por Neuquén
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